Como cada Primero de Mayo, el barrio de San José vistió ayer sus mejores galas para celebrar el día grande de la fiesta de su patrón, San José Obrero, en el que los vecinos vivieron en las calles una jornada festiva marcada por el buen ambiente y por un tiempo que, si bien no ofreció una temperatura agradable, permitió el normal desarrollo de todas las actividades previstas en el programa.
La fiesta comenzó al filo del mediodía con la misa solemne en honor al santo en la iglesia parroquial del barrio, que este año celebra los 60 años de la consagración del templo. El párroco Juan Cruz Arnanz ofició la eucaristía ante los fieles que llenaban la parroquia, con la presencia de la alcaldesa Clara Luquero y varios ediles del Ayuntamiento, así como el Rey, la Reina, el Príncipe y la Princesa de las fiestas y representantes de las peñas que estos días han dado colorido y ambiente festivo al barrio.
En su homilía, Arnanz recordó el aniversario de la consagración del templo y evocó la evolución social, política, cultural y religiosa que ha vivido la parroquia y el barrio durante estos sesenta años.
Así, recordó que en este tiempo «nuestro nivel de vida ha mejorado pero en nuestro corazón sigue habiendo un deseo de plenitud». «La vida sigue siendo un misterio que solo tiene sentido a la luz de Cristo Jesús, porque nada humano es ajeno a Cristo y acercarnos a él nos descubre como somos», aseguró.
Tras la celebración religiosa, tuvo lugar la procesión por las calles del barrio con la imagen de San José portada en andas por peñistas y vecinos, a la que acompañaron decenas de personas hasta regresar al templo en torno a la una del mediodía.
El concierto de la Unión Musical Segoviana en la plaza de San José y una exquisita paella servida en el Parque Infantil de Tráfico pusieron el colofón a la mañana e introdujeron los actos de la tarde, con una excelente exhibición de música y danzas populares que pusieron el brillante colofón a las fiestas en el barrio.
