Juan Manuel Santamaría abrió ayer el XXXV Curso de Historia de Segovia rompiendo un mito, ese que asegura que en Segovia no ha habido industria. “Hubo bastantes fábricas en la ciudad y, además, fuertes”, insistió una y otra vez el historiador. El título de la conferencia, “La industria segoviana en el siglo XX”, llevaba una apostilla, “bastante más de lo que se cree”, que ya advertía que Segovia no fue un territorio yermo de fábricas.
En su intervención en la iglesia de San Quirce, Santamaría quiso diferenciar tres etapas de la industria en la capital de la provincia: finales del siglo XIX; las primeras décadas del XX —una etapa próspera para Segovia, en parte debido a la I Guerra Mundial—; y, por último la Guerra española y de la II Guerra Mundial.
De la primera de esas etapas, Santamaría destacó, por su relevancia empresarial, a la familia de los Carretero, con dos ramas, una dedicada a la elaboración de productos alimentarios (harina, galletas, pastas, chocolate…) y otra a producir ladrillos y productos cerámicos.
Del inicio del siglo XX, el historiador citó a los Rueda (Julián y Valentín) y también a otra familia, la de Enrique Redondo. En ambos casos, impulsaron fábricas de curtidos y tejidos. Los Rueda llegaron a poseer varias fábricas fuera de Segovia. También en el arranque de la pasada centuaria destacaron los Ribert, propietarios de la fábrica de Borra, en la Alameda de El Parral, desde donde se expandieron a otras ciudades de España. Y, como no podía ser de otra manera, Santamaría no se olvidó de nombrar al famoso Nicomedes García.
Mención especial tiene en esa época la llegada de la Klein a Segovia, en 1919. Cuando las empresas más grandes de la ciudad contaban con 40 ó 50 empleados, Klein proyectó unas instalaciones (“magníficas”, según Santamaría) con capacidad para medio millar de trabajadores. Su catálogo de productos resulta “amplísimo”. Mangueras de riego, tuberías industriales, cables… Siempre, amoldándose a las necesidades de cada momento.
El arranque de la tercera etapa de la industria segoviana comienza, de acuerdo a Santamaría, con la Guerra Civil, en un momento previo al inicio de la II Guerra Mundial. Fruto de ese clima prebélico, en Segovia se crea ‘Defensa Anti Gas S.A.’ (Dagsa), empresa cuyo producto principal fue las caretas antigás. Eso sí, también construyeron dos modelos de vehículos, cuyas carrocerías se elaboraban, según una ‘leyenda urbana’ de Segovia, con la chapa de bidones de alquitrán. En cualquier caso, Santamaría recalcó que la línea de producción de vehículos de Dagsa no dejó de ser “una anécdota”.
Santamaría, que amenizó su conferencia con la proyección de interesantes fotografías de la época, citó, entre las industrias segovianas de la posguerra, dos marcas de galletas, El Parral y Escorial; una de productos refractarios, Nevine; y varias de limpieza, productos Margó y jabones Eresma.
Para acabar, el historiador lamentó que, con la llegada de los años 70, la inmensa mayoría de esas industrias desaparecieran.
