El festival celebrado el pasado sábado en Zarzuela del Pinar, congregó menos gente de la habitual, teniendo en cuenta que a las siete de la tarde se celebraba un funeral por al alma de una estimada vecina y el festejo taurino comenzaba a las 18.30. Naturalmente, y es comprensivo, el sentimiento de dolor por encima del sentimiento lúdico.
La plaza pues, registró un tercio de su aforo. Presidió Carlos Gómez. La reina de las fiestas, damas de honor y el rey de las fiestas, ocuparon sitial en el palco presidencial. El grupo de dulzainas Zarpin Fola amenizaron el espectáculo con sentidos pasodobles toreros.
Se lidiaron dos ejemplares de la ganadería de Valdespino, de buen juego apreciado por el público y premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre el segundo de la tarde; y un ejemplar de Antonio Palla lidiado en tercer lugar, bravo por cualidades estimadas en este concepto. Nobleza, embestidas repetidoras y de largo trayecto.
VÍCTOR JANEIRO
El hermano de Jesulín de Ubrique volvía a torear en Zarzuela del Pinar un año más y eso gusta al respetable porque siempre ha salido acreditado en mayor medida y con el éxito como bagaje. Magníficos lances y revolera. Quite por chicuelinas.
Manejando la franela con solvencia y gusto torero, a media altura desgrano muletazos de templado concepto y ligando las series. El correspondiente pectoral largo y completo, de pitón a penca. El novillo se queda algo corto en el viaje por el pitón izquierdo. De ahí que los pases tuvieron menor sentido estético. Retorno al lado bueno por donde había mayor fluidez y campo de maniobra. Circulares u adornos en faena larga, a veces profunda y con sello de la calidad. Volapié y estocada para dos orejas y rabo.
ANTONIO ROMERO
Matador de toros mexicano y vestido a la usanza charra. Recién pisado suelo español, se declara torero de ortodoxo toreo con matices bien denotados de su tierra azteca. Cuatro soberbias verónicas, dos chicuelinas y revolera. Fuertes oles y fuerte ovación.
Pase cambiado en el centro del redondel. Bueno el toreo en redondo causando una honda y sentida impresión por su mentalidad de ideas y concepto artístico. Y al natural transmitió el mismo sentido y emotividad. Serio, circunspecto y adornando convenientemente la imagen torera, actuó de forma especial con gusto, armonía y templanza. Habría, pienso yo convencido, que su mejor virtud y es algo sustancial y altamente valorado, es el temple. Dos pinchazos y estocada para dos orejas. Se recuerda con afecto y pena el festival celebrado en esta villa con la caballerosa y torera actuación de ‘El Pana’, quién cuatro días antes de venir a España cuando terminaba su temporada americana, fallecía de manera imprevista y dolorosa. Iba a ser el invitado especial de la Tertulia Taurina de Segovia. También vistió el atuendo charro y toreó primorosamente cortando las orejas y el rabo.
ARÉVALO DE PABLOS
Vuelvo a ver torear al joven diestro segoviano y confieso que he observado una evolución en sus formas y maneras muy positiva. Se planta pausado, firme y sereno ante la cara del novillo. Cumple los requisitos mandados en las ordenanzas del ‘arte de torear’ que propulsó el mítico Cúchares. Lances de vistosa ejecutoria como saludo preliminar.
Pases por alto y toreo en redondo dando el paso necesario para la debida colocación tras el muletazo. Naturalidad, buen gusto, fijeza, firmeza y templanza. Todo en uno, una forma correcta de interpretar el toreo. Está cuajando este valor segoviano y la denotación se percibe, se huele y se siente. Bien es cierto que el novillo de Antonio Palla fue modélico, pastueño y noblote, pero ante el astado bueno se descubre el torero malo, y Arévalo de Pablos descubrió a un torero que posee valores muy importantes y que puede ser, digamos que al menos y dentro de poco tiempo, torero relevante camino de la gloria torera. Vamos a considerar y a valorar los aspectos toreros de nuestros novilleros, para ayudar en lo posible a que alguno alcance lo que todos los días sueña y desea.
Tras las consabidas giraldillas, una estocada arriba y dos orejas y rabo.
