La dimisión del líder del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, debido a un escándalo sexual, ha desatado la batalla para su sucesión e intensificado los llamamientos de mayor transparencia en la selección del nuevo líder.
Por ello, la institución anunció ayer que mañana comenzará un proceso «abierto, basado en méritos y transparente» que concluirá el 30 de junio con la elección del nuevo director gerente del Fondo.
La promesa de transparencia pone fin al hermetismo que ha rodeado la designación del responsable del organismo, dirigido por un europeo desde su creación en 1945, en virtud de un pacto de caballeros que otorga la presidencia del Banco Mundial (BM) a un estadounidense.
Pero el creciente peso global de los emergentes ha puesto en tela de juicio ese privilegio. El mundo en desarrollo exige ahora que se cambie un sistema que considera desfasado.
El período de nominaciones para la presentación de candidaturas se prolongará hasta el 10 de junio y los aspirantes deberán tener una «distinguida trayectoria en la gestión de políticas económicas al más alto nivel», según indicó el Consejo Ejecutivo del FMI, integrado por 24 miembros que representan a los 187 países de la institución.
Una vez recibidas las peticiones, el órgano hará pública una lista con tres nombres.
Si el número de postulantes propuestos es superior a tres, el FMI mantendrá «en secreto» los datos de los preseleccionados hasta que tenga la terna elegida, teniendo en cuenta los méritos del seleccionado y sin que entren en juego «preferencias geográficas».
Los miembros del Consejo entrevistarán a los aspirantes al liderazgo del FMI en Washington y optarán por uno de ellos tras sopesar «sus fortalezas». Aunque el órgano puede someter la decisión a votación, la idea es elegirlo por consenso. Una vez hecho público el plazo para presentarse, el debate sobre quién es la persona más adecuada se intensifica.
Desde que Strauss-Kahn fuera arrestado el pasado sábado y dimitiera el jueves, un nombre ha destacado sobre cualquier otro: el de la ministra francesa de Finanzas, Christine Lagarde, que se ha convertido en la baza de los europeos para revalidar que el cargo continúe en manos de un ciudadano de la UE.
Mientras, los países emergentes abogan por romper esa tradición. Su problema es que, a diferencia de Bruselas, que pretende presentar a un único aspirante, estas naciones están dispuestas a registrar más de un nombre, lo que, a la larga, podría perjudicarles.
Así, Grigori Márchenko, gobernador del Banco Nacional de Kazajistán, ya se ha postulado gracias al respaldo de Rusia y los otros 10 miembros de la postsoviética Comunidad de Estados Independientes (CEI). Pero también Chile anunció ayer que planea llevar un candidato propio.
Eso sí, pese a que son 187 los países representados en el FMI, EEUU y la UE controlan más del 50 por ciento del poder, por lo que la decisión de Washington es vital.
Por el momento, el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, señaló que su Gobierno realiza «consultas amplias» tanto con los accionistas emergentes del Fondo como con las economías avanzadas para reemplazar a Strauss-Kahn.
