Con el sol tardío del otoño llegan nuevas visitas a nuestros pinares; sus paseos se llenan de gente y cada vez son más los que se aficionan a la micología que nos proporciona la naturaleza del lugar. Los hongos y setas que podemos encontrar por las montañas de la Sierra de Guadarrama forman un papel fundamental en la ecología del territorio, pues la mayor parte de ellos (saprófitos) ayudan a la cadena trófica incorporando nutrientes mediante la descomposición de la materia orgánica animal y vegetal y otros, los simbiontes, mediante su asociación a determinadas plantas facilitan la supervivencia de estas en medios pobres o encharcados.
De los cientos de especies de setas que fructifican en los bosques de la Sierra de Guadarrama, solo unas pocas merecen la pena para ser consumidas, pues la mayoría suelen ser demasiado pequeñas, amargas, indigestas o tóxicas. Estas últimas representan solo un pequeño porcentaje del total, aunque para identificarlas no existe otra regla que el apoyo y asesoramiento de expertos, la consulta de guías y el manejo de claves para la identificación de las especies.
La tradición micológica popular de nuestra zona limita el catálogo de especies consumidas por los habitantes de nuestro entorno natural al Boletus, sobre todo en su variedad edulis, los parasoles, champiñones, los níscalos o las setas de cardo. Aunque es cierto que, en los últimos tiempos, cada vez son más los que salen a conocer y recolectar nuevas especies con fines gastronómicos y naturalistas. En nuestros pinares podemos encontrar buenos ejemplares, sobre todo, durante los meses de octubre y noviembre, siempre que las lluvias hayan sido generosas .
Para su recolección debemos centrarnos solo en aquellos ejemplares que queramos consumir, evitando romper o dañar el resto de los que encontremos a nuestro alrededor. Además, se debe evitar la recolección de los ejemplares viejos, secos o con mordiscos de animales, así como de los que se encuentren en zonas con riesgo de contaminación. Por último, es recomendable que, para su transporte, se utilicen cestas y no bolsas de plástico, pues la aireación de los cuerpos es vital para impedir que una gran recolección acabe en una papilla de hongos fermentados.
