El 23 de agosto de 2018 tuvo lugar el acto de clausura y la exposición final del Curso de Pintores Pensionados del Paisaje que organiza la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce. El curso se celebra cada verano desde 1919 y reúne a jóvenes artistas seleccionados de entre las titulaciones de Bellas Artes de toda España.
Los dieciséis pensionados se alojaron en el Palacio del Quintanar, que permaneció cerrado al público del 1 al 28 de agosto. Los artistas han disfrutado de un completísimo programa de actividades en el que se han aceptado propuestas espontáneas por parte de los propios alumnos y que ha incluido una estancia en el monasterio de Santa María del Paular, en Rascafría, así como la observación, tanto diurna como vespertina, de todo tiempo de paisajes segovianos, urbanos y rurales.
Como resultado, se expone en el museo de la Alhóndiga una selección de las obras creadas durante el curso, que puedo visitarse hasta hoy domingo.
Estos fueron los estudiantes pensionados, entre los que se incluyen dos segovianos:
Rosa Aguilar Santos. Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla.
Marcos Barrientos Soriano. Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Málaga.
David do Nascimiento Beyrich. Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.
Alfonso Escorial de Lucas. Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca. Becado Segoviano.
Isabel Felipe Toledo. Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Zaragoza.
Alfonso José Fernández Barroso. Universidad Rey Juan Carlos, Madrid.
Enrique Fernández Prada. Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Vigo.
María Ferrer Planells. Facultad de Bellas Artes, Universidad Miguel Hernández, Alicante.
Víctor Formariz Pascual, Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca.
Federica Furbelli. Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna, Tenerife.
Angreas Gangoso Klöck. Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada.
David Hernández Hernández. Facultad de Bellas Artes de Universitat Politècnica de Valencia.
Laura Lorente Ruipérez. Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Murcia.
Alba de Lucas Sastre. Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco. Becada segoviana.
Miranda Pastor Prieto. Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona.
Maider Santos Jáuregui. Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco.
Su directora, Victoria Chezner, de la Universidad de Murcia, cerró el acto de clausura con unas palabras con las que, además de reivindicar la importancia curricular de este curso de pintura, reflexionó sobre el valor del paisaje:
“He destacado siempre que detrás de las instituciones, están las personas. Detrás de los alumnos, hay una persona que comparte su lado íntimo… Hemos compartido vivencias muy intensas, de mucho estrés. Nadie se ha negado a nada: ni a pintar de madrugada, ni a participar en actividades solidarias. Me llevo, en el ámbito personal, la implicación que habéis demostrado. Sin vuestra presencia y dedicación, esto no tendría sentido.
Las estancias que habéis tenido aquí no deberían figurar en una sola línea del currículum. Vosotros sois la promoción del 2018. Hay una élite de artistas españoles que han pasado por aquí, con la prestigiosa beca. La huella que os va dejar, me consta, será muy intensa y de larga trayectoria.
A veces, las personas que conviven diariamente con un paisaje no lo ven. Es invisible. Pero basta salir de viaje, o pasar un tiempo fuera, para encontrar esas montañas, esos monumentos, esas calles, para sentirse reconfortado. Esa voluntad que habéis tenido, de extraer del paisaje lo que considerasteis de relevancia, histórica, personal, romántica contribuye a que las mismas personas que viven aquí lo pongan en valor. Calles, casas que en principio no tenían ninguna importancia, tienen importancia gracias a vuestra visión. La mezcla entre el que vive aquí y el de fuera, a través de la mirada artística, es de enorme valor.”
Por su parte, Rafael Cantalejo, director de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, agradeció a la Junta de Castilla y León, la Consejería de Cultura, el Ayuntamiento de Segovia, la Diputación provincial y el Patronato del Alcázar las subvenciones y el apoyo concedidos, e invitó a los alumnos a regresar a la ciudad:
“La cigüeña es el lema del curso, la cigüeña que siempre vuelve.
Ya son muchos los años en que llega este momento, inevitable, en que os marcháis. Los que hemos mantenido contacto directo con los alumnos conservamos direcciones, perfiles, números. Luego, han tenido una trayectoria suficientemente importante como para estar orgullosos de su paso por Segovia.”
El mismo día tuvo lugar, también, la entrega de medallas con las que se premió a tres alumnos seleccionados. El oro fue para Federica Furdelli, con la que hablamos sobre su experiencia durante el curso:
“La parte más bonita de la experiencia fue compartir con los demás artistas, compartir el palacio y hablar de pintura todo el día. Nos movimos mucho, fuimos a muchos sitios, hicimos muchas excursiones… Cada día era muy intenso y estaba lleno de charlas. Cuando te acercas a otros artistas, te empapas de los demás, y también, del lugar en el que estás. La manera de pintar se modifica, se va transformando y se enriquece. Lo que quería conseguir yo, personalmente, era crear más atmósfera y recoger más sensaciones.”
Sin embargo, Victoria Chezner ha recogido, en el catálogo de la exposición, atentos comentarios para cada uno de sus alumnos:
“Miranda Pastor se acerca al paisaje desde los detalles de una naturaleza sencilla, sin artificios, encontrada. Así, a través de sus fragmentos, logra poner en valor el paisaje real con el que convivimos y que en ocasiones no vemos. Alba de Lucas establece su mirada sobre los elementos culturales del paisaje; la huella del ser humano se percibe como elemento necesario para entender el paisaje segoviano presente y pasado. María Ferrer, con sus múltiples paisajes en movimiento, nos muestra los lugares por los que ha transitado. Marcos Barrientos analiza y superpone escenas, atrayendo así la mirada sobre lo cotidiano de un paisaje sobreexpuesto, como un guiño hacia el recuerdo personal escondido. Alfonso Fernández trabaja escenas de un paisaje sin figura; trasmitiéndolas con una intensa carga emocional, invitándonos a entrar en su punto de vista. Laura Lorente extrae escenas del paisaje de forma sensible, desatura los tonos con el fin de evocar el recuerdo de paisajes vividos tiempo atrás, donde los matices no tienen importancia. Víctor Formariz construye el paisaje llevando grandes planos a la esencia de lo relevante, analiza de forma consciente los elementos fundamentales, con sobriedad. David Hernández, desde la experimentación, realiza una búsqueda de su propio lenguaje, a través de las texturas. El paisaje crece en la obra de Andreas Gangoso como una visión interiorizada de formas y sensaciones, registradas detenidamente. Alfonso Escorial construye paisajes cotidianos desde otros puntos de vista, desde donde los demás nunca se posicionarían. Enrique Fernández Prada nos descubre el color de la vegetación y en las estructuras intensas de elementos cotidianos: manchas que nos llevan a reflexionar sobre el movimiento en la sociedad contemporánea. Rosa Aguilar, desde una re-visión del realismo mágico, nos ofrece la mirada hacia un tiempo detenido a través de elementos vegetales superpuestos. Federica Furbelli nos muestra a través de líneas y estructuras orgánicas, una vivencia absoluta del paisaje desde dentro, sintiendo con intensidad los matices. Isabel Felipe, con el diario visual de lo vivido, plasma cómo evolucionan los campos visuales del gran paisaje fragmentado de la provincia de Segovia. Maider Santos, desde la síntesis reflexiva de su pintura, nos ofrece un paisaje detenido y a la vez en movimiento, donde la presencia del ser humano es necesaria e imprescindible. David do Nascimiento, con múltiples intentos de aprendizaje en el paisaje real, busca los planos que delimitan sus elementos constitutivos, ofreciéndonos una lucha por llegar a la esencia de aquello que observa.”
Muchos insistieron en el valor del contacto personal, que había motivado un cambio en su técnica artística, en el momento de hablar con nosotros:
Alfonso Escorial de Lucas:
“Las actividades y todo lo que hemos pasado se han hecho muy cortos, vistos ahora. Estaría bien poder retomarlo, por el recuerdo que queda, que es muy bueno. Conocía los paisajes de Segovia pero nunca los había pintado, así que fue como observar más profundamente todo lo que hay en mi entorno. Cada uno viene de una facultad diferente y tiene una visión diferente, algo se queda siempre en los demás.”
David Hernández:
“El curso ha sido increíble. Un mes entero de convivencia con gente que nunca has visto, con estilos de trabajo completamente diferentes. Empiezas a trabajar con ellos, a conocerles, y eso es inapreciable. Voy a echar de menos mi taller propio, mi espacio, mis materiales… Yo suelo trabajar en la terraza de mi casa, en muy malas condiciones. Algunos de mis compañeros tienen ya algún sitio para ellos, otros no.
Yo venía con una técnica propia, pero empiezas a ver que uno hace una cosa; otro, otra; y las vas incorporando, según te va sirviendo. Juegas con lo que aprendes de los demás y te abres a otros estilos.”
Miranda Pastor:
“El curso me ha parecido una maravilla. Realmente no me quiero ir de aquí. Hemos intentado quedarnos con la llave y ocupar el palacio, pero parece que va a ser imposible. Para casa me llevo la gente que he conocido, y todo lo que he visto, las conversaciones sobre arte que hemos tenido a cualquier hora del día… Y también, conversaciones que acaban no siendo sobre arte, sino sobre la relación que hemos establecido entre todos y nuestra forma de ver el mundo.
Es difícil de explicar cómo se conecta el contacto con los demás con lo que tú pintes… No es posible transformar algo sensitivo en palabras. Los paisajes de Segovia son muy diferentes a los de Barcelona. En verano, todo parece dorado, y amarillo paja, es basto, y a la vez suave… Ha sido muy interesante intentar pintarlo.”
El Curso de Pintores Pensionados ha acogido ya a más de un millar de alumnos, entre los que se encuentran autores de importante obra y trayectoria, y ha organizado más de sesenta exposiciones. Los segovianos seguiremos disfrutando, cada verano, de un nuevo grupo de jóvenes artistas dispuestos a apreciar nuestros paisajes.
