Muy posiblemente, 22 familias estén pasando un auténtico infierno desde hace poco más de dos semanas, concretamente el 13 de abril, fecha en la que un resquicio legal permitió a Antonio Troitiño salir de la cárcel seis años antes de lo que la condena inicial había dispuesto por haber asesinado en solo tres años a 22 personas: 17 guardias civiles, un carnicero, un coronel, un teniente coronel, un comandante y un soldado metido a chófer.
Tres jueces fueron los responsables de que este criminal saliera de la prisión de Huelva: Alfonso Guevara, Ángeles Barreiro y Guillermo Ruiz Polanco. Curiosamente, se les considera de corte conservador. Hubiera sido más lógico que firmaran el fallo magistrados afines a Jueces para la Democracia que, en su mayoría, votaron a favor de Sortu en el Supremo.
El primero de los togados, actual presidente de la Sección Tercera de la Sala de lo Penal, ya concedió la libertad provisional a la ex ministra de Exteriores de ETA, Elena Beloki, para que se sometiese a un tratamiento de fertilidad. También confirmó la salida del ex secretario general de LAB Rafa Díez Usabiaga para que cuidara de su madre. Ambas decisiones humanitarias generaron una gran controversia.
El brazo derecho del juez, Ángeles Barreiro, fue la que, en diciembre pasado, decretó fianza de 30.000 euros para Itxaso Torregrosa Arteaga, miembro de Segi.
En cuanto a Ruiz Polanco, sustituto del mediático Javier Gómez de Liaño, su currículum es más que envidiable: en 2004, el CGPJ le suspendió un año por falta muy grave de desatención y retrasos injustificados en sus competencias, que originaron la excarcelación del presunto etarra Ibai Ayensa.
Tras estos campeones y sus trofeos, uno tampoco se extraña mucho de que el juez Tirado, aquel que dejó a Santiago del Valle, el asesino de Mari Luz, a sus anchas -meses antes del brutal crimen- por pura negligencia, únicamente tuviera que pagar una multa de 1.500 euros.
Una vez subsanada la chapuza judicial con otra -pues tampoco quedan claras las razones de la repentina marcha atrás, máxime cuando se acordó debatir el asunto después de las vacaciones-, solo queda que Troitiño se entregue -es un decir- o sea capturado para que se le vuelva a aplicar la doctrina Parot, que recibe su nombre por el galo Unai Henri Parot, autor de 82 asesinatos, que quizás sea visto como un militante vasco por los estudiantes de la Universidad Complutense de Madrid que colgaron, el pasado jueves, una pancarta de apoyo al ex miembro del comando Madrid, compañero de Iñaki de Juana Chaos, que parece ser muy feliz en su tierra, con poco tiempo para arrepentirse de sus 25 crímenes y sí de sus 18 años entre rejas.
Una de las víctimas del prófugo fue el comandante Ricardo Sainz de Ynestrillas. Su hijo, Ricardo, mantiene su recuerdo en su página de Facebook: «Pude ver el asesinato de mi padre a manos de ETA el 17 de junio de 1986, frente a mi portal. Fui procesado y absuelto por la ejecución del diputado de Herri Batasuna Josu Muguruza…».
Este crimen cometido por Antonio Troitiño Arranz (Tariego de Cerrato, 26 de junio de 1957) ni fue el primero, ni desgraciadamente el último. Ya se estrenó el 26 de octubre de 1983 con Lorenzo Mendizábal, un hombre que se ganaba la vida cortando chuletones en Hernani. Junto a otros valientes gudaris, acribillaron a balazos al carnicero. Como unos cuantos años después harían unos discípulos suyos con el kioskero Manuel Indiano.
No obstante, su día de gloria llegó el 14 de julio de 1986 en la capital de España, en la plaza de la República Dominicana. No le tembló lo más mínimo el pulso para activar el mando que hizo estallar cinco ollas a presión llenas de tornillos y tuercas que estaban escondidas en una furgoneta. Murieron 12 chavales recién salidos del cascarón de la Guardia Civil. 44 personas resultaron heridas como consecuencia de la brutal deflagración.
Por este atentado, la misma Audiencia Nacional que lo excarceló, lo condenó a 2.232 años de prisión. Como a sus compañeros: Cristina Arrizabalaga, María Teresa Rojo, Esteban Esteban Nieto, Inmaculada Noble y José Ignacio de Juana Chaos, que fueron arrestados junto a él un 16 de enero de 1987.
¿Y ahora qué? Ésa es la gran pregunta. Para el portavoz de Interior del PP, Ignacio Cosidó, no hay duda de que se habrá integrado dentro de la banda, donde muchos lo consideran un auténtico dios. Esta hipótesis no es en absoluto descabellada porque ya emprendió ese camino otro ilustre prófugo que, como diría Sabino Fernández Campo del general Armada, «ni está ni se le espera»: Josu Ternera, que, además, participó en la negociación -o intercambio de opiniones, como sostiene el PP– con el Gobierno Aznar. Eso sí, eran otros tiempos y el veterano gudari no pudo domar a los agresivos y crecidos cachorros que por aquel entonces lideraban la banda.
