Hay cosas que no es necesario contar por el conocimiento que “to” el personal tiene de ellas. Otras puede que sí, ya que pese a pasar a su lado de forma reiterada “ni cuenta que me he dado”. Lo cantó hace ·la tira· el gran Antonio Molina; “que mira y pasa; que pasa y mira”. Pues eso. Que les cuento cosillas para que recuerden que existen.
Ejemplo:
Sabía…
—Que los Jardines del Alcázar que se levantan en la explanada de la plaza Reina Victoria Eugenia, lugar donde se encontraba la antigua catedral y otros edificios de la iglesia, comenzaron a gestarse con motivo del matrimonio de Felipe II con Ana de Austria en 1570, en El Alcázar.
—Que que si bien se retiraron para ello algunos de los escombros y ruinas de los citados edificios, no se dejó limpio el lugar hasta la visita de Fernando VII, en 1817. Entre 1816 y 1817 comenzaron a plantarse los primeros árboles, y se cerraron con la verja que existe actualmente.
—Que, cuando el jardín lucía en esplendor, Aniceto Marinas, con el fin de ubicar el monumento a Daoiz y Velarde, pidió modificación de una parte del jardín y que su petición fue aceptada.
—Que la plaza de El Alcázar mide 112×50 metros y que el espacio lo compró la Corona al Cabildo.
—Que la altura de El Alcázar sobre el nivel del mar es de 107 metros y que desde el lecho del río Eresma, donde se une con el Clamores, es de 80 metros.
—Que en esa misma línea, y por si no hubiera llegado al lector la información, cuento que el perímetro de El Alcázar es de 728 metros; la Torre de Juan II tiene 80 metros de altura, 152 escalones y fue construida entre 1440 y 1465.
—Que la antigua catedral, la de El Alcázar, fue inaugurada dos veces. La primera el 16 de julio de 1228 por el obispo de Sabina (Italia), Juan de Abbeville, y la segunda, tras la realización de obras en el recinto, por el obispo Raimundo de Losana en 1257.
—Que el maestro de cantería, Pedro Cubillo, realizó la obra de la capilla mayor de la iglesia de Santa Eulalia. Por el trabajo, en el que colaboraron otros compañeros, percibió 40.000 reales. Era el año 1628.
Tres toreros heridos y tres “por herir”
Les cuento una de novillos/toros. 21 de junio de 1908. Plaza de toros de Segovia. La novillada llegaba “rebotada”, pues debería haberse celebrado el día del Corpus y la lluvia no lo permitió. En el cartel dos novilleros: Venterito de Jaén y Llavero y cinco peones más.
Datos complementarios: buena entrada, muchos alumnos de la Academia de Artillería. En la solana un gran número de chiquillos. La empresa acordó, minutos antes del comienzo del festejo, que pudieran pasar previo pago de ¡diez céntimos! (una perra gorda).
Datos reales: sorpresa causó la presencia de los reyes, Alfonso XIII y de su esposa Victoria Eugenia. Estaban en La Granja y decidieron desplazarse. Les acompañó el séquito y como invitados los príncipes alemanes de Maternick.
Comienza lo “interesante”: la presencia de los monarcas debió desconcertar a los toreros. Habían transcurrido diez minutos de lidia y apenas quedaba un torero por “lisiar”. En el segundo novillo la reina se levantó y se fue, “muy mal impresionada”. El rey aguantó hasta el quinto. En ese momento, de los siete toreros del comienzo, solo quedaban tres en plaza.
Original parte médico. Nota que el médico de la plaza envió a la presidencia: “Tengo el honor de participar a usted que en esta enfermería hay tres toreros heridos y tres por herir. Estos tres, excelentísimo señor, no tienen otra lesión que miedo insuperable”.
Minutos antes, al acabar la lidia del primero, el médico había enviado otro parte al gobernador, García Lamas, que presidía: “Toreros heridos, dos, por herir, cinco”.
Como colofón/resumen a la crónica que el crítico de ABC hizo del espectáculo, quizás les valga con esto: “la novillada desastrosa; el ganado malísimo y los lidiadores más malos que el ganao. La corrida ha sido de las que dejan memoria en una población”.
Por razones de no herir sensibilidades ajenas a la voluntad del que escribe, paso de puntillas sobre cómo se llevó a efecto la muerte de la mayoría de los novillos.
