No es cierto eso que la cultura popular ha asumido de que ya no nieva como antaño y de hecho los registros de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) indican que en las últimas décadas lo ha hecho incluso más que en la mayoría de las décadas del Siglo XX. Lo que ocurre es que las condiciones ambientales sí han cambiado y también han subido las temperaturas, por lo que las nevadas no siempre cuajan o la nieve dura menos días en calles y carreteras. Las estadísticas, como el algodón, no mienten, aunque sí son interpretables.
En Segovia capital los registros de la AEMET señalan que el mes con mayor días de nevadas desde 1920 ha sido febrero de 2013, cuando la nieve estuvo cayendo nada menos que quince días, con mayor o menor intensidad, pero no de forma consecutiva. El anterior récor de nevadas en un mismo mes en Segovia lo ostentaba enero de 1945 con diez días.
Según las estadística de esta agencia estatal, los valores climatológicos normales en la ciudad indican que es también febrero, al menos desde 1988, el mes con una media de nevadas superior, más de tres días de nieve, por encima de diciembre y enero, y muestran también que es completamente normal que nieve en Segovia en ocho de los doce meses del año, solo se libran los meses más veraniegos, de junio a septiembre.
En definitiva, que nieve en Segovia en invierno, o incluso en primavera y otoño, es bastante corriente, lo que no impide que curiosamente sea noticia todos los años, aunque algunos, según recoge la hemeroteca de El Adelantado, lo han sido más por los muchos inconvenientes que ha ocasionado, sobre todo si está acompañado de fuertes heladas. Es el caso de noviembre de 1904, diciembre de 1950, 1956 o 1973; enero de 1945, 1996, 1999 o 2006 y febrero de 2013 ó 2016.
La AEMET tiene una curiosa aplicación de efemérides históricas sobre ‘mal’ tiempo, algunas de siglos pasados, y Segovia no aparece en ningún caso por nevadas, precisamente por lo habitual que son en la provincia a diferencia del Levante español, capitales como Alicante o Murcia donde una nevada de más de 10 centímetros es todo un acontecimiento histórico. Sí aparece la provincia por las bajas temperaturas y, por ejemplo, el 13 de enero de 1945 la máxima no superó los -6,5 grados. El récord de temperatura mínima absoluta lo ostenta todavía, en la capital, el día de Reyes de 1938, en plena Guerra Civil, con -17 grados centígrados, seguido, en el periodo de 1988 a 2010, de -13,2 grados el 1 de marzo de 2005.
«Brilla lozana su puridad»
“Allá en el seno de helada nube / la nieve toma forma y beldad; /pura desciende como el querube /sobre los pueblos y la ciudad; /de blanca alfombra cubre sus calles /donde no tienen de ella piedad, / solo en los campos, montes y valles / brilla lozana su puridad. De esta forma tan poética, y algo cursi también, contaba El Adelantado en noviembre de 1904 que había nevado, con estos versos firmados por Fernando Rivas. Lo cierto es que la crónica cuenta después que primero la nevada llegó “copiosamente” a la sierra para luego descender sobre la ciudad donde ocasionó las molestias habituales e incluso escasez de alimentos. Los huevos llegaron a ser artículo de lujo pues la docena llegó a pagarse a la desorbitada cifra de dos pesetas.
Peor lo pasaron los viajeros de dos trenes que habían salido a las seis y a las ocho de la mañana de la estación de Segovia y quedaron bloqueados por la nieve en la estación de Otero de Herreros, donde fueron auxiliados primero por la Guardia Civil de este pueblo y posteriormente hasta por el gobernador civil, el señor Silvela no dudó en subirse a una máquina, junto a otros subordinados, y acudir a socorrer a los ciudadanos aislados, entre los que se encontraban dos hijos del ministro de Estado, un varón y una joven rubia, según la información del diario que también cuenta que el jefe del puesto de la Benemérita sacrificó todo el gallinero para dar de comer a los viajeros, que muchas horas después llegaron sanos y salvos a la capital remolcados por la máquina del gobernador.
El Adelantado estuvo varios días sin publicar las crónicas de su corresponsal en Madrid, donde la nieve alcanzó el medio metro, porque el temporal dejó sin servicio las líneas telefónicas.
Nevadas intensas
En diciembre de 1956 la nevada llegó por sorpresa, sin previo aviso según publicó El Adelantado, y con ventisca. La helada de la noche siguiente provocó muchos problemas en la ciudad y el decano de la prensa segoviana no ahorró críticas hacia las autoridades municipales entonces puestas a dedo por el Gobierno del dictador Franco.
En 1968, la reciente construcción de los túneles de Guadarrama para unir las dos vertientes de la sierra por carretera fue proverbial para evacuar a decenas de camiones que se quedaron atrapados en la N-VI a principios de diciembre por un gran temporal de nieve.
Pero sin duda, todavía hay muchos en la ciudad que recuerdan la catastrófica nevada, 36 horas ininterrumpidas cayendo copos, del día de Nochebuena de 1973 que dejó a la ciudad “aislada” durante varias horas y produjo daños cuantiosos —se habló de cien millones de pesetas— en el polígono de El Cerro, por el hundimiento de la techumbre de varias naves, así también la del matadero por el peso de la nieve que alcanzó más de medio metro en algunos puntos.
Muchos pueblos de la provincia estuvieron sin comunicación por carretera varios días y se alcanzaron espesores de 60 centímetros en Riaza, entre 70 y 80 en El Espinar y entre un metro y metro y medio en La Granja.
Nochevieja de 1998
Aunque en la década de los ochenta hubo nevadas intensas, por lo señalado de la fecha es muy recordada la ocurrida hace veinte años entre el 31 de diciembre de 1998 y la madrugada del día de Año Nuevo de 1999. En esa ocasión el temporal impidió que más de 5.000 personas en 13 pueblos de la provincia, entre ellos Villacastín, no pudieran celebrar el fin de año a causa de una grave avería en una de las líneas de suministro de electricidad, que fue reparada veinte horas después de detectarse.
Cerca de 20 autocares y 800 vehículos se vieron atrapados por la nieve en un tramo de 4,5 kilómetros en la autopista A-6 Villalba-Adanero, entre Villacastín y San Rafael, lo que obligó a sus ocupantes a vivir una noche de fin de año lamentablemente distinta a la que inicialmente habían previsto. La situación fue muy similar a la vivida en el pasado día 6 en esta misma autopista de peaje, aunque se normalizó antes, a las 5.30 horas de la madrugada.
En lo que va de Siglo XXI ha habido otras nevadas intensas, como la que la capital registró otro día de Reyes, el de 2002, o la de febrero de 2006. El hielo y la nieve fueron la causa de que centenares de alumnos se quedasen sin clase en centros educativos de la provincia: 2.500 en diciembre de 2010, 1.719 en enero de ese mismo año, 600 en enero de 2013 o 400 en marzo de 2012.
Este último año la procesión de Viernes Santo tuvo que suspenderse por una fuerte nevada a principios de abril y dos meses antes el temporal de nieve obligó a cortar durante más de tres horas la AP-6.
Obligaciones vecinales
Bandos y ordenanzas municipales llevan más de dos siglos recordando al vecindario la obligación de mantener despejadas las aceras de nieve y hielo.
«Con motivo de la nevada que se está experimentando, y a efecto de precaver qualquiera desgracia que pueda acaecer al público de esta villa, especialmente a aquellas gentes que transitan a pie, manda el Señor Don Juan de Morales Guzmán y Tovar, del Consejo de S. M., en el Supremo de Castilla, Corregidor y Juez nato de 1ª Policía de esta dicha villa, que todos los vecinos y moradores de ella barran las aceras de su pertenencia, hasta el medio de la calle, por ser recíproca la comodidad que de ello resulta al vecindario, cuidando del cumplimiento de este mandato los zeladores de Policía, y los Alcaldes de barrio, cada uno en el suyo. Madrid 13 de febrero de 1801». Este bando, publicado en el Diario de Madrid a principios del Siglo XIX, da idea de la antigüedad de algunas de las ordenanzas municipales relacionadas con un fenómeno meteorológico que visita estas latitudes con frecuencia anual.
Algo más de un siglo después, El Adelantado publica, el 1 de diciembre de 1904, este bando del entonces alcalde de Segovia, Saturio Entero: “Hago saber: Que el artículo 240 de las Ordenanzas municipales prescribe que en caso de sobrevenir nieves o hielos, los vecinos los picarán y echarán encima ceniza, basura, serrín o tierra para evitar accidentes desagradables; y como en la actualidad existe en esta población una gran nevada y es de esperar o pudiera suceder que la sigan otras y fuertes hielos, esta Alcaldía ruega encarecidamente al vecindario que, dando prueba de la sensatez que le distingue y con la urgencia que el caso exige, cumpla ahora y siempre que sea necesario el referido precepto y además que recoja y eche al centro de la calle la nieve o hielo que cubra la parte de la acera correspondiente a las fincas que habiten los correspondientes vecinos”.
