El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCyL) confirma la sentencia dictada por el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo de Segovia contra la resolución del Ayuntamiento de Torreiglesias, por la que se concedió licencia de obras y ambiental para la legalización de una balsa de purín de 3.000 metros cúbicos de capacidad, construida en suelo rústico protegido, a escasos 20 metros del cauce del arroyo Pililla que vierte sus aguas al río Pirón, estando la explotación ganadera a unos 80 metros del casco urbano.
Según explican los vecinos de Losana, el Tribunal obliga a la demolición de la citada balsa y restauración a la legalidad vigente. La citada balsa, de 50×25 metros y 2,5 de profundidad, se construyó sin ningún tipo de licencia, entre los meses de septiembre y octubre de 2015. El proceso judicial se inició a comienzos del segundo trimestre del año 2017 por el colectivo de vecinos de Losana de Pirón contra el Ayuntamiento de Torreiglesias, por la concesión de licencia para la legalización de la citada balsa de purines. “Pero lo que esta sentencia ha sacado a la luz, —señalan— a raíz del recurso de apelación, es aún más grave para la protección del Medio Ambiente en la provincia de Segovia. La Diputación Provincial, durante todo ese proceso, ha estado preparando una modificación sustancial de las normas subsidiarias provinciales. Esa modificación se aprobó en el pleno de abril de 2018 y ha servido de base para el recurso que han presentado, ante el Tribunal de Burgos, la empresa y el Ayuntamiento de Torreiglesias cuyo alcalde, Mario Pastor, es presidente del Consorcio Provincial de Medio Ambiente.”
El colectivo vecinal considera que las administraciones deberían exigir que las balsas de purines de grandes dimensiones que se están autorizando, se sitúen, como mínimo, a 1.000 metros de los núcleos urbanos, “tal y como se exige a las naves de cerdos o avícolas de nueva construcción e independientemente de que estas industrias ganaderas intensivas estén a menos distancia”.
“Será responsabilidad de la administración y de estas industrias intensivas ganaderas, buscar soluciones para deshacerse de ese residuo, de forma sostenible y eficaz para el medio ambiente, estableciendo planes de actuación que sean favorables para un buen desarrollo de este sector industrial (que nada tiene que ver con la ganadería tradicional) y que no perjudique ni al medio ambiente, ni a los vecinos de las poblaciones, ni a otras actividades económicas”, concluyen.
