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Santiago Sanz Sanz – “Proteína social o la pérdida de la sutileza”

por Redacción
18 de enero de 2019
en Opinion, Tribuna
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El “control social” se define en muchos ámbitos de la sociología como “la capacidad de toda sociedad para regularse a sí misma”. La fórmula de su eficacia reside en “la sutileza” y en la manera subliminal en que recibimos, interpretamos y materializamos las pautas de convivencia.

Por encima de los códigos y marcos legales del Estado de Derecho, considerados para ese menester y permítanme la paradoja; “como la mejor y a la vez insuficiente de las herramientas”, se encuentran los verdaderos poderes de control: la propaganda y los medios de comunicación (estamos en esa era). En esa ardua faena de mostrar “lo políticamente acertado” llevan años muy aplicados algunos sectores sociales de lo más progre para establecer “las formas, los dogmas y las opiniones correctas”.

Podemos asegurar que ese control sutil habría funcionado si tuviésemos en cuenta que la manifestación pública de la antítesis ha sido escasa o al menos se ha mantenido callada en las últimas décadas. Prueba de ello es que mentimos o no decimos toda la verdad a la hora de manifestarnos públicamente. Por ejemplo; frente a los estudios o las encuestas de opinión política tenemos esa debilidad o querencia de buscar ser complacientes con “las líneas marcadas como correctas” aunque el pensamiento sea diferente a lo manifestado. Cuando pensamos que es el camino adecuado seguramente sea el camino marcado : “o de verdad lo piensas y si no, que lo parezca”. Todo lo que se salga de esa línea estaría fuera de los esquemas de “la estrategia”.

Todo va como la seda para el estratega, este se confía, sube el tono y llega un instante que lo subliminal se convierte en directo y el bombardeo del mensaje se hace insoportable para una parte de la sociedad con diferente criterio. Es justo el momento en el que esos individuos pierden el miedo y manifiestan su hartazgo por “lo establecido como políticamente correcto”. Entonces surgen de manera inesperada resultados electorales negativos que ponen en riesgo el modelo estratégico y es cuando el propio sistema se convierte en “el problema” y evidencia el fallo ¿cómo poder controlar la voluntad del voto? Y en caso de que no sea posible ¿cómo deslegitimar un resultado desfavorable?

En el país Vasco fue el primer lugar de Europa moderna donde se perdió la sutileza del control social dentro de un Estado de Derecho pleno (¿?). Lo consiguió la banda terrorista eta y su entramado social acosando y extorsionando a una parte de la población (recuerden los muertos). Muchos de ellos optaron por el exilio; 45.000… 60.000… ¿cientos de miles? no hay datos precisos. Empresarios, profesores, familias, todos díscolos de pensamiento extraídos del contexto social y de las decisiones democráticas de hecho. Se despejaron con ello las piedras del camino del “panorama estratégico”, o mejor dicho: “se agitaron las ramas del árbol para que otros recogieran las nueces…” ¿cómo conseguir esto mismo para el resto del Reino? ¿cómo amedrentar, generar recelo o directamente miedo ? Pues de nuevo toca una vuelta de “tuerka” más de pérdida impúdica de la sutileza, esta vez llega el turno de “la proteína social”.

Han pasado algunos años ya desde la primera vez que tuve conocimiento de la expresión “proteína social”, aunque ahora no recuerde exactamente si salió de la boca o de la pluma de “Cristina”, una de mis escritoras preferidas y buena amiga que por aquel entonces era subdirectora del diario ADN. Tampoco me queda claro si debería atribuirle su autoría o por lo menos la culpa de que muchos en este país fuésemos conscientes del concepto… seguramente sí. Lógicamente Cristina y un servidor a veces no coincidimos en alguna cuestión de interpretación coyuntural como el suceso que motivó la aplicación el término. El caso es que vino a cuento porque en aquellos días no era raro que algún político del Partido Popular, sobre todo en Cataluña aunque también en general, recibiese un zarandeo, un meneo o un correteo público con el correspondiente abucheo furibundo y salivoso a la oreja (exactamente a medio palmo). Daba toda la impresión de que la cosa podía ir más lejos, el horizonte estaba realmente feo.

Desde la sombra ya estaba en marcha “la estrategia marcada” que indicaba una serie de nuevos objetivos susceptibles de recibir parte de esa “dosis nutritiva”. No pasaría mucho tiempo para que todos fuésemos testigos de aquel escrache sufrido por Rosa Diez (UPyD) en la “Complutense”, donde por cierto ya estaban pasando “otras cosas”. Vimos también a la presidenta de la Comunidad de Madrid tener que refugiarse en plena calle de unos sujetos nada espontáneos en clara disposición de repartir nutrientes. Pudimos ver rodeado el Congreso y probablemente asistimos atónitos a los mayores disturbios de la Democracia, cuyas imágenes violentas fueron para algún político motivo de profunda emoción; no se lo que opinará de ello el policía que estaba siendo pateado en el suelo, pero bueno; eso ya es lo de menos… desde aquellos días de escraches, las pintadas acusadoras, las banderas rojas, las de otros colores, los incendios, el acoso y los encapuchados de negro ya habían pasado a formar parte del paisaje urbano y por lo tanto de nuestras vidas. Se habían convertido en los nuevos guardianes “del control social”, con vocación y expectativas de también serlo “del pensamiento”, pero como esto último es por naturaleza bastante complicado de materializar y siendo como son conscientes de ello, pensarán (supongo) que es mucho mejor centrarse en lo primero, en el control social sin sutilezas y a pelo para poder aplicar “proteína social” a diestro y siniestro consiguiendo así que ellos o sus portavoces, no pierdan su ración de sustanciales ingresos y de paso evitar que se cierre el grifo de la financiación para las organizaciones afines con todos sus cargos y puestos. En definitiva la verdadera “proteína sustancial” de toda esta olla de cocido político complejo.

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