Una de las obras que integra el Plan de Carreteras 2018 de la Diputación, la que se realiza en la vía número 55 entre San Miguel de Bernuy y Cobos de Fuentidueña, está a punto de concluir. Aquí se han invertido 202.808 euros para el refuerzo del firme en un tramo de 2,9 kilómetros. Las intervenciones han consistido en el fresado de 2.900 metros cuadrados de calzada y en la reposición de su pavimento con 3.652 toneladas de mezcla bituminosa.
Las actuaciones proyectadas han reforzado el pavimento y lo han dotado de regularidad, mejorando su capacidad portante, para ofrecer al conductor una mejor comodidad y seguridad. La obra se ha desarrollado en la intersección de las carreteras SG-V-2411 con la autonómica CL-603 en San Miguel de Bernuy.
La obra se inició con el fresado de aquellas zonas con piel de cocodrilo, con posterior reposición con aglomerado asfáltico en caliente en un espesor de cinco centímetros. A continuación, se extendió la capa intermedia de regularización de tres centímetros de espesor, excepto en las travesías de San Miguel de Bernuy y Cobos de Fuentidueña. La pavimentación finalizó con la capa de rodadura de cinco centímetros en las travesías de San Miguel y Cobos y cuatro centímetros en el resto de la carretera. Ambas capas de aglomerado asfáltico en caliente.
Posteriormente se realizó la puesta en rasante de pozos de registro y el pintado de la señalización horizontal, tanto en el eje como en los bordes en todo el tramo con pintura termoplástica. Solo resta por lo tanto el recrecido de arcenes con zahorra artificial.
El tramo acondicionado pertenece al itinerario número 55 (SG-V-2411 y SG-V-2416) de San Miguel de Bernuy a Burgomillodo. Tiene una longitud total de 9,2 kilómetros. Junto con el recorrido 54 (SG-V-2416) de Navalilla a Burgomillodo, constituyen una de las principales vías de comunicación más importantes que vertebran el norte de la provincia, permitiendo la movilidad para toda esta comarca, así como el desarrollo económico pues facilitan la salida de camiones de una importante industria minera, y la accesibilidad a numerosas casas rurales y a las Hoces del Río Duratón.
Se trata de un itinerario muy castigado por el tráfico pesado debido a la presencia de una industria de cuarzo ubicada en Burgomillodo, lo que había provocado un notable deterioro del aglomerado con agrietamientos y asentamientos. En él se observaban numerosas zonas con piel de cocodrilo debido a la fatiga del firme. Aunque en todo el itinerario urgía una actuación, se seleccionó en el plan el tramo que se encontraba en peores condiciones y que requería desde hace años muchas labores de mantenimiento, sobre todo por la aparición de baches y grietas longitudinales.
