Lo malo de la locura y de los extremos es que muchas veces nos tocan. Que habrá millones de situaciones que nos parezcan absolutamente desencajadas de puertas de nuestra casa para fuera, pero que una vez dentro, muchos de esos millones de cosas encajan, casi a la perfección, en los cajones de nuestros armarios.
‘Perplejo’, la obra que representó IlMaquinario en el Teatro Juan Bravo de Segovia, tiene mucho de eso. Es cierto, quizás, que en muchas de esas situaciones algo llevado al extremo, pero resulta difícil comprender que nos choque ver a un hombre paseándose desnudo por el salón de su casa cuando, posiblemente, hayamos desfilado como Dios nos trajo al mundo en varias ocasiones por los pasillos de las nuestras. Eso es precisamente lo inquietante que tiene ‘Perplejo’, y posiblemente una de las razones de peso para que fuera candidata a los Premios Max, los más importantes del teatro español; que nos deja perplejos ante la realidad más absoluta.
Ante las infidelidades, ante las rabietas insoportables de nuestros hijos, ante la falta de honestidad de los propietarios de los alojamientos donde llegamos con nuestras maletas después de una reserva ilusionante o ante los confesores y ‘confusores’ efectos del alcohol en casa de nuestros amigos. Todo ello respaldado por un guión cargado de comedia y un vestuario tejido con carcajadas; con una mención especial para el disfraz de Laura Mínguez.
El guión escrito por Marius Von Mayenburg y adaptado por Tito Asorey tiene un ritmo trepidante entre todas esas situaciones que hace que ‘Perplejo’ parezca la más absoluta locura transitoria de una escena a otra, sin necesidad de cambiar de escenario; simplemente con el hecho de cerrar una puerta. La obra transita entre un espacio de la vida y otro con diálogos que rozan el surrealismo, pero que son pronunciados por los cuatro actores con tal naturalidad —quizás por eso ninguno de ellos cambia de nombre al interpretar a su personaje— que consiguen lo que su creador se propone: que el público dude de cualquier aparente certeza.
Con ‘Perplejo’, la mayoría de espectadores que acudió al Teatro Juan Bravo pasó un rato divertido en el que también se escaparon muchas risas y sonrisas delatadoras. La locura transitoria fue llevada hasta el final de forma magistral por los cuatro intérpretes, que acabaron desmontando ellos mismos parte del escenario, prácticamente como si nada de todo aquello hubiera sucedido; ofreciendo una razón más para calificar la pieza de original y arriesgada.
