Agustín García Matilla
Todo el mundo tiene derecho a exponer su opinión sobre lo que le plazca y hacer las campañas que le parezcan oportunas. La campaña iniciada en change.org en contra de que la ciudad de Segovia erija una estatua al Diablo con fines turísticos, dice entre otras cosas lo siguiente: “estoy en contra de que se exalte el mal y la mentira” y “no quiero que el Ayuntamiento atraiga a Segovia a turistas que adoren a Satán sino a personas que admiren y adoren la verdad y la nueva realidad histórica, y no absurdas leyendas, que son mentira”. Sólo un recordatorio. Quien lidera la campaña y los más de dos mil firmantes de la iniciativa, deberían recordar que las catedrales, las iglesias, los templos de la cristiandad en su conjunto, están repletos de imágenes del diablo. También que una sociedad laica tiene perfecto derecho a erigir las estatuas que se considere oportuno instalar en calles y plazas de las ciudades y pueblos.
Si alguien iniciara una campaña para promover la retirada de todas las imágenes del diablo que se sitúan en los canecillos de las iglesias románicas de toda España, probablemente consensuaríamos que la idea era un sinsentido igual que resultaría un sinsentido retirar las gárgolas de la catedral de Notre Dame en París o pretender eliminar las imágenes eróticas de muchos templos de Palencia y Cantabria, demoler la estatua de El Retiro madrileño al Ángel Caído o acabar con la escultura a la diabla que quienes recorren las misiones jesuíticas de Paraguay pueden visitar camino de las cataratas de Iguazú.
En resumen, conviene hacer un llamado al sentido común, a la apertura de miras, a la tolerancia y a la toma de conciencia para que tratemos de consensuar que estamos en un país en el que merecemos debatir con profundidad sobre los grandes temas que afectan al futuro de la humanidad y dejar de recrearnos en nuestras miserias y en el reforzamiento de los tópicos que justificarían el que este país vuelva a ser visto como Celtiberia show.
Segovia tiene un recorrido educativo y cultural que la hace merecedora de la mejor suerte. Ya es hora de que intentemos elevar el nivel de los debates para no volver a la oscuridad de tiempos inquisitoriales.
