Existe una diferencia entre jugar, y competir, y no todos los que saben jugar son capaces de entender lo que les pide un partido en el que no están en juego los tres puntos, sino continuar adelante en una competición. Ayer, en el pabellón Pedro Delgado, un Naturpellet que no es, ni de lejos, mejor equipo que en el Ciudad de Móstoles, supo competir, supo sufrir, supo aprovechar sus ocasiones, y tuvo la suerte suficiente como para conseguir ganar la eliminatoria a un oponente de una enorme calidad, pero que no fue capaz de encarrilar el partido cuando tuvo la ocasión, y falló lo que jamás se puede fallar en una eliminatoria.
No era un encuentro sencillo para los jugadores segovianos, cinco de ellos juveniles de primer año y tan solo dos de tercero, que afrontaban quizá su primer choque de máxima exigencia ante un rival de los mejores de la categoría como es el Móstoles, que inició el partido en plan dominador, aprovechándose de los nervios de los segovianos, que se aferraron a la figura de Jorge Cárdaba para aguantarse en el marcador en los primeros minutos.
A PESAR DE LAS BAJAS
La propuesta madrileña pasaba por controlar la pelota, tratando de imprimir un ritmo lo más alto posible, intentando con rápidas combinaciones desarbolar la defensa del Naturpellet. Consciente de que iba a necesitar a todos sus hombres, Marta García rotó mucho más de lo normal, pero además de por convicción, tuvo que hacerlo por obligación ante la lesión de rodilla de Samu cuando la primera parte aún no había llegado a su ecuador.
Pero el equipo de casa supo competir, consciente de sus limitaciones frente a un rival que consideraba que marcar sólo era cuestión de tiempo, y al que parecía no importarle recibir contras. Álex se elevó sobre sus compañeros del Naturpellet en varias acciones ofensivas, hasta que en una de ellas tras una buena combinación con Sancris, logró superar a Chechu para anotar el 1-0.
No entraba en los plantes del Móstoles ponerse por detrás en el electrónico, y el conjunto de Jorge de la Cruz pasó por algunos momentos de dudas, que el Naturpellet no supo aprovechar para poner dos goles de ventaja. Pero el conjunto madrileño se rehízo, el equipo local se tomó un respiro en el partido, y cuando quiso darse cuenta ya había encajado el tanto del empate, en una combinación por banda que culminó Saúl en el segundo palo.
El Naturpellet fue poco a poco notando el cansancio en los minutos finales de la primera parte, los ajustes ya no fueron tan buenos, y buen pudo el equipo visitante haber conseguido el 1-2, aunque Cárdaba lo impidió, llegándose al descanso con el empate.
SUFRIENDO COMO NUNCA
Sin embargo, la segunda parte comenzó de la peor manera para los intereses segovianos, después de que un error en la marca dejara a Mínguez la opción de superar a Cárdaba y colocar el 1-2. Pasó entonces el Naturpellet por sus peores momentos en el partido, sin apenas llegar a la meta de Chechu, y recibiendo transiciones peligrosas de los visitantes.
Sin embargo, el Móstoles sufrió también un bajón en su juego, y pudieron los locales haber igualado el choque en una gran acción de Pedrito, aunque poco después fue el madrileño Pedro quien dispuso de la mejor ocasión para hacer el tercero en un remate franco al segundo palo que Cárdaba sacó de manera espectacular.
El partido se rompió, y en la locura de las transiciones sacó partido el Naturpellet, que por medio de Eloy restableció la igualada, metiendo el choque en una guerra de nervios de final incierto, con el Móstoles estrellándose ante Cárdaba y los palos, y el equipo local buscando el aire de donde podía, pero siempre llegando a las ayudas defensivas.
La prórroga fue igual de agónica para el equipo segoviano que los diez últimos minutos de la segunda parte, físicamente al límite, pero con un increíble esfuerzo defensivo. Al final, la eliminatoria se decidió desde el punto de penalti, Cárdaba volvió a ser el héroe rechazando un lanzamiento, Pinela, César y Alex marcaron los suyos y, como sucede muchas veces en deporte, el equipo que supo sufrir fue el que acabó venciendo al que demostró su calidad, pero perdonó lo que no se puede perdonar nunca. Eso también es competir.
