El Alhambra Unami es un equipo absolutamente transparente en su juego. Tanto, que su baloncesto resulta extraordinariamente sencillo de interpretar, e incluso de contrarrestar… sobre el papel. Ahora bien, en la cancha, pocos conjuntos entienden que de nada sirve tener más jugadoras en el banquillo si las cinco que salen no ponen la misma intensidad (porque más es imposible) que derrochan sobre la cancha las segovianas. El San Isidro, como les ha pasado a todos los conjuntos que se han medido con el de Alicia Alonso a lo largo de la competición, tampoco lo entendió a la primera, y cuando quiso darse cuenta ya estaba fuera del partido.
Los primeros dos minutos de encuentro fueron un espejismo que posiblemente confundió a las jugadoras visitantes, que se colocaron con 0-6 en el marcador. Pero bastó con que Melisa arrancara la moto que ya no frenó en todo el partido, y que Matu y Míriam la siguieran para que el Unami no sólo igualara en un abrir y cerrar de ojos, sino que endosara a su oponente un parcial de 22-0 que dejó al equipo de Valladolid tocado, y hundido tras más de diez minutos sin anotar un solo punto. Y aún pudo ser peor para el San Isidro si las de casa hubieran estado más acertadas en el tiro libre.
La exhibición coral de las segovianas, con defensa de anticipación, cerrando el rebote y lanzándose a por todos los balones divididos con garra, desarboló por completo a su oponente, que se marchó al descanso mirando el 31-12 del marcador.
EL TERCERO, MÁS GRIS
Alicia Alonso optó por dar descansos, y la presencia de las juniors en la pista permitió que jugadoras importantes como Cris, Solana o Melisa tuvieran descanso. Ahora bien, las decisivas como Míriam y Matu permanecieron en la cancha durante todo el encuentro, sufriendo durante el tercer cuarto, el más gris de las locales, en el que las pucelanas elevaron su intensidad, cerrando mucho mejor las penetraciones segovianas, y logrando meritorias acciones ofensivas metiendo balones en la pintura, que las permitieron acercarse en el marcador hasta el punto de poder soñar con la remontada en los últimos diez minutos.
Pero la distancia era demasiado grande como para pensar en recuperarla, y bastó con que el equipo anfitrión intercambiara aciertos y errores con su oponente en la recta final del choque, y que Míriam viera de nuevo el aro como una bañera, para que el Alhambra Unami cosechara una nueva victoria, la quinta consecutiva, lograda a base de ser absolutamente fiel a su estilo de juego, que exige a su rival el competir al límite si quiere ganarle el partido. De momento, los oponentes del conjunto segoviano lo están entendiendo demasiado tarde.
