Vestido con un impecable traje gris y un jersey negro de cuello alto, los periodistas bromeaban con el innegable parecido que Kofi Annan tenía con el actor norteamericano Morgan Freeman, al que recordarán por su papel de presidiario juicioso y recalcitrante en ‘Cadena perpetua’.
En abril de 2006 y durante dos días, el entonces secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), fallecido ayer tras una larga enfermedad, visitaba Segovia con motivo de la reunión sectorial de la Junta de Jefes Ejecutivos de este organismo, que tuvo lugar en el Parador de Segovia.
El arduo trabajo de la reunión dejó tiempo al político para disfrutar no solo del paisaje y de la gastronomía local, sino también para celebrar su 68 cumpleaños en tierras segovianas, cumpliendo con el ritual de soplar las velas de una tarta con la que fue agasajado en una cena oficial en el Palacio Real de la Granja.
Annan llegó a Segovia en un tren de cercanías desde Madrid junto a los primeros ministros de Noruega y Pakistán, y en el andén de la vieja estación de ferrocarril fue recibido por el entonces alcalde de Segovia Pedro Arahuetes y el también subdelegado del Gobierno Juan Luis Gordo. Arahuetes ejerció de anfitrión y tuvo que explicar a Annan el motivo de que tuviera que emplear una muleta; fruto de una lesión en una pierna mientras jugaba un partido de fútbol amistoso.
Junto a su esposa Nane, y acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores Miguel Angel Moratinos, Annan se desplazo hasta el Real Sitio de San Ildefonso, donde tuvo lugar una cena oficial de recepción a la Junta de Jefes Ejecutivos de la ONU, en la que el hostelero Cándido López tuvo el detalle de ofrecerle una tarta con motivo de la celebración de su cumpleaños.
Al día siguiente, las jornadas de trabajo le permitieron disponer de tiempo para visitar la ciudad, donde pudo conocer la Casa de la Moneda y el Monasterio del Parral en un paseo junto a su esposa y rodeado por un exigente e importante séquito de seguridad que no puso fácil el trabajo a los informadores.
También hubo tiempo para conocer el Alcázar, donde estampó su firma en el libro de honor, y desde allí culminar su visita a Segovia trasladándose hasta el acuartelamiento de Baterías, donde le esperaba un helicóptero para llevarle a Sevilla, donde entregó el premio NO-DO Entre Culturas instituido por el Ayuntamiento sevillano.
