Correos también celebró la festividad de la Virgen del Pilar por ser su patrona y quisieron, en esa fecha tan especial, rendir homenaje a los cinco trabajadores que llegan a la jubilación durante el 2018. Concepción Frutos de Frutos (Cantalejo), Manuel Ortega Vilches (San Rafael), Purificación Otero Otero (Carbonero el Mayor), Tomás Poza Álvarez (Segovia) y Sabina Sanz Martín (Segovia) cesan su actividad en la empresa postal y de paquetería en la que han invertido muchos años de sus vidas.
La jornada comenzó con una misa en la iglesia de la Trinidad. A la salida, un grupo de dulzaina y tamboril les aguardaba para acompañarles, al son de las jotas tradicionales segovianas, hasta la plaza del Doctor Laguna donde se encuentra la sede de Correos en la capital. Fernando del Pozo Martín, jefe del servicio de Correos de Segovia, también se armó con la dulzaina y participó activamente en el pasacalles junto con el resto de sus compañeros que se animaron a bailar alguna jota. La música inundó la oficina postal rompiendo así la organización y la quietud que se respiran en el edificio.
Una vez cesó el acompañamiento musical, del Pozo comenzó el discurso en homenaje a los trabajadores jubilados disculpando, en primer lugar, a Concepción Frutos y a Manuel Ortega que no pudieron acudir al acto. El jefe del servicio postal de la capital quiso hacer un recorrido en las trayectorias profesionales de cada uno de los carteros y comenzó retrocediendo en el tiempo hasta el momento en que los repartidores vestían con uniformes grises. “Eran unos años en los que teníamos trenes postales, teníamos las sacas y, en esa época, las cartas olían, olían a saca y no muy bien precisamente. Llevábamos la libretita y la cartera colgada al hombro, ya ennegrecida por el paso del tiempo”, contó del Pozo.
Los homenajeados
“Cuando vine trasladado desde Madrid, a la primera persona que vi fue a Tomás, que ya lucía su precioso bigote. Él se dedicaba a cargar y descargar los trenes y, de acuerdo con nuestra jerga postal, ‘levantaba las bulteras’, ‘emparejaba el buzón’, ‘mataba las cartas’ y, todo esto lo preparaba para que por la tarde los coches de Correos salieran a hacer el primer trayecto con parada en Torre Val. Seguramente Sabina, que su marido también era cartero y la tocó realizar el primer contrato, lo hizo con toda la ilusión de que alguna vez pudiera empezar a trabajar. Si cambiamos de línea y nos vamos para la zona de Cuéllar, a Puri la podíamos encontrar en casi todos los pueblos. En Cuéllar, Mozoncillo, Navalmanzano y terminó trabajando también en Carbonero”, relató el jefe de la empresa postal.
Del Pozo sacó a la luz aquella época en la que las carreteras de la provincia se llenaban de un total de 300 carteros, entre las 17.00 y las 19.00 horas, esperando al coche de Correos para recoger “su saquita, llevársela a su casa y empezar a repartir”. “Es magia pero los carteros sabían lo que contenían las cartas sin leerlas, ya que está prohibido”, sentenció.
Los jubilados recibieron un obsequio y un ramo de flores de manos de Fernando del Pozo que les deseó “salud y felicidad en esta nueva etapa”. Tras las palabras de este, comenzaron a degustar los aperitivos y canapés que les habían preparado encima de los mostradores de la oficina.
