El enviado especial de Naciones Unidas para Yemen, Osmail Ould Cheij Ahmed, sostuvo en la jornada de ayer que las conversaciones de paz previstas para la próxima semana en Ginebra podrían acabar con el conflicto en el país.
“Ginebra es un logro”, dijoo en una entrevista concedida a Al Yazira, admitiendo que el simple hecho de sentar a la mesa de negociaciones al Gobierno de Abdo Rabbu Mansur Hadi y a los huthis ya es un avance importante.
Ahmed confesó que es “optimista” porque “el conflicto todavía no ha llegado al punto de no retorno”. “Por eso necesitamos que la gente vuelva a la mesa de negociaciones y trabaje para evitar una lucha sectaria y otra división norte-sur”, insistió el enviado.
Sin embargo, el diálogo será difícil porque el Gobierno de Hadi lo concibe, no como unas conversaciones de paz, sino como un encuentro para reconducir a los rebeldes chiíes hacia la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que les urge a devolver el territorio conquistado.
“Esto no son conversaciones (de paz), son solamente una discusión para implementar la resolución 2216 del Consejo de Seguridad, para ver cómo la aplicamos sobre el terreno”, recalcó.
Los huthis se han negado a acatar las órdenes de la ONU alegando que el Gobierno de Hadi perdió su legitimidad al huir de Yemen y refugiarse en Arabia Saudí después de que los insurgentes tomaran la capital, Saná, hace unos meses.
Arabia Saudí asumió en marzo el liderazgo de la ‘Operación Tormenta Definitiva’, con la que, junto a otros nueve países de la región, tiene como intención declarada “repeler a las milicias huthis, Al Qaeda y el Estado Islámico” en Yemen.
Las monarquías del Golfo Pérsico temen que la influencia de Irán en la región se extienda con el ascenso de los huthis al poder, en medio de la inestabilidad generada por el conflicto iraquí y la guerra civil en Siria.
El presidente yemení había apelado directamente al Consejo de Seguridad en una carta para que autorizara una intervención militar de los países que se ofrecieran voluntarios con el objetivo de frenar “la agresión de los huthis” contra su Gobierno.
La crisis política en Yemen, fruto de las disputas intestinas no resueltas con la caída del Gobierno de Alí Abdulá Salé, en 2011, se agravó el pasado mes de septiembre con la irrupción en Saná de los rebeldes chiíes.
Los huthis, que históricamente han reivindicado mayor autonomía para el norte de Yemen, llevaron a Hadi y su Gobierno a dimitir en bloque el pasado mes de enero, evidenciando así la pugna por el control de un país al borde de la guerra civil.
Por su parte, el presidente yemení exiliado, Abdo Rabbu Mansour Hadi, restó importancia a las conversaciones de la próxima semana en Ginebra entre las partes enfrentadas en el país, argumentando que solo se abordará el modo de aplicar la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que reclama que los rebeldes chiíes huthis se retiren.
Hadi y Arabia Saudí, país en el que se encuentra exiliado, insistieron en que cualquier conversación se centre en la resolución 2216, que requiere a los huthis, que cuentan con respaldo de Irán y las fuerzas leales al expresidente Alí Abdulá Salé abandonen las ciudades que tomaron desde el pasado mes de septiembre y entreguen su armamento pesado.
