El jueves se dio a conocer el I Concurso de microrrelatos organizado por la AMPA Alfa. El certamen, titulado ‘Historias del instituto María Zambrano’, es una gran ocasión para mirar hacia el instituto de nuestro municipio, que, además, se acerca su quincuagésimo aniversario.
Algunos lo recordarán, pero ¿pueden imaginar lo que supuso allá por el año 1970 que los jóvenes no tuvieran ni que irse fuera a estudiar el bachillerato, ni tener que hacerlo a distancia? Imaginan cómo fue pisar aquel edificio que tenía capilla, laboratorio, gimnasio y varias aulas. Y lo más importante: profesores para cada materia. Un centro educativo alojado muy cerca —casi dentro— del bosque y que en su origen fue una sección del instituto Andrés Laguna para, tiempo después, ser autónomo con el nombre de María Zambrano. Nombre fascinantemente acertado, no porque la filósofa y poeta se hubiese criado en Segovia, sino porque es la autora de ‘Claros del bosque’ donde se lee “Como los claros, las aulas son lugares vacíos dispuestos a irse llenando sucesivamente, lugares de la voz donde se va a aprender de oído, lo que resulta ser más inmediato que aprender por letra escrita, a la que inevitablemente hay que restituir acento y voz para que así sintamos que nos está dirigida”. Se necesitaba la voz que involucraba y ayudaba a alcanzar el conocimiento, y allí, junto a los claros del bosque, por fin estaba.
Los años y los planes de estudio han pasado. La palabra sigue transmitiendo el conocimiento mientras las estaciones se suceden en el bosque. Todos los días se aprende en el María Zambrano: siempre algo que tiene que ver con las asignaturas, y algo sobre las relaciones humanas o uno mismo. El conocimiento no está solo en los libros o la red. Está en las personas y en las vivencias. Y las vivencias, con los años, se vuelven historias. Historias del instituto María Zambrano. Historias reales que pueden ser el germen -o no- de un microrrelato que nos transporte a esa época, cuando la vida tenía una intensidad dolorosa y todo estaba por suceder.
