Durante los últimos tiempos es difícil vivir sin sentirse vigilado: los teléfonos pinchados, los helicópteros desde el cielo, los piquetes de los huelguistas con sus listas negras, las redes informáticas son algunos de los signos que manifiestan que estamos controlados, sin enumerar la vigilancia lógica y legal de los sistemas policiales.
En este sentido, el Ministerio de Educación quiere que en los consejos escolares de colegios e institutos, los órganos de control y el principal instrumento para que toda la comunidad educativa pueda implicarse directamente en la toma de decisiones, se deje una silla también a un representante del Ayuntamiento, lo que en el sector educativo denominan ‘comisarios políticos’. Es una de las medidas que la ministra Isabel Celaá pretende incorporar en la reforma de la Lomce y que afecta no sólo a los centros públicos, sino que va dirigida especialmente a los concertados.
Estos controladores o comisarios hacen que un concejal actualice la figura del somatén, propia de la época de la dictadura de Primo de Rivera y posteriormente durante la república y al comienzo del gobierno de Franco. Lo extraordinario de esta manera de control está en que los ‘somatenes’ se encuentran entre los grupos básicos de la sociedad. Nadie duda de que los grandes poderes nos vigilan a través de sus espías. El somatén y el chivato denuncian al poder que le paga la situación de un compañero.
Hoy, los somatenes están en todos los estamentos. Podríamos enumerar infinidad de situaciones en las que encontraremos personas que tocan las campanas para defenderse del posible enemigo o favorecer al amo. La gravedad de esta situación radica en la falta de libertad que se crea de forma subliminal. Se va creando una sociedad en la que nadie se fía de nadie: se llega a pensar que quien cruza el paso de cebra contigo puede ser un detective.
Este camino, abierto para dominar desde arriba con espías abajo, es tan peligroso como destructivo de la auténtica convivencia y democracia. Las comunidades libres se definen como aquellas cuyos miembros pueden fiarse unos de otros. Sin embargo, este estilo de convivencia desaparece cuando se crea desconfianza, llegando a pensar que tu vecino puede ser “un chivato”. Una auténtica democracia es aquella que se regula fomentando la sociedad civil como base de la convivencia.
El chivato es aquel que denuncia a su vecino por razones de seguridad, por dinero o por agradecimiento al poder. Incluso, encontrarás el chivato fiscal: los inspectores, en ocasiones, han reclamado que la Agencia Tributaria disponga de fondos para pagar informaciones confidenciales de las que se derive la recuperación de cuotas defraudadas. También piden que se potencie la figura de la denuncia tributaria, incluso pagándoles un porcentaje de aquello que se haya recuperado.
Una sociedad que potencie la desconfianza y obligue a los ciudadanos a actuar por miedo al vecino es una sociedad dirigida y sin autonomía. El ideal estará en ayudar al ciudadano a colaborar libremente por el bien común sin la espada de Damocles que le obligue por miedo a colaborar en la sociedad a favor del bien común.
El ministerio de Educación cree que “hay un desequilibrio a favor del titular del centro en las decisiones que se toman, que debiera compartir con el Consejo Escolar de los colegios que reciben subvenciones”. Y es que considera que en muchos centros regentados por congregaciones religiosas o por cooperativas de profesores, el director “se ha convertido en el único órgano de gobierno”. Así, el Ministerio quiere que estos ‘comisarios políticos’ o nuevos participantes de los ayuntamientos, puedan intervenir en el ‘control y gestión’ de lo que se hace en los colegios y los institutos españoles.
La medida molesta a la enseñanza concertada porque en el tiempo en que se aplicó supuso un problema para el funcionamiento natural de los consejos escolares. Tener una persona enviada por el Ayuntamiento suponía una cortapisa para hablar con naturalidad y a veces mediatizaba las discusiones y el diálogo al ser una persona revestida de cierta autoridad. Incluso había concejales de algunos municipios que acudían a los consejos escolares a dar mítines o había presiones veladas sobre si el colegio tenía que actuar en un sentido o en otro.
