Tras las continuas informaciones que en las últimas semanas han dado un protagonismo nada deseado al Duque de Palma, Iñaki Urdangarín, el exjugador de balonmano decidió ayer hablar. Así, lamentó profundamente el perjuicio que las noticias sobre él están causando a la imagen de su familia y de la Casa del Rey, «que nada tienen que ver» con sus actividades privadas. «Ante la acumulación de informaciones y comentarios aparecidos en los medios de comunicación relativos a mis actuaciones profesionales, deseo puntualizar que lamento profundamente que los mismos estén causando un grave perjuicio a mis seres queridos».
Además, aprovechó la ocasión para informar de que «he designado asesor jurídico y portavoz a Don Mario Pascual Vives, letrado del Colegio de Abogados de Barcelona, que será la persona autorizada a hablar en mi nombre».
Mientras, desde Zarzuela declinaron hacer ninguna declaración al respecto, manteniendo su actitud de distancia con el caso que investiga al vasco.
Las imágenes de los últimos días muestran a un Iñaki Urdangarín demacrado, que ha perdido varios kilos de peso y que aparece cabizbajo en las calles cercanas a su domicilio en Bethesda, en Washington. Tampoco la Infanta Cristina presenta mejor aspecto, más delgada de lo habitual, con rostro tenso y entristecido.
Están pasando una auténtica pesadilla, dicen sus allegados, pero la angustia no se circunscribe al interior de su domicilio, también en La Zarzuela viven un auténtico calvario desde que hace tres semanas se empezaran a publicar noticias sobre la agencia Noós, que en tiempos pasados presidía el yerno de los Reyes y que había creado junto a un amigo cuando se apartó definitivamente de las canchas deportivas. Entre los vocales de esa sociedad, que tenía como objetivo la organización de eventos deportivos, se encontraba su esposa, así como el que ha sido durante muchos años secretario particular de las Infantas Cristina y Elena, Carlos Revenga.
Al poco de publicarse los primeros datos que implicaban al Duque de Palma en operaciones delictivas, con presunto fraude fiscal y falsificación de facturas, el exjugador de balonmano cogió un avión con destino Madrid y mantuvo una larga reunión con Don Juan Carlos. A través de un conciso comunicado anunció que defendería su «honorabilidad e inocencia en este asunto desde la convicción de que mi actuación profesional ha sido siempre correcta». Al mismo tiempo, fuentes de la Casa Real afirmaban que Iñaki Urdangarín debía responder ante la Justicia como cualquier otro español y expresaban su respaldo a las investigaciones que el juez Castro realizaba en torno a la sociedad Noós y a los contratos con anteriores Gobiernos de Valencia y Baleares.
También fuentes oficiales de Zarzuela advertían de que el yerno del Rey se encontraba en una situación de absoluta indefensión porque no había recibido ninguna citación judicial, no tenía más noticia sobre las investigaciones que las que filtraba algún trabajador del juzgado o la Policía judicial a distintos medios de comunicación, y desconocía el contenido del sumario y el alcance de las acusaciones que se podrían presentar.
En el encuentro que Urdangarín mantuvo con el Monarca, aparte de insistir en su inocencia y asegurar que no había cometido ninguna irregularidad, expresó su voluntad de hacer todo lo que fuera necesario y estuviese a su alcance, no solamente para defender su honorabilidad, sino para dejar al margen de su situación a la institución a la que pertenece por su matrimonio con Doña Cristina.
El exdeportista ha demostrado en estos años una disposición total a aceptar cualquier aprieto que pudiera favorecer a la Corona y, cuando desde determinados medios se criticó que hubiera creado una sociedad como Noós, se dijera que utilizaba su apellido para lograr sustanciosos contratos, y se puso en duda que tuviera ingresos suficientes como para comprarse una lujosa vivienda en Pedralbes, no dudó en disolver la sociedad y poner punto final a sus negocios. Bien es cierto que al contrario de lo que ocurre con otros ciudadanos trabajaba con red, porque al poco tiempo recibía una generosa e importante oferta de Telefónica para hacerse cargo de la división internacional que tenía su sede en Washington, a donde se trasladó con toda su familia. Que la oferta partiera directamente de César Alierta, o que hubiera sido promovida o impulsada por Don Juan Carlos previa conversación con Alierta, es algo que pertenece al ámbito del secreto con que se toman algunas decisiones en la Familia Real.
Lo que no pertenece al secreto es que el vasco es una persona muy querida en Zarzuela; le consideran un magnífico esposo y padre y mantiene relaciones excepcionales con los Reyes y con el Príncipe de Asturias, de quien se convirtió en amigo personal, muy cercano. Don Felipe y Doña Letizia han mantenido un relación muy especial con los Duques de Palma, hasta que el alejamiento de la Princesa de sus dos cuñadas, que es muy evidente, aunque las tres hacen esfuerzos por disimularlo, provocó también que dejaran de ser tan frecuentes los encuentros entre los Herederos y el matrimonio Urdangarín. Sin embargo, Don Felipe ha telefoneado con frecuencia a Washington en los últimos días para expresarle su afecto y desearle que se clarifique cuanto antes su situación. Un afecto que es general en toda la Familia, la Infanta Elena habla a diario con su hermana, y la Reina Sofía se trasladó a Bethesda hace una semana en cuanto finalizaron los actos del Spanish Institute en Nueva York.
Pero que Zarzuela demuestre su afecto al deportista no significa que se quede de brazos cruzados ante la delicada situación del Duque de Palma, que repercute en la imagen de la Corona en momentos especialmente difíciles, con una generación que no conoce el papel que ha jugado la Monarquía en la historia reciente y, por tanto, cuestiona la vigencia de los Reyes, y con una encuesta reciente del CIS en la que, por primera vez, la población española les califica con un suspenso.
