Señora directora:
En tan solo unas horas he pasado de la preplejidad más absoluta a la alegría de constatar que al final, el sentido común ha ganado la batalla. Quería salir corriendo y sin embargo he decidido quedarme, aquí en mi Segovia del alma; he decidido ir tragando poco a poco el sabor rancio que me dejó hace unos días y vuelvo a confiar en ella, en su gente, en su justicia.
Parece que el “temido” diablillo por fin ascenderá del caliente averno para ocupar ese privilegiado lugar en San Juan, estupenda tribuna que le permitirá presenciar en primera fila eventos de toda clase y condición. Pues, ya está, que lo pongan y que la gente se fotografíe a su lado (eso sí, y está de sobra decirlo, desde el suelo, por favor, que para subir al cielo hay tiempo, si te portas bien, claro) y aquí paz y después gloria. Y a partir de ahora, más nos valdría que empezásemos a preocuparnos por intentar colaborar asociándonos o no, que tampoco es obligatorio en arreglar un poco este mundo que pisamos, pues, anda que no hay cosas por las que recoger firmas en contra: de las violaciones, de los abusos, de la corrupción, de los deshaucios, del acoso, de los asesinatos, de la pobreza, energética y de la otra ( la del frigorífico vacío), de… Pues, anda que no hay cosas por las que recoger firmas a favor (aparte, por supuesto, de la colocación del diablillo): de la justicia, de la paz, de la solidaridad, de la tolerancia, de… Hay tarea para rato ¿no les parece?
Yo, de momento, me quedo, a ver qué pasa, tranquila y contenta, porque este tema no me va a costar ni un euro (no he llevado nada a ningún juzgado), euro que destinaré muy gustosamente a otras asociaciones y colectivos que miran un poco más arriba del infierno. Y siguiendo con el permiso de mi querida Elvira, que sí, que Segovia me sigue matando, pero hoy me duele un poco menos.
TERESA SANTOS BERNARDOS.