El Hay Festival nació en la pequeña localidad galesa de Hay-on-Wye, en 1988. Desde 1996 adquirió carácter global y hace trece años llegó a Segovia.
Desde entonces, más de un millar de artistas, pensadores, escritores y periodistas, han contribuido a que la cita cultural de Septiembre haya quedado implantada en la ciudad del Acueducto hasta ocupar un papel principal en su calendario. Atrás quedó el temor suscitado por las dos ediciones celebradas en Granada (2008 y 2009) que parecían competir la sede actual. ‘El Hay tiene sangre segoviana’, dice su directora. Y ahora, también, tributa en España. La salida del Reino Unido de Europa (el Brexit) ha forzado cambios en la formula legal del encuentro literario de honda raíz inglesa. Acaba de registrarse la Fundación ‘Hay Festival España’.
— Cuando Sheila Cremaschi dirigió la primera edición, en 2006, no conocía apenas la ciudad y mucho menos su idiosincrasia.
¿Qué ha aprendido en estos trece años de la ciudad de Segovia y de su gente?
— (Lo piensa). Qué pregunta más compleja….. Diría que ha sido un duro aprendizaje, porque llegué con unas pautas de excelencia que Gales marcaba como festival fundador, (que ahora cumple 30 años desde que se celebró por primera vez en 1988 en Hay-on-Wye), y con unos objetivos bastante difíciles de cumplir. Hemos tenido que ir convenciendo a la gente de Segovia de ciertas cosas a las que no estaban acostumbradas, como por ejemplo el pago de la entrada por acudir a escuchar una conversación. No fue sencillo hasta lograr hacer ver que esto era una manera de dar valor a los pensadores, historiadores, artistas y escritores. Pagar por acudir a oír y ver es importante para valorar su trabajo y este propósito ha llevado varios años.
Ahora sabemos que contamos con una masa fiel de segovianos que participan y acuden al Festival, que valoran mucho.
— Recibieron desde el primer momento el apoyo de las instituciones, fundamental aparte de los patrocinios privados, para echar raíces. ¿Ha dado el Hay Festival tanto a la ciudad como Segovia al Festival?
— Creo que la Cultura no debería medirse solamente por números y porcentajes. Habría que hablar de conceptos. Con el dinero que nosotros recibimos de las instituciones de la ciudad (60.000 euros del Ayuntamiento y 20.000 de la Diputación) pagamos casi 50.000 euros de hoteles, 12.500 de transporte y otros 12.000 de trabajos técnicos a gente de Segovia. Trato de decir que el dinero que recibimos de Segovia queda en proveedores de la ciudad de Segovia. Esto, para el que le interese hablar de dinero. Pero lo que creo que nosotros aportamos y se puede probar es que el festival concita una difusión internacional cuya repercusión es tan importante y tan global que pasa más desapercibida. El hecho de que medios de comunicación dediquen páginas y programas enteros a Segovia desde muchos sitios de mundo -por ejemplo The Guardian, la BBC, Sky News, canales chinos…- quiere decir que el Festival es un medio de repercusión impresionante. Cuando en otros países gestionas dinero público, lo importante es dar cuenta de la repercusión que se ha logrado. Esto es así a nivel internacional.
En el caso del Hay Segovia, a esta repercusión internacional, hay que añadirle la difusión nacional que recibe el apoyo de los grandes grupos de comunicación, incluida la Radiotelevisión española. La cobertura del festival es enorme.
El año pasado, por primera vez, contratamos dos agencias de comunicación, una segoviana y una nacional, para contar con un Informe técnico del retorno económico del dinero público. Estas agencias contabilizaban la repercusión en prensa; es decir, una página en El Mundo, en El País, en ABC, La Vanguardia…y analizan qué supone eso. Cuando el año pasado sumaron todas las apariciones públicas, superamos los 5 millones de Euros. Este año aún no hay cuentas, pero calculamos un retorno aún mayor. Esto es importante para la difusión de Segovia y de Castilla y León. Tenemos muchos visitantes que al venir de tan lejos, además de estar en el festival, viajan después por Castilla y León; van a Ávila, Valladolid o cualquier otra provincia. Esto debería ser subrayado por la divulgación que obtiene Segovia a través de un marco cultural como el Hay.
Y además de esto, nos encontramos con la evidencia de que los días del festival, Segovia llena sus hoteles y restaurantes; no hay una plaza libre. Esto quiere decir que el festival mueve miles de personas y supongo que hoteles y restaurantes estarán encantados.
— Sin embargo, ¿Colaboran con el Festival?
— Pues no. Los hoteles nos atienden muy bien, llenamos hoteles enteros y la atención que recibe el ‘visitador Hay’ es muy buena. Algunos nos hacen un descuento, pero la mayoría nos cobran las tarifas habituales.
— La última edición centró su tesis en los valores democráticos de una Europa amenazada. Hablando de amenazas, ¿cómo afecta el Brexit a la organización del festival de raíz inglesa?
— Lo tenemos resuelto después de haber pasado dos ediciones con bastante incertidumbre y temor. Acabamos de registrar una Fundación que se llama Hay Festival España. Es ya una institución española que, desde el año próximo, tributará en España y pagará aquí sus impuestos. Hasta ahora, con los tratados europeos en vigor, nosotros tributábamos en Gales, lo que en este lado nos ha traído dificultades. Al salir el Reino Unido de la Unión Europea tuvimos que crear un nuevo marco legal que nos permitiera nuestro propio funcionamiento. Esto, que se cuenta pronto, ha supuesto una dificultad enorme, pero registrada la nueva Fundación Hay Festival España, nos garantiza la supervivencia a través de un marco idóneo. Ya no existe vacío legal alguno y, dado ese paso, veremos cómo nos va a afectar. Porque algún dinero que nos daba el Gobierno inglés ya no tendrá obligación de darlo porque somos una Fundación española; podrá darlo o no. Pero sí contamos con una institución maravillosa que es el British Council. Ellos ya han anunciado que seguirán apostando por el Hay, aunque haya cambiado su formula legal.
— La nueva Fundación que tributa en España, ¿encarece las arcas del festival?
— Sí, totalmente. Al formar parte de la madre galesa, muchas funciones se hacían en Gales, y aquí nos las daban hechas. Compartíamos administración y gerencia. Ahora ya no. El dinero de los patrocinadores estos catorce años ha ido a la cuenta de Gales y de ahí se ha pagado a los intervinientes. Todo ese lío administrativo se ha manejado en el lugar de origen del Festival y, ahora, tras la nueva situación legal, necesitaremos contratar gerentes y contables en España, para llevar al día todo ese papeleo. Y sí, esto encarecerá.
— El Hay nació hace 30 años en Hay-on-Wye y ahora tiene delegaciones dentro de Europa en España y en Cartagena de Indias, Colombia, México y Perú. Después de 13 años, ¿ está afianzado en Segovia?, ¿es inamovible?
— Pienso que sí. Uno de los motivos que esgrimí para que se creara esta Fundación es que Segovia había contribuido mucho al éxito de la cita española. El Hay tiene sangre segoviana, ha sido apuntalado y sostenido por las instituciones segovianas y nunca he explorado otras opciones, sencillamente porque me parece una cuestión de saber corresponder; hay que ser leal con quien te cuida.
Ahora bien, ningún Hay Festival tiene presupuesto garantizado. Cada año se empieza de cero, por eso lo que hace peligrar cualquier Hay es el dinero, no la voluntad de permanecer. Cada año tengo que salir a recorrer embajadas, empresas, instituciones públicas y privadas para que colaboren.
— El pequeño pueblo de 1.300 habitantes en el que nació se transformó con el Hay hasta el punto de recibir el sobrenombre de ‘town of books’. ¿En qué ha transformado el Hay a la ciudad de Segovia?
— Esto debería decirlo la gente de Segovia, pero la ciudad que vi cuando llegué hace quince años para convencer a las autoridades e instituciones era diferente y noto que ha cambiado mucho. No sé si es bueno o no, pero por ejemplo, sus tiendas se han transformado hacia la globalidad al mismo tiempo que el Hay estudia las cuestiones que afectan al mundo global. El comercio ha crecido y ha atraído a todas las marcas; Los hoteles se han rehabilitado y hay mayor número de plazas hoteleras; han rejuvenecido. Si hay empresarios que apuestan por hoteles será porque se ha incrementando el número de visitantes. Lo más importante es que se proyecta la ciudad de Segovia a nivel global y esto nadie lo dice, pero es un hecho evidente.
— En Hay-on-Wye creció el número de librerías hasta 30 ó 40 (el número nunca ha estado claro). Aquí, siguiendo esa proporción, deberíamos tener un millar.
— Pero hay que decir que las librerías en Gales ya estaban antes incluso que el festival. El nivel en Reino Unido de horas de lectura al día es muy alto, porque, aunque suene a tópico, el clima es tan malo que con gran satisfacción te quedas encerrado muchas tardes leyendo. Quizás lo que sí ha transformado el Hay es que las librerías de usado han empezado a incluir también libros nuevos, como sucede en Gales.
Desde hace dos años estamos apoyando a las librerías porque son el eslabón más débil de la cadena y de ahí que ellos estén vendiendo entradas del Festival, aconsejando libros a los clientes que reciben así un servicio que no tenían: el librero hace de transmisor, porque conoce a los pensadores participantes y puede recomendar qué ver, a quien escuchar.
— Entre los patrocinadores oficiales figuran todas las instituciones: Ayuntamiento, Junta, Diputación y Gobierno central. ¿Qué cifras aportan las instituciones públicas cuyo dinero sale de las arcas públicas?
— El Ayuntamiento ya he dicho que aporta 60.000 euros; la Diputación provincial, 20.000. De la Junta de Castilla y León recibimos 30.000 euros, y del Gobierno central no está muy claro, pero este año el Ministerio de Cultura creo que aportará 15.000 euros.
— ¿Le preocupa el año electoral a la vista en la organización del festival?
— Me preocupa muchísimo, basta imaginar lo que ha sido este año empezar con el Gobierno nacional presidido por Mariano Rajoy, del PP, y terminar con el Gobierno de Pedro Sánchez, del PSOE. Tuvimos que empezar todo de nuevo.
— Después de trece años y habiéndolo inaugurado (en 2006) como ministra de Cultura Carmen Calvo, actual vicepresidenta del Gobierno, todo nuevo no sería, ¿no?
— Sí, eso es cierto. Es más, le escribí una carta dirigiéndome a la Señora vicepresidenta del Gobierno y recordándole que ella lo inauguró en el año 2006 como ministra de Cultura. ¿No cree que es hora de volver?, le decía invitándola a acudir.
— No vino.
— La vicepresidenta habló con la alcaldesa, Clara Luquero, y me consta que le facilitó el programa y sus momentos estelares. Luego, las agendas de los grandes responsables políticos son complicadas y supongo que no podría.
— La filosofía organizativa del festival era repartirlo por la ciudad. ¿Cree que esto se ha desvirtuado, concentrando en menos espacios los eventos?
— Creo que más bien hemos enloquecido en lugar de achicado y las sedes han aumentado. Solo las 13 exposiciones que ha habido este año, (una por cada edición), han acrecentado la necesidad de moverse por la ciudad para llegar a todas ellas. Hemos ampliado los lugares. El Torreón, la Plaza de San Martín, la Alhóndiga, el Teatro Juan Bravo, la capilla del Esteban Vicente, la Cárcel, el Colegio de arquitectos por primera vez, la Casa de la lectura del centro histórico, la Biblioteca Pública de Nueva Segovia, el Jardín de Leandro Silva y la Huerta de Félix Ortiz, además de los diferentes espacios del IE. Hemos ampliado sedes. Es más: creo la expansión ha sido tan complicada que deberíamos reducir.
El problema es la capacidad que ofrecen los diferentes espacios de Segovia, por otra parte, todos, maravillosos. Pero el Hay congrega grandes nombres que requieren de grandes aforos. Y los únicos realmente amplios son el teatro Juan Bravo, con 400 butacas, y el aula magna del IE, con más de un millar de plazas; el resto son de 100 o 150 personas. En Gales instalan provisionalmente carpas que yo no quiero traer a Segovia porque la belleza de sus espacios es parte consustancial del encanto que aporta Segovia.
— A medida que el Hay se ha afianzado, también, han crecido las voces críticas. Hay quien considera que con el dinero público que recibe el Hay se podrían hacer muchos otros eventos culturales. ¿Qué puede decir al respecto?
— No quiero ni debo entrar en cómo las instituciones invierten el dinero, pero esa crítica es injusta porque de los grandes eventos que se hacen en Segovia el que menos recibe es el Hay. En un festival que lleva 13 años siempre va a haber críticas, lo que sería interesante analizar es qué porcentaje de críticas desfavorables se producen en relación con las voces a favor. Me parece que los gestores culturales, que son competidores del Hay, tienen todo el derecho a criticar este festival, pero no son la voz de la calle. Si lo fueran, la gente no estaría llenando los espacios como lo hace. Creo que el enfoque debe ser otro: habría que mirar la repercusión internacional y nacional que otorga el Hay Festival y parece que a algunos les cuesta reconocer la visibilidad que aporta a la ciudad, absolutamente positiva.
— Entre los críticos con el festival se señala que la organización no tiene en cuenta el tejido cultural radicado en Segovia, que no ha conseguido hacerle partícipe ni participante.
— Son fake news (noticias falsas que se difunden a través de los medios). El Hay Festival desde sus inicios ha tenido en cuenta un porcentaje importante de gente de Segovia; bien pesadores y escritores, o artistas y periodistas. Pero a nosotros nos exigen que traigamos grandes nombres y el Hay no puede hacer un festival con nombres locales nada más. Por un lado nos dicen ¡a ver qué nombres traen!. Lo que se pide de nosotros es que venga prensa internacional y un público no solamente local.
— Hablemos de la política de precios. En la última edición el precio de las entradas era de 7 euros. Si bien es cierto que comenzaron costando 7 euros, también lo es que entre el 2009 y el 2016 los precios bajaron hasta 2 y 3 euros ¿Por qué de nuevo esta subida?
— Porque durante los duros años de la crisis el festival no tuvo más remedio que adecuarse a las rebajas de la crisis. Ahora, no hay crisis y había que subirlos. Lo que siento es que se pierda la perspectiva de que vivimos en un mundo global y cuando invitas al Festival a autores como Ken Follett o Stephen Frears, esas entradas en cualquier otro festival del mundo alcanzan un precio muy superior, de 50 o 30 euros y eso nadie lo dice.
— ¿Siguen sin plantearse crear bonos para abaratar y fidelizar la asistencia múltiple a los eventos?
— Lo de los bonos es muy complicado de hacer al haber muchos eventos al mismo tiempo. Para poner bonos tendríamos que cambiar el programa web de venta de entradas. No es fácil, hay que estudiarlo, pero si la gente lo demanda, habrá que buscar una forma de hacerlo. Tenemos otras formas de atraer público, como las entradas gratis para los estudiantes. Cada uno puede llevarse hasta 10 entradas gratis presentando el carnet y hemos tenido 1.000 estudiantes, lo que quiere decir que cuidamos el objetivo importantísimo de ganar público joven. En ello ha incidido la Junta, financiando autobuses para acercar a las conferencias a los estudiantes de otras localidades, de Ávila, Tordesillas, Valladolid, con la idea de favorecer a centros del medio rural.
— ¿Hay algún signo diferenciador del Hay Segovia de otros festivales homólogos que se celebran en el mundo?
— Sí. Hay una diferencia rotunda y es la apuesta del Festival español, con sede en una ciudad patrimonio de la Humanidad, por las artes y la arquitectura. El festival segoviano tiene un programa de Artes Visuales que ningún otro Hay disfruta.
En general, en los otros festivales hay siempre una exposición, pero no se toma la ciudad con 13 exposiciones como ha tenido Segovia este año. Hay otro signo distintivo: El festival de Segovia tiene un marcado carácter filosófico o de pensamiento. Va más allá de la literatura. Participan con más fuerza y número, pensadores, filósofos, historiadores … que permiten aportar propuestas para la reflexión. Esto en otros festivales Hay tiene menor dimensión y ese valor espiritual creo que debe ser reconocido. Tenemos un nivel intelectual amplio y la discusión que proponemos tienen un altísimo nivel intelectual global, ya sea entre arquitectos de renombre mundial, pensadores o filósofos. Es un festival realmente complicado de elaborar y coordinar.
Para lograr el festival que hemos tenido este año se trabaja 14 meses y eso no se visualiza. Para conseguir una empresa que apoye has tenido que visitar una decena y nueve te han dicho que no. Si no te pones a pensar ahora qué quieres hacer, no haces el próximo septiembre un festival de altura, con gente de talla internacional.
— ¿Se puede ya esbozar el tema aglutinador de la próxima edición?
— Aún no se puede concretar, pero teniendo en cuenta el momento convulso que vivimos, lleno de amenazas, posiblemente el próximo año el denominador central de las discusiones y eventos verse necesariamente sobre la paz mundial y la quiebra del reparto y orden establecidos. Son temas candentes y el Hay pretende arrojar luz, ideas y pensamiento a las cuestiones que nos preocupan y que dan sentido a nuestras vidas.
