Francisco Arjona Herrera, (1818-1868), llamado «Curro Cúchares», fue un torero madrileño famoso por su seguridad con el estoque y por que nunca recibió una cornada en su dilatada carrera. Sin embargo, sus detractores le criticaban el ser vanidoso y ventajista. Su arte ha superado las críticas y aún hoy se conoce al toreo como «el arte de Cúchares», el que ayer se desplegó en el pleno del Ayuntamiento.
Cuando los toreros se cortan la coleta después de muchas faenas buscan, para su última faena, la salida en hombros por la puerta grande. Y también la foto de la despedida, para colocarla en el álbum junto a la de la alternativa. En el adiós a los ruedos no vale cualquier faena ni cualquier foto. Tiene que ser triunfal, con la imagen de la vuelta al ruedo, con las orejas y rabo en mano, y, si puede ser, entre ovaciones. A las puertas de la cita electoral, la sesión de pleno de ayer, la penúltima antes de las elecciones, tomó tintes de espectáculo taurino, digno de “Curro Cúchares”.
En el hemiciclo convertido en albero, los concejales quisieron ser toreros. Capotazos innecesarios, suertes improvisadas, algún traspiés, varias cornadas y muchas ansias por salir por la puerta grande, aunque algunos lo hicieran, finalmente, por la puerta de la enfermería.
Ayer se cortaron la coleta el exconcejal socialista de Deportes, edil no adscrito desde diciembre, Javier Arranz, y la responsable de Participación Ciudadana, Blanca Valverde. Más de diez y casi doce años, respectivamente, en la lidia municipal. Por su parte, el médico Ángel Berbel tomó la alternativa, aunque con pocos festejos en el horizonte (solo queda un pleno). Ediles del PP y PSOE, caso de Eduardo Barrios y Andrés Torquemada, protagonizaron su particular ‘mano a mano’, gustándose en la lidia, para convertir en interminable un debate (sobre ayudas a asociaciones de carácter social) que se podía haber despachado en cinco minutos. Hubo varios pases de pecho, algún muletazo suelto y lances hacia el tendido.
Curtido en mil faenas, Javier Arranz, supo, otra vez, llamar la atención para esa foto de su despedida; pero también la concejala, Blanca Valverde, que, sorprendentemente, apenas pronunció dos palabras después de que el pleno tomara conocimiento de su renuncia. Valverde salió rauda del hemiciclo para situarse en las butacas de la tribuna del público, donde Javier Giráldez, con su habitual rosa sintética en el ojal de su chaqueta, parecía presidir la corrida de toros.
Otra foto pertinente -o titular en prensa- es la que buscó el PP. En un golpe de efecto, los populares presentaron dos mociones por la vía de urgencia. En el PP la mayoría de sus concejales abandonarán el ruedo político y solo se explica la sorpresiva iniciativa de los populares en querer poner banderillas y dar puyazos a un equipo de Gobierno socialista en horas bajas, para allanar el camino a la candidata, Raquel Fernández, que ayer no abrió la boca. La primera espada ejerció ayer de subalterna. Lo cierto es que Arranz, Valverde y Giráldez (en la grada) escenificaron ayer la descomposición del grupo socialista, ahora con 10 concejales (incluído Berbel).
Decía el mítico Juan Belmonte: “Se torea como se es”. Al principio del pleno (era el punto dos), se consumó la marcha de Blanca Valverde. Después de que la secretaria general diera lectura al escrito de renuncia, la concejala de Participación Ciudadana tomó la palabra: “Agradezco los años que he compartido con ustedes. Les voy a dejar seguir trabajando”. Fueron sus últimas palabras antes de enfilar, ágil, la puerta y salir del coso taurino. Recordó una ‘espantá’ del torero de Camas.
Tomó la palabra Arranz para elogiar a Valverde, de la que destacó su “integridad personal, esfuerzo, trabajo, capacidad política” y el “impulso” que la edil había dado al área de Participación. Peñalosa felicitó a Valverde, aunque lamentó que se marchara sin terminar el mandato municipal; mientras que, por su parte, Marisa Delgado lamentó que la edil no se hubiera quedado para escuchar el agradecimiento de los socialistas por su trabajo en los últimos doce años. Postigo también tuvo palabras de agradecimiento, al igual que la alcaldesa, Clara Luquero: “le doy las gracias por estos doce años de desvelo y trabajo en beneficio de Segovia. Gracias Blanca, aunque no esté aquí, seguro que me escucha”. Valverde apareció en la tribuna, para sentarse al lado de Giráldez. A continuación, Ángel Berbel, tomó posesión del acta de concejal. Prometió su cargo en un ejemplar de la Constitución y Luquero le pasó en su alternativa los “trastos de matar”, al imponerle la medalla corporativa, no sin dificultades, dada la altura del nuevo concejal.
La segunda marcha se produciría al final del pleno, antes del turno de ruegos y preguntas. Arranz tenía preparado su particular espectáculo, al estilo de Manuel Díaz “El Cordobés” y su “salto de la rana”, denostado por muchos puristas de la tauromaquia. La faena comenzó recibiendo el toro “a porta gayola” cuando Arranz sacó de una mochila el material informático “perdido” y que le había reclamado en varias ocasiones el equipo de Gobierno, como un ordenador, una tablet y un pendrive.
La increíble versión de Arranz es que ese material llevaba en sede municipal desde enero, bajo custodia de un funcionario. El concejal no adscrito sacó aquel material y hasta un rollo de papel higiénico, que se ofreció entregar a Luquero “por si tenía algo que limpiar”. Pasó después a leer su discurso de despedida, donde volvió a citar al exalcalde Pedro Arahuetes. Arranz leía sus propios ‘logros’ como edil al tiempo que se iba colocando, conforme hablaba de sus etapas en el consistorio, las tres medallas corporativas que le acreditaban como concejal. Como este torero que rememora sus tardes gloriosas. En un momento Arranz llegó a interrumpir su discurso, cuando atisbó una sonrisa en Alfonso Reguera (PSOE). “¡Qué poca clase¡”, le reprochó al socialista, con una mirada de atarse los machos.
El exconcejal socialista también le subrayó a Peñalosa, a su lado, que nunca había sido un “tránsfuga”. “Señor Peñalosa, que le vaya bien en la vida”, le espetó Arranz, que llegó a soltar más de una lágrima cuando citó a su familia, presente en la grada; a lo que ésta correspondió con un aplauso, mientras el resto de miembros de la corporacion guardaban silencio. “Arranz es así, para lo bueno y para lo malo”, llegó a decir en su intervención —quizá quería evocar al polémico Curro Romero— . Tras su discurso, Arranz se levantó, saludó a sus familiares, con ademán torero y el brazo en alto, y salió por la misma puerta por la que, horas antes, lo había hecho su amiga Valverde.