Mañana del mes de enero, el temporal arrecia, un hombre pugna desesperadamente por avanzar con su coche, pero las ruedas giran locas y el vehículo se niega a seguir, el intento fracasa. El conductor desciende mirando al suelo, taciturno, sin saber cómo salir del atolladero, maldice implorando ayuda, y al final, resignado, se sienta y reflexiona, no debía de haber emprendido viaje.
Transcurridos unos minutos, solo y a merced de la tormenta, el hombre continúa abstraído en sus pensamientos, convencido de que pasarán horas hasta que pueda ser rescatado de aquella trampa gélida en medio de ningún lugar. Finalmente decide echar a andar en dirección al pueblo, quizá allí tenga suerte y encuentre ayuda.
Mientras camina advierte la magnitud de la borrasca y con la respiración entrecortada mira impresionado hacia la nada. Desciende aún unos metros más hasta que percibe voces que surgen de la ventisca, dos figuras humanas emergen gradualmente tras la cortina de hielo. Gorras de piel, botas de agua y gruesos gabanes, los individuos, diríase que inmunes al frío, se acercan arrastrando unas trabas, son dos cadeneros.
Nuestro hombre sonríe y estrecha las manos de sus salvadores, haciéndose entender a duras penas en medio del vendaval. En un abrir y cerrar de ojos el vehículo está calzado y listo para continuar. El viajero les compensa con una generosa propina, y agradecido se despide entre consejos rumbo a la primera rampa.
Hubo un tiempo en que no existían autopistas, las carreteras atravesaban poblaciones o serpenteaban ascendiendo puertos, aquella red viaria trazada sobre antiguos caminos comenzaba a mostrarse obsoleta y en las zonas de montaña, la climatología invernal causaba serios problemas al tráfico rodado.
Durante años, el paso de las cotas altas entrañaba graves riesgos que podían derivar hacia un trance comprometido no sólo por la eventualidad de sufrir un accidente, sino por la contingencia de quedar aislado. Los equipos que operaban en la limpieza de vías eran exiguos y las actuaciones se llevaban a cabo con lentitud. (Continuará).
