De la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia durante la Edad Media se ha escrito largo y tendido. Entre los historiadores que han dedicado su tiempo a ese periodo destacan, sobre todo, Jesús Martínez y María Asenjo. De sus trabajos se deduce que el mundo rural, denominado la Tierra, estuvo supeditado hasta finales del siglo XVI a las directrices que marcaba la capital.
De la Ciudad y Tierra de Segovia, durante la Edad Moderna y la Edad Contemporánea, se ha escrito bastante menos. A cubrir este vacío se ha dedicado, durante los últimos años, Enrique Gallego Lázaro, subteniente especialista del Ejército de Tierra y profesor tutor en el Centro Asociado de la UNED en Segovia, quien el viernes tomó posesión de su plaza de académico de número de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, con un discurso en el que quiso destacar una idea, la de que desde finales del siglo XVI las poblaciones campesinas —la Tierra—, agrupadas en sexmos, “consiguieron configurarse como una institución diferenciada de la Ciudad, lo que permitió pasar de un estado de dominación a uno de verdadera Comunidad”.
En su exposición, Gallego trató de analizar el devenir institucional de la Comunidad de Ciudad y Tierra, partiendo de su origen en la Edad Media, hasta el liberalismo decimonónico que finiquitó las comunidades de ciudad o villa y tierra. “No obstante —agregó—la disolución de los patrimonios públicos no fue absoluta, incluso con los procesos desamortizadores del siglo XIX”. Al parecer, las comunidades en general, y la segoviana en particular, mostraron una elevada capacidad de resiliencia, que les permitirá configurarse como corporaciones diferenciadas que han sobrevivido hasta el día de hoy, y que se encuentran amparadas por la Constitución actual.
Gallego describió también, de forma sucinta, la organización de las instituciones comunitarias, especialmente del mundo rural, partiendo de unos vecinos agrupados en aldeas, las cuadrillas, los sexmos y las Juntas Generales de la Tierra.
“La Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia mostró un anidamiento institucional que, a pesar de las numerosas tensiones y enfrentamientos entre Ciudad y Tierra, dotó durante varios siglos de estabilidad a la compleja estructura de gestión comunal, enmarcada en el sistema del Antiguo Régimen”, defendió el nuevo académico de San Quirce.
La tercera parte de su discurso se centró en los patrimonios públicos comunitarios, con una pequeña relación de los más importantes y su contextualización dentro de las líneas historiográficas más actuales. A juicio de Gallego, se trataba de “bienes comunitarios utilizados por las poblaciones rurales y parte de las urbanas que (…) jugaron un papel importante en el vigor de la cohesión comunitaria y en el reforzamiento de los vínculos originales entre sus habitantes”.
No quiso acabar Gallego su discurso sin recordar que la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia se dedica actualmente no solo a la administración de los bienes heredados, sino a la protección de los mismos, al igual que a la difusión de un acervo cultural y patrimonial edificado durante siglos. “La gestión comunitaria alcanza los recursos cinegéticos, madereros, micológicos, recreativos y el aprovechamiento de pastos de bosques y montes, que se realiza con una escrupulosa deferencia hacia la sostenibilidad del entorno medioambiental, especialmente en la Sierra de Guadarrama”, finiquitó Gallego.
En el turno de agradecimientos, citó a la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, a la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia, a sus compañeros en el Archivo General Militar, a la UNED, a la Fundación Juanelo Turriano y a archiveros y otros profesionales que le ayudan en el desarrollo de sus investigaciones.
