‘La educación y el recuerdo del Holocausto, nuestra responsabilidad compartida’ es el lema bajo el que se celebra este año el Día en Memoria de las Víctimas del Holocausto, una efeméride que no puede pasarse por alto en Segovia, porque “Segovia es una ciudad traspasada por la historia judía”, apunta la alcaldesa, Clara Luquero, en el acto central del homenaje a las víctimas, entre las que no solo hubo judíos, recuerda, sino que también hubo vecinos de la ciudad y la provincia.
“Conservar la memoria de la soha — término que identifica el genocidio dispuesto por el dictador Adolfo Hitler— es un imperativo ético”, reitera Uriel Macías, jefe de Prensa de la Embajada de Israel en España; quien lamenta que “después del Holocausto nada puede ser como antes, porque el exterminio de un millón y medio de niños es la prueba más clara de hasta dónde puede llegar la maldad humana”.
Una maldad que no solo sufrieron los judíos, sino que “toda la humanidad fue víctima del Holocausto”, asegura Miguel de Lucas, director general del Centro Sefarad- Israel, por lo que mantener viva la memoria para evitar que vuelva a suceder algo así “es responsabilidad de todos”.
SUPERVIVIENTE Y qué mejor forma de conservar ese recuerdo que escuchar a uno de los supervivientes de la sinrazón nazi. Zvi Szlamovicz es un judío belga nacido en mitad de la II Guerra Mundial. Su madre y su tía murieron en una cámara de gas del campo de concentración de Mauthausen; su padre fue encarcelado, pero sobrevivió varios meses en prisión hasta que Bélgica fue liberada; su hermana Raquel fue escondida en un convento y tuvo que cambiar su nombre por el de María Teresa para no ser deportada.
Y él, siendo sólo un bebé, fue acogido por un matrimonio belga que pertenecía a la resistencia y veía en el rescate de los pequeños judíos una forma de luchar contra el fascismo que imperaba en Europa. “Así se salvaron 3.000 niños judíos durante el Holocausto”, gracias a la colaboración de 150.000 personas contrarias al nazismo y con el valor suficiente para luchar contra ello.
Su historia, que conoce gracias al relato de su padre, su hermana y, sobre todo, sus “padrinos”, como llama a los padres que le acogieron, tiene que ser contada y escuchada, como la de los pocos supervivientes que quedan, porque en sus palabras está la clave para que la historia no se repita.
Tras el desgarrador relato de Szlamovicz, se procedió al encendido de las seis velas del Recuerdo —una por los seis millones de judíos asesinados; la segunda por el millón y medio de niños que mataron los nazis; la tercera por los justos que ayudaron a los judíos a salvarse; la cuarta en recuerdo de los otros colectivos que sufrieron la barbarie nazi, como los gitanos, los discapacitados, los homosexuales…; la quinta por los judíos supervivientes que rehicieron sus vidas en Israel y las diásporas; y la sexta por la preservación de la memoria—. Con los cirios ya iluminando la sala, la concejala de Cultura, Marifé Santiago, leyó un fragmento de su libro ‘Nos mira la piedad desde las alambradas’, y se escuchó ‘Gelem Gelem’, el himno internacional gitano.
A continuación, alumnos de 6º de Primaria del colegio Fray Juan de la Cruz teatralizaron citas del diario de Ana Frank e interpretaron dos piezas musicales. Y para finalizar el acto, alumnos de 2º, 3º, 4º de la ESO y 1º de Bachillerato del IES Giner de los Ríos realizaron la teatralización de textos poéticos, descriptivos y dramáticos, sumándose al anhelo de Theodor W. Adorno: que Auschwitz no se repita.
