El viernes 1 de febrero se celebró la Gala del Deporte Segoviano, que la Asociación de la Prensa Deportiva viene organizando desde más de tres décadas. En ella, como siempre, se premia a las mejores trayectorias de los deportistas segovianos a lo largo del año.
Todos ellos, incluyo en el genérico por supuesto también a ellas, destacan en sus respectivas disciplinas. Sin embargo, siempre me hago las mismas preguntas cuando los veo subir al escenario a recoger su distinción: ¿Cómo compaginaron o compaginan sus entrenamientos y competiciones con los estudios? Ya sé que unos son más profesionales que otros, unos viven del deporte y su entrenamiento se convierte en horas de trabajo remuneradas, mientras que otros deben echar muchas horas estudiando y/o trabajando para ajustar los horarios y así poder realizar su actividad física preferida.
¿Cuántos padres se interesan más por los estudios que por el deporte, o a al revés? El deporte, como actividad que genera salud física, psíquica y social, es una propuesta que debe considerarse obligatoria para todos los escolares. Sin embargo, el futuro profesional de cada persona depende en gran medida de los estudios que curse. Por tanto, son dos alternativas que deben compaginarse y que los padres, en los comienzos, y el propio deportista, en su etapa adulta, están abocados a elegir los caminos más adecuados para conseguir los fines marcados.
Ya existen trabajos científicos que determinan que aquellos estudiantes universitarios que realizan actividad física obtienen una nota media 9,3% más alta que aquellos que no. O que la fuerza muscular y la capacidad motora guarda una gran relación con el rendimiento académico en alumnos de 6 a 16 años.
No hay muchos misterios para conseguir rendir en los dos ámbitos, pero sí hay que tener unas premisas claras: el estudio necesita tiempo y dedicación, no solo mejora con deporte; la disciplina y el compromiso son necesarios para superar la pereza y la falta de ganas; una buena motivación hace superar los obstáculos y límites; una estudiada planificación permite hacer todo con intensidad para conseguir unos objetivos superables; y, sobre todo, tener tiempo para hacer otras cosas.
