El pasado sábado 27 de enero los vecinos de Carrascal del Río y todos aquellos que se acercaron a acompañarlos pudieron disfrutar de un modo excepcional del calor de la fragua del pueblo, puesta en funcionamiento una vez más por las manos expertas del herrero Mauro García de Pablos. En esa jornada, el artesano segoviano mostró a los presentes el modo tradicional de forjar clavos, caracolas, puntas de lanzas o espirales. Realizó también alguna reja de arado, tarea ésta última que ocupaba buena parte del trabajo de los antiguos herreros.
Ésta ha sido la tercera ocasión en que Mauro García y Pablo de Andrés, organizadores del acto, han puesto en funcionamiento la fragua del pueblo en colaboración con el Ayuntamiento y su alcaldesa, Henar de Pablo San Ignacio.
Tras siglos de actividad, esta fragua cerró definitivamente sus puertas a mediados de los años 60, como tantas otras de la provincia, cuando el último herrero, Martín Medina, cesó en su actividad y nadie tomó el relevo. En aquellos momentos esta labor tradicional, que todavía a comienzos del siglo XX resultaba esencial para el día a día de agricultores y vecinos, se vio definitivamente arrinconada por la mecanización de las tareas agrícolas y la imposibilidad de competir con las ferreterías industriales.
En este caso, el abandono de la actividad no supuso la pérdida de la propia fragua, como desafortunadamente ha ocurrido en tantos otros de nuestros pueblos. El lógico deterioro del taller de forja al quedar en desuso no afectó a sus elementos esenciales, incluido el fuelle de cuero, esencial para la actividad en el mismo. El propio Ayuntamiento, consciente de lo que esta modesta instalación significaba para la historia del municipio, la restauró hace ya años y adecentó su entorno garantizando así de un modo definitivo su supervivencia.
De este modo sólo era cuestión de tiempo que una fragua en estado de uso volviera a recuperar, aunque fuera puntualmente y de un modo didáctico y divulgativo, el fulgor del carbón encendido y el seco golpeteo de la maza y el martillo sobre el metal.
La intención que tienen los organizadores con estas demostraciones prácticas de forja es la de llevar de nuevo a los vecinos con más experiencia un elemento que fue esencial en sus trabajos en el campo y en el mantenimiento de sus enseres y sus casas. No hace tantas décadas los herreros de martillo y yunque tenían una presencia insustituible en la vida diaria de los vecinos de los pueblos y en este sentido resulta verdaderamente gratificante comprobar cómo al calor de la fragua afloran historias y recuerdos que parecían casi olvidados.
A los más jóvenes estas exhibiciones les permiten entrar en contacto directo con una realidad que muchas veces desconocían por completo y les ofrece la oportunidad de presenciar un trabajo cuya ejecución resulta en sí misma un verdadero espectáculo de luz y sonido.
Por otro lado, esta iniciativa permite poner en valor y devolver su significado a una instalación artesana muchas veces olvidada por su modesta presencia pero verdaderamente significativa en la evolución y en la historia del municipio. La fragua y los trabajos asociados a la misma presentan sin duda un gran atractivo que puede ser aprovechado para atraer visitantes y dinamizar así la actividad turística.
Por último, esta iniciativa supone también una llamada de atención a las instituciones públicas, y en especial a los propios ayuntamientos, para que se impliquen en la restauración y conservación de las fraguas que todavía se conservan. Aún se está a tiempo de recuperar muchas de ellas, lo que permitiría a su vez difundir la actividad de la forja que durante tantos y tantos años desarrollaron los herreros en nuestros pueblos.
