Dentro de la categoría de los paisajes culturales, los sagrados —también paisajes simbólicos o geografías sagradas—, son los que mejor reflejan la coherencia de la relación entre el espacio y los procesos históricos de ocupación y utilización del mismo. Tal y como se suelen definir, los paisajes culturales sagrados “se fundamentan en acontecimientos de carácter social, histórico, artístico, religioso o lúdico” para crear nuevos escenarios específicos, cargados de significado y sentido por sí mismos.
Este tipo de “espacios narrativos” o event places, que ocupan en el territorio unos nichos muy específicos y que se relacionan, además, con el ámbito de las creencias, de las prácticas rituales colectivas, del límite o frontera, son lugares que sirven de puente entre lo cotidiano y lo sagrado. Se trata, pues, de ámbitos con unos caracteres específicos, no solo físicos —presencia de monumentos u otro tipo de “marcas” perfectamente reconocibles”—, sino también mentales, que los otorgan un lugar y papel importante dentro de la memoria colectiva.
Según lo definía el geógrafo Eduardo Martínez de Pisón, el paisaje “es la proyección cultural de una sociedad en un espacio determinado desde una dimensión material, espiritual, ideológica y simbólica” donde, en consecuencia, determinados tipos de paisajes, como los simbólicos o los sagrados, hay que entenderlos a través de la combinación dinámica de elementos físicos —en este caso, el entorno natural— y los antrópicos —la acción humana— los cuales, conjuntados, convierten el territorio en un entramado social y cultural en continua evolución. Como lo entiende el Convenio Europeo del Paisaje, el paisaje se corresponde con un:”área, tal y cual lo percibe la población, resultado de la interacción dinámica de factores naturales y humanos”. A través de esta serie de definiciones, parece quedar claro que el fundamento del paradigma del paisaje se diferencia claramente del medio ambiente, dando cuerpo a un extenso conjunto de recursos culturales que son el escenario para todo tipo de actividades de una comunidad de la cual, en cada generación, se imponen unos mapas cognitivos propios, antropogénicos e interconectados. El Plan Nacional de Paisajes Culturales los entiende, en este sentido, como “el resultado de la interacción en el tiempo de las personas y el medio natural, cuya expresión es un territorio percibido y valorado por sus cualidades culturales, producto de un proceso y soporte de la identidad de una comunidad” (CRUZ PÉREZ, 2015: 13). Es evidente que existe un interés creciente por estudiar el paisaje, que puede ser además de muchos tipos —agrario, industrial, urbanos, defensivos, etc.— y hacerlo desde múltiples ópticas de análisis, tal y como pone de manifiesto la enorme cantidad de bibliografía que sobre este tema existe en la actualidad.
Algunos de los paisajes que, a nuestro juicio, presentan mayor interés son, sin duda alguna, los paisajes sagrados o simbólicos que, como apunta Margarita Ortega, son espacios de representación que incorporan experiencias de carácter sensorial. Son “aquellos [lugares] con capacidad para comunicar, guardar la memoria y transmitir información, desarrollado a partir del análisis de las características y condiciones de los espacios singulares y de los hechos o acontecimientos cuando los resultados son destacables (events places)” (SABATÉ BEL, 2004). Frente a otros tipos de paisajes, los sagrados ofrecen multitud de posibilidades de análisis que, hasta la fecha, apenas si han comenzado a dar sus frutos. Son paisajes que pueden ser estudiados desde multitud de disciplinas, no solo desde la antropológica, la que sin duda mejor juego puede dar, sino también la histórica, la artística o la económica; se puede hacer además desde un elemento definidor que lo caracteriza —un crucero o una ermita, por ejemplo—, pero también desde una manifestación inmaterial —un ritual determinado—, o desde la singularidad respecto a los paisajes colindantes. Las posibilidades pueden ser, en este caso, infinitas.
Fruto de la necesidad de analizar en profundidad los paisajes sagrados de nuestro territorio, nace el Laboratorio de Paisajes Culturales Sagrados de Castilla y León, una iniciativa coordinada por Pedro Javier Cruz Sánchez y Beatriz Sánchez Valdelvira con la colaboración en el comité científico de varios especialistas en el tema; se trata de un espacio real y virtual creado para el conocimiento pero también para la difusión de este tipo de espacios de naturaleza simbólica, que en nuestra comunidad se nos muestran como ámbitos de enorme riqueza y personalidad. El proyecto, cuya presentación pública se llevó a cabo en noviembre de 2017 en el Museo Etnográfico de Castilla y León, lugar donde además tiene su sede, trata de poner en valor la relevancia de los paisajes sagrados no solo de nuestra comunidad sino también de toda la península. Pretende el Laboratorio, ser un foro abierto que reúna a investigadores y público general en torno al tema de los paisajes sagrados en su más amplia acepción del término: construcciones, espacios privilegiados y simbólicos, ritualidad, árboles, montes y rocas sagradas, etc. A través del Laboratorio se pretende ofrecer noticias sobre este tema, colgando reseñas de libros, organizando encuentros, mesas redondas e incluso un congreso internacional sobre santuarios que se va a desarrollar en octubre de este mismo año, etc.; Para ello contamos con un microsite (http://www.museo-etnografico.com/sagrados.php) donde se da cuenta de todas estas cuestiones, abriéndose la posibilidad del intercambio editorial a través del cual se reseñan las novedades recibidas que pasan a formar parte de una sección específica de nuestra biblioteca especializada, de consulta pública.
Las posibilidades de estudio de estos particulares paisajes son, como cabe imaginar, muy grandes pues atendemos a aspectos del patrimonio cultural material —las construcciones y las marcas sagradas en el espacio—, pero también el inmaterial, como la ritualidad o el estudio de la memoria del paisaje a través de los relatos legendarios. La provincia de Segovia ofrece, en este sentido, un espacio privilegiado para abordar estudios sobre los paisajes sagrados, al abarcar un extenso abanico de tipos de lugares de esta naturaleza. Algunos de los que, a nuestro juicio, ofrece mayores posibilidades de análisis son los paisajes sagrados singulares que conforman las romerías de carácter comarcal o los recorridos penitenciales de viacrucis. En ambos casos contamos con huellas, físicas pero también mentales, bien perceptibles en el territorio —ermitas, santuarios, cruceros—, en torno a los que se desarrolla determinados rituales —de bendición de campos, peregrinaciones, romerías, rogativas, etc.— que dan lugar a lugares de memoria colectiva que configuran además la personalidad de unas comarcas frente a otras. Creemos que es el momento, pues, de acometer proyectos de estudio de estos paisajes a nivel local que redunden en un mejor conocimiento de nuestro territorio.
Bibliografía
CRUZ PÉREZ, L. (2015): “El Paisaje Cultural”, en CRUZ PÉREZ, L. (coord.) 100 paisajes culturales españoles: 13-16. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Madrid.
SABATÉ BEL, J. (2004): “Algunas lecciones de lugares con acontecimientos asociados”, Event Places. Universidad Politécnica de Cataluña y Massachusetts Institute of Technology. Barcelona.
