Con la dimisión de Silvia Clemente el PP de Castilla León (y el de Segovia) pierden peso político
De los tres temas de actualidad donde se focalizaba el interés informativo de este fin de semana (la vista en el T.Supremo del “proces” independentista catalán: el juicio por las prejubilaciones de Caja Segovia en nuestra Audiencia Provincial y la inesperada dimisión de Silvia Clemente como presidenta de las Cortes de Castilla y León y su consiguiente renuncia a su escaño en aquel parlamento y su militancia en el PP donde se bregó políticamente) quizá el que mayor morbo suscitaría en Segovia (y, desde luego, en Castilla y León) sería este último por cuanto contenía de sorpresa, de frustración, de ninguneos (como ella afirma) y de desencanto doloroso. Una renuncia no exenta de fraude político (sobre todo de su propio partido) que a la política de La Velilla no le ha sido posible asumir más.
Muy dolida tenía que estar Silvia Clemente con la deriva que el Partido —en el que siempre militó— iba tomando con acercamiento de los tiempos y de nuevas estrategias que últimamente liderase el candidato a presidir la Junta (al que en su día apoyó) sustituyendo a Herrera, Alfonso Fernández Mañueco, hacia quien la expresidenta no ha regateado esfuerzos para sustentar algunos de los motivos de su renuncia: que se trata —decía— de una persona que no tiene palabra, ni capacidad de liderazgo, que abocaba “hacia un proyecto sin ambición y falto de contenido y de iniciativas para conducir a Castilla y León a un futuro mejor”. Hay que recordar que la disciplina y la sumisión absoluta a las pautas del Partido no fueron nunca la base de su gestión política, máxime en tiempos difíciles como en esta compleja legislatura en que tuvo que lidiar en las Cortes nada menos que con seis partidos políticos y cinco grupos parlamentarios. Sus acercamientos de diálogo en esa lidia no parece que fueran bien entendidos por la cúpula de los mandamases populares.
Sin embargo, de su despedida, también se traducen otras motivaciones más opacadas: “se ha incumplido la palabra dada, los compromisos adquiridos conmigo, y la confianza que yo había ofrecido a este proyecto (de nueva Comunidad) quedó rota hace tiempo”. ¿A qué compromisos adquiridos se refería? ¿cuál fue la palabra que se la dio? ¿qué se la prometió para seguir entusiasmada con un proyecto nuevo que lideraba (en forma un tanto impersonal y libre de las ataduras férreas de la disciplina de partido?. En esa travesía de frustraciones también esgrime situaciones de ninguneo y aislamiento de su propio partido (también en muy buena parte focalizado en Segovia), que podrían generarse por celos y recelos políticos que culminaron —dice— con ciertas campañas de difamación contra ella alentadas desde su propio partido.
En cualquier caso —insisto—algo más profundo ha tenido que ir haciendo mella en el ánimo de Silvia Clemente la mujer que en política supo renunciar a su posible candidatura a la alcaldía de Segovia, (después, bien recientemente, se la marginaría sin compasión de la relación de alcaldables para las próximas elecciones); que apoyó con ardor a Mañueco (ahora objeto de su frustración) frente a Silván en las primarias del 17 para el relevo de Herrera o que asumiera a regañadientes la coordinación del próximo programa electoral que, finalmente, ha servido para patentizar un ninguneo inasumible. Por eso y por otras cosas —supongo— Silvia Clemente se va del PP , del reparto de cargos y de la disciplina a ultranza en lo que ella entendía como el camino más firme hacia una Comunidad más próspera y más prometedora para todos.
Frente a esto lo que se deduce es una evidente postura de aislamiento, de ninguneo y de falta de apoyo de la cúpula del Partido Popular (incluso desde Génova) hacia la decisión de una expresidenta competente en la gestión política desde las Cortes Regionales que se le encomendó en su día que más por disciplina que por entusiasmo decidió asumir y que ha desarrollado con éxito, aunque al parecer —por otras cosas— no la han sabido reconocer.
En definitiva, que con la dimisión ahora de Silvia Clemente el Partido Popular pierde sin duda peso político en Castilla León (y en Segovia) lo que al rebufo de esas tensiones y debilidades será aprovechado sin duda por los partidos de enfrente. Buen futuro.