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Antonio Praena, poeta dominico, premio Gil de Biedma: «La poesía es un acto de comunicación en los límites del lenguaje y de la experiencia»

por El Adelantado de Segovia
7 de enero de 2018
en Segovia
Antonio Praena, tras recibir el premio Gil de Biedma en la Diputación de Segovia. / NEREA LLORENTE

Antonio Praena, tras recibir el premio Gil de Biedma en la Diputación de Segovia. / NEREA LLORENTE

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Podría definir a Antonio Praena (Purullena, Granada, 1973) como persona ajena a los moldes al uso: poeta, teólogo y dominico, además de profesor universitario, apasionado por el arte contemporáneo, sobre todo cine, pintura y poesía, y su relación con la teología. Como testimonió este periódico, hace unas semanas nos acompañó en Segovia para recoger el galardón de la última edición del Premio de Poesía Gil de Biedma 2017, de la Diputación Provincial, que obtuvo su último poemario “Historia de un alma”. El primero, “Humo verde”, se publicó en 2003 (accésit del Premio de Poesía Iberoamericana Víctor Jara).
Ese mismo año coordina en Salamanca, junto a Asunción Escribano, la obra “Cristianismo y poesía” donde se pueden leer artículos de Antonio Colinas, Antonio Sánchez Zamarreño, Luis Fraile, Mercedes Marcos, Xabier Pikaza, etc.

— Antonio, muy temprano muestras tu interés por enlazar cristianismo, poesía y arte en general.
— En realidad de este trabajo hace mucho tiempo, pero fue una gran oportunidad. Asunción coordinó a los escritores y yo la parte más teológica. Realizando mis estudios de especialización en Salamanca, se abrió la llamada de la poesía. En ese momento, teología y poesía pujaban con mucha fuerza, fue una confluencia más bien tardía, atendiendo a la edad en que muchos poetas comienzan a publicar. Pero la ilusión se materializó en este proyecto y me sigue apasionando esta relación.

— En “Humo verde” desvelas al lector: “Y pensar que nadie desabrochará mi camisa/ con manos de paloma,/ ni hará caracoles en el vello de mi pecho/ porque ya tengo un amor que es Todo y Nada…// Y saber que soy un guerrero/ que reza como un almendro”.
— Creo que fue el primer poema que nació para ese libro. Casi podría decir que es el primer poema mío con vocación de libro. Lo cierto es que me sorprende que siga apareciendo en antologías, porque yo no le daba importancia a esa primera obrita. Pero hoy descubro que hay en estos versos un candor, un instinto muy puro, no amortiguado por la técnica.
Una vez, en un recital en Murcia, trataba de poner distancia respecto a este poema que tanto gusta, y alguien del público me dijo: “¿Sabes?: será uno de los poemas que los lectores siempre recordarán de ti.” Lo cierto es que en lo no dicho late la fuerza del recién ordenado sacerdote que yo era, el cual milita en la lucha por un mundo mejor desde su propia comprensión como “almendro”, árbol místico y profético, y la idea del soldado que aparece en ese libro, pues es un libro contextualizado en el horror de la guerra de la extinta Yugoslavia.

— Aunque acabas de insinuarlo, me gustaría profundizar en la relación entre tus vocaciones religiosa y poética, ambas tan ajenas a lo habitual en la juventud de España.
— La vocación poética sí que está hoy en día muy presente entre la juventud española. Otra cosa es el resultado, los poemas, la escasa calidad de los bestsellers poéticos. La vocación religiosa, desafortunadamente, no está presente entre los jóvenes. La falta de vocaciones religiosas es triste, aunque no dramática ni angustiante, pues los religiosos hemos aprendido a tener fe y a aceptar el plan de Dios también en esta crisis.
No veo relación entre ellas, pero últimamente me han sorprendido hermanos jóvenes, novicios, seminaristas, alumnos de la facultad, que me han enviado sus inéditos, que me han leído poemas que no habían sacado nunca a la luz. Me alegra que vocación a la palabra y vocación por el Evangelio se enlacen y estos jóvenes se hayan visto en la oportunidad de abrir sus versos. No soy un ejemplo para ellos, pero sí me enorgullece ser un acicate.

— Aunque la tradición de la poesía española se nutre de religiosos, hoy por hoy es una excepción.
— Es una excepción, pero las cosas bellas son difíciles y un solo caso de auténtica poesía serviría para justificar la escasez. Por otro lado, también ha influido un cierto alejamiento entre mundo de la cultura e iglesia. En otro tiempo, la fe era una razón más para lanzarse a la creatividad. Pero durante unas décadas se ha cultivado más la idea de sacerdote dedicado a asuntos internos, cultuales, dejando de lado, como sospechoso e incluso peligroso, el acercamiento al arte de nuestro tiempo.
Todavía hay quien me ha dicho, cuando lee ciertas cosas mías, que por qué no me dedico a “las cosas de Dios” en vez de ir siempre rodeado de gente tan atea, anticlerical y de dudosa moral… No daré pistas, pero me ha ocurrido. (Risas)

— Luego, erraría quien busque en tu obra poesía religiosa en sentido tradicional.
— Erraría, en efecto. Porque yo no he buscado controlar qué escribir, qué temas, qué tonos… No he buscado ser un poeta religioso, sino un poeta sin más y un dominico sin más. Y que, de haber algo trascendente en mi obra, lo haya porque hay algo trascendente en mi vida y no porque yo quiera decir o cuidar o aparecer como embebido en la experiencia de Dios. Por eso cuando señalan que hay un aliento místico, me alegro, porque, si realmente lo hay, no es fruto de mi voluntad, sino impresión directa de lo que soy sin ejercer sobre ello control.
El único control que ejerzo es el de no caer en tópicos y el de no hacer una poesía facilona que se acerque a cierto sentimentalismo piadoso.

— Tu segundo poemario, “Poemas para mi hermana”, obtuvo un accésit del Adonáis de 2006. En tu blog afirmas del premio: “no significa ser mejor que nadie, pero sí apostar por la excelencia con una ambición que interpreto como necesidad de enlazarnos a una tradición y un patrimonio para ser no en solitario, sino en plural; no en egoísmo, sino en gratitud; no en soliloquio, sino en diálogo con quienes nos han hablado y aportado. Estar en Adonáis es ser parte de un cuerpo vivo.”
— ¡Adonáis supone tanto para la poesía en español, que no pude resistirme a probar suerte en el Premio Adonáis! Echando la vista atrás, creo que la seriedad de mi compromiso con la poesía llegó con ese libro. Es un honor estar ahí, es historia viva de la literatura española. Y, frente a lo que algunos piensan, no es un premio caduco. Si prestamos atención, encontraremos entre los recientes ganadores del premio o el accésit del Adonáis a algunos de los nuevos poetas que mejor están fraguando su obra. Algunos son ya referencias inexcusables de la poesía de principios del s. XXI.

— He seleccionado algunos versos de tus poemarios, para acercarnos a tu modo de entender el mundo y la poesía, para escuchar aún más tu voz. De éste subrayo: “Abrígate con el amor que en el jersey está trenzado:/ lo que nos quita el tiempo/ ha sido el tiempo quien lo ha urdido/ en formas misteriosas y sencillas/ que hilvanan nuestras vidas a otras tramas”.
— Ese poema siempre acompaña mis recitales. Todo el libro está impregnado de verdadero amor familiar, de emoción. En él arrostré con todo su vértigo la pregunta por la vida y la muerte. Cuando vuelvo a él, pese al rubor de ciertos versos que hoy escribiría de otro modo, su autenticidad e inocencia acaban con mis prevenciones.

— Unos años después escribes “Actos de amor” (Premio Nacional de Poesía José Hierro, 2011), donde leemos en el poema ‘Enmanuel’: “Un día te diré por qué mi voz es tan terrible/ aun siendo, como soy, un hombre bueno”.
— “Actos de amor” fue un libro de larga y difícil gestación. Una crisis profunda, muchas lecturas, aprendizajes vitales y estilísticos, mucho forcejeo para depurar y encontrar la voz… Todo ello en torno a la experiencia del amor según las 4 categorías que conocían los griegos: amor divino (agape), amor familiar (storge), amor erótico (eros), y amor de amistad (filia). El cristianismo ha incorporado esta riqueza. El mismo Benedicto XVI se refirió a ello en su bella encíclica “Deus caritas est”.
Están muy presentes en el libro mis años de trabajo con terminales de SIDA. Amor, dolor y belleza se aunaron en un libro que fue “Premio José Hierro” por unanimidad. Lástima que se distribuya tan mal, porque hay mucha entraña mía en sus páginas y quizá pudiera ayudar a quien viva lo que en esos versos viví. Se pasa del espanto a la ternura en sus páginas.

— En “Yo he querido ser grúa muchas veces” (Premio Tiflos 2013) afirmas: “Yo he querido ser grúa muchas veces,/ recibir la nevada antes que el mundo,/ los pájaros, los rayos matutinos,/ y ser desmantelado cuando acabe/ la obra en la que elevo humilde carga”.
— Este libro, que me abrió a muchos lectores gracias al premio Tiflos y su publicación por Visor, es un canto a la libertad. Es un libro que salió sólo, dueño de sí, incluso ajeno a mi voluntad. En todos los poemas hay nidos, o pájaros, o grúas, o viento… Es un poemario ebrio de amor a la vida, a la libertad, al riesgo, a la esperanza.

— “Historia de un alma”, empieza así: “Extático es lo bello;/ tan sólo quien se pierde le da alcance,/ quien nada de sí mismo ya persigue/ y en pura rendición encuentra el gozo/ de no buscarse más que en lo que huye”. Pero en ‘Comebolsas’, segundo poema, el lector comprueba que: “Tampoco en estas cosas es lo mismo:/ los ricos, sola y buena;/ los pobres, con alcohol y muy mezclada./ Lo saben bien las comebolsas/ te miran el reloj y los zapatos/ y, si encima conduces un buen coche,/ se te pegan al cuerpo y no te dejan/ hasta que las invitas a unas rayas.”
— ¿Cómo introducir una palabra tan horrible como “comebolsas” [mujer que busca consumir droga y alcohol gratis, o pagando con su cuerpo] en un poema? Fíjate, la aprendí entre los internos de la cárcel de Topas, pues forma parte del argot de algunos ambientes. El lector descubrirá que es un libro ficción para desvelar una verdad de nuestro tiempo. El primer poema habla de la necesidad de éxtasis del ser humano. A partir del segundo poema, comienza ese éxtasis… pero sin norte, el viaje al vacío de un alma perdida.

— También has escrito: “Hay una forma de felicidad que acontece tan solo en la palabra. Es la felicidad de asistir a nuestra vida en las palabras que la vida de los otros ha dejado escritas. Quizá el secreto de la literatura sea ese, descubrir una verdad y una emoción absolutamente profundas y propias que despiertan, paradójicamente, en aquello que lo distinto, los otros y su misterio tan otro, ha convertido en palabra”
— Algo de esto intenta también “Historia de un alma”: meterse en la piel de un personaje -sacado de la realidad y muy documentado en conversaciones reales, cine, novelas- para provocar en los lectores una experiencia que posiblemente en sus vidas cotidianas no experimentarán. Para eso está la literatura, para hacer posible que vivamos en nuestra biografía vidas que, por lo breve y determinado de nuestra realidad, no podrían caber y a veces no tienen por qué caber. Las palabras ponen en pie esas aventuras y nos permiten hacerlas nuestras. En lo otro hay vida, lo otro nos abre a la vida. En lo distinto acontece una comunión si no le tenemos miedo a abrirnos o adentrarnos.

— ¿Qué es la poesía? ¿Tiene sentido hoy? ¿Cumple alguna misión más allá de lo estético?
— Comienzo por el final. No creo que le poesía hoy en día -y desde hace bastante- sea un fenómeno estético. Hoy, belleza y arte no siempre van de la mano. Hay poesía que busca la belleza, pero es una opción más. El arte -y la poesía lo es- puede romper sin ningún problema con los postulados estéticos si cree que ha de elegir otros caminos para cumplir su finalidad o para ser, simplemente, arte sin más porqué. Hay muchas opciones legítimas, con tal de que tengan calidad, coherencia, verdadera poesía.
En mi obra a veces hay poemas bellos y otras no, porque su fuerza busca romper con lo bello, provocar efectos distintos a la armonía.
Me inclino a definir la poesía en términos de comunicación: decir, inquietar, levantar, tranquilizar, desagradar, agradar… transmitir algo eligiendo para ello los caminos creativos que el lenguaje nos brinda. Incluso, intentar crear nuevos cauces de expresión que van desde la claridad más figurativa a lo más misterioso.
Por ello, concretando, creo que la poesía es un acto de comunicación en los límites del lenguaje y de la experiencia.

— Parte de la crítica define tu obra como ‘mística de lo humano’ y resalta tu capacidad para fusionar la cultura grecolatina con lo postmoderno.
— Sí, eso han señalado. Pero la mística, frente a una hoy tan banalizada concepción de la misma -que la identifica con cosas esotéricas, lenguajes raros, experiencias incoherentes, formas de escape sin sentido- es, precisamente, unión del ser humano entero -alma y cuerpo- con Dios. Por ello ¿cómo podría haber mística sin lo humano, ajena a lo humano? Por ello los verdaderos místicos, San Juan, Teresa, Catalina de Siena, sabían tanto de lo humano. Eran sabios y encontraban a Dios en los pucheros, en la vida ordinaria, en lo pequeño…. Y la ética -la santidad de sus vidas- así lo acreditaba. Toda “mística” envuelta en parafernalias y oscurantismos que busquen una huida del amor real en la realidad más humilde y cotidiana es una falsa mística. Y da lugar, también, a una falsa poesía mística de baja calidad. Una impostura que trata de encontrar en la rareza un disfraz con que cubrir la falta de amor comprometido. Por ello el lenguaje de los grandes místicos es, a la vez, tan claro y tan profundo. Yo, sencillamente, me veo a mí mismo lejos de este ideal. Soy un hombre pecador.

— Enseñas en la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia, donde también investigas la relación entre teología, cine, poesía, arte contemporáneo. ¿Hay alguna otra relación entre teología y arte contemporáneo, más allá del arte religioso? Aunque, quizá, debiéramos empezar por saber qué es la teología y, sobre todo, qué no es.
— La teología busca a Dios en todo. En mis seminarios de cine tratamos de hacer ver la profundidad, el mensaje, la apertura a Dios en obras que no tienen ninguna etiqueta de religiosas. Incluso a veces se pueden encontrar películas catalogadas de religiosas que contienen una imagen muy poco profunda y evangélica de Dios. Y, si encima son pastelosas, impostadas, de mala calidad en su guion o realización, lo que hacen es exponer lo religioso al ridículo. Es la teología la que tiene que encontrar la voz de Dios en el mundo, así como los problemas y las voces del mundo que preguntan consciente o inconscientemente “¿dónde está Dios?”. Porque está. No es el artista el que va a venir a la facultad de Teología a pedir el “nihil obstat”.

— Visto así, buscar con sinceridad la felicidad, la solidaridad, la justicia…, es buscar a Dios, aunque se niegue o se desconozca.
— Sí. Aunque lo desconozca o, al negarlo, lo que busque sea una imagen de Dios más profunda, más viva. Esto ya está asumido y declarado en el Concilio Vaticano II.
Incluso para encontrar al Dios vivo verdadero quizá sea justo y hasta necesario deshacerse de falsa imágenes de Dios. El Maestro Eckhart hablaba de “dejar a Dios por amor de Dios”.
Lo que no me valdría sería utilizar la excusa de la felicidad o la justicia para no buscar a Dios. Porque quien busca la justicia, la solidaridad o la felicidad de verdad, sin pretender engañarse, acaba reconociendo, al menos, que el Dios de Jesucristo, el Dios del Evangelio, está muy cerca de esa búsqueda y no es, no puede ser, un obstáculo a la misma.

— Quien te lea por vez primera en “Historia de un alma”, quizá se sorprenda de todo lo antedicho, pues en él abordas o subyace prostitución, proxenetismo… Los poetas prefieren que el lector llegue a sus propias conclusiones, pero quizá haya alguna clave de lectura de este libro que puedas darnos.
— Componer el rompecabezas. Dejar que cada poema sea una escena de una película. Ver el mosaico en su totalidad. Habla de nuestro mundo, de tipos poderosos, trajeados y guapos que toman cocaína y toman decisiones. Habla del poder, del arte, del dinero. Del vacío de la postmodernidad una vez muertas las ideologías modernas y los credos tradicionales.
No es un discurso ético, es un documental de los bajos fondos que se agazapan en las altas esferas. Habla incluso de lo que seríamos si nuestra cuenta corriente nos lo permitiera. El escándalo puede ser hipócrita e indolente. Lo que cuenta es lo que decidimos ser y, sobre todo, lo que decidimos no ser.

— ¿A la inmensa minoría o a la inmensa mayoría?
— A la pequeña mayoría.

— Escribe Juan Pablo Zapater acerca de la poesía de Antonio Praena: “(…) nada excluye de la vida, porque en la vida todo acaba formando parte de un inmenso rompecabezas cuyas piezas nunca terminan de encajar a la perfección, pues de lo contrario llegaríamos con demasiada prontitud al final del juego. Sentirnos imperfectos, pensará para sí, es sentirnos vivos y de esa manera seguir conociendo y conociéndonos, acrecentando día a día nuestro amor por las cosas, nuestro amor por el otro, nuestro amor a ese Dios que cada cual concibe a su imagen y semejanza”. Transcribo, uno de los poemas que me parecen medulares de “Historia de un alma”, ‘Grafiti’. Me gustaría que lo comentases brevemente para finalizar esta charla:

GRAFITI
¿Quién sostiene este mundo?
No son los tipos como yo,
trajeados, erguidos y con clase.
Quizás esas mujeres con carritos de rafia
que son feas y gordas
y visten chaquetitas con pelusas.
Quizás las que consuelan los peores
25 minutos en la vida
de alguien que ignoramos:
“Dios es negra”
he visto en un grafiti sobre el muro
de un solar de desguace. Me he reído:
si vamos a ponernos trascendentes,
añadamos que es calva y que está en paro.
Ya lo dijo Aristóteles:
no siempre la verdad resulta bella.
Pero Aristóteles no existe.
Tan sólo es un consuelo de afligidos,
un invento de Grecia.

— Mi amiga, la maravillosa poeta Katy Parra, cuando leyó el original me dijo lo mismo. Perdonadme la vanidad, pero amo este poema, un poema que sucedió sin más. Lo que ocurre es que cuando te das cuenta de que los poemas que realmente valen la pena no son algo que tú escribes sino algo que sucede, me echo a temblar pensando: ¿y si no vuelve a suceder?

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