La mañana del 25 de diciembre ofrece muy pocos alicientes en la mayoría de las ciudades españolas, con la mayoría de sus habitantes intentando reponerse de los excesos de la Nochebuena, y ‘haciendo hueco’ para la comida de Navidad, posiblemente tan pantagruélica como la cena de la noche anterior.
Sin embargo, desde hace 82 años, en la ciudad de Segovia existe una original alternativa deportiva, cuya aceptación ha ido creciendo exponencialmente con el paso de los años. Tanto es así que la Carrera del Pavo para bicicletas sin cadena se ha convertido en una de las referencias deportivas a nivel nacional durante una jornada en la que prácticamente no existen las actividades relacionadas con el deporte.
Más de un centenar de corredores tomaron parte en la prueba del año pasado, y la organización confía en repetir la cifra
Así, en la Sala de la Biblioteca del Ayuntamiento de Segovia, la concejal de Deportes, Marian Rueda, y el presidente del club ciclista 53×13, Armando Jesús Martín, presentaron la que será la octogésima segunda edición de la Carrera del Pavo, que desde el año 1935 no ha cambiado más que su recorrido, manteniendo invariable su espíritu de desafiar a los participantes a llegar lo más lejos posible subidos a una bicicleta sin la posibilidad de dar pedales.
Aunque en sus inicios la carrera tenía su inicio en La Lastrilla, terminando en la avenida Vía Roma, para posteriormente pasar al Camino Nuevo para finalizar en el Arco de San Andrés, la prueba ha encontrado la ubicación que más aceptación está teniendo, como es la del inicio en la calle Teodosio El Grande, ascenso por la calle Real y posterior desvío por Obispo Gandásegui, y final en la antigua plaza del Seminario, ahora de Adolfo Suárez.
MENOS BAJADA
La única novedad significativa que presentará la prueba con respecto a ediciones anteriores será el acercamiento de la línea de salida al Azoguejo, porque la organización pretende evitar los problemas que se originan a la hora de gestionar la curva que da entrada a la plaza, y en la que un firme algo resbaladizo puede generar algún problema en forma de caída, y la realidad es que los grandes ‘profesionales’ de la prueba no necesitan de esa inercia para llegar hasta la Subdelegación de Gobierno.
La prueba es tan original en su desarrollo como en los premios a entregar, puesto que es tradición que el ganador de la carrera se lleve un pavo, el segundo clasificado obtenga un pato como premio, y el tercero sea obsequiado con un pollo. Además, habrá un reloj para la primera fémina clasificada, porque paulatinamente se van animando un mayor número de mujeres a participar en una prueba que el año pasado superó el centenar de participantes, entre los que se encontraba Pedro Delgado, cuya tradicional presencia siempre es seguida por muchos aficionados.
Ocho corredores se disputaron la victoria en la pasada edición de la Carrera del Pavo, que terminó como concluyeron las ediciones anteriores, con la victoria de Julio Martín, claro dominador de la prueba desde hace seis años, y que será el rival a batir por no pocos corredores que desde hace varias noches se ‘entrenan’ ascendiendo la calle Real. El Pavo se servirá de nuevo en la mañana de Navidad, y no pocos comensales se apuntarán al evento.
