El 5 de diciembre de 1958, el avión ‘Languedoc’ de la compañía Aviaco partía del aeródromo de Vigo para cubrir la ruta que separa la capital gallega de Madrid. Entre sus 21 pasajeros, la azafata Maribel Sastre realizaba uno de sus primeros vuelos como tripulante, siendo una de las primeras azafatas que trabajaba en la ya extinta compañía aeronáutica, y su tarea durante el vuelo Vigo-Madrid era la de cuidar de dos niñas de nueve y diez años que viajaban hasta la capital de España donde les esperaban ansiosos sus padres después de cinco años sin verlas por circunstancias laborales. El trágico destino de aquel día truncó la vida de la joven azafata, de las dos niñas y de la totalidad de los pasajeros del vuelo al estrellarse en el puerto de Pasapán, en el corazón de la sierra de Guadarrama, a escasos kilómetros de la localidad segoviana de La Losa.
58 años después de una tragedia que conmocionó Segovia en los últimos días de aquel año, el suceso vuelve a tomar cuerpo en forma de novela gracias al trabajo del escritor y periodista Edwin Winkels, que bajo el título ‘El último vuelo’ (Ediciones B) hace un relato de los hechos personificado en la figura de la azafata Maribel Sastre, a la que sitúa en el eje argumental de la historia.
Winkels, dedicado en los últimos 20 años al periodismo en varios medios de comunicación catalanes y ahora volcado en su faceta de escritor, conoció de forma casual la historia de Maribel Sastre cuando asistía a un entierro en el cementerio barcelonés de Montjuic.
Tras la inhumación, Winkels advirtió en una de las galerías del cementerio un singular laude con el busto de una mujer en lugar de símbolos religiosos. Al preguntar sobre su procedencia, averiguó que se trataba de la tumba de María Isabel Sastre, una joven azafata de 18 años que perdió la vida en un accidente aéreo ocurrido en Segovia, y decidió dedicar un reportaje a esta singular historia.
“Al publicar el reportaje, entendí que la historia podía tener mayor recorrido —explicó Winkels— y decidí ponerme en contacto con los familiares de las víctimas y trasladarme a Segovia para conocer más directamente el suceso. Cuando dejé el periodismo, mi editor me pidió un libro y pensé que era el momento de dedicar una novela a esta historia”.
La abundante documentación existente sobre el accidente —donde la hemeroteca de EL ADELANTADO resultó pieza básica para conocer los hechos— así como el testimonio de las personas que participaron en el rescate de los cadáveres y de los familiares de las víctimas permitieron a Winkels construir un relato basado en la peripecia vital de Maribel Sastre cruzado con las historias paralelas de algunos de los pasajeros. Así, Winkels asegura que en la novela “lo fundamental son los hechos, y en el fondo quiere ser un homenaje a las víctimas y a los familiares a quienes en su día esta tragedia les marcó la vida”.
Tras su publicación en Holanda, la novela fue presentada en España a finales de enero y la respuesta del público ha sido “muy emotiva”, según asegura el autor, que además ha tenido la oportunidad de entregar ejemplares del libro a familiares como el padre del novio de Maribel Sastre —la única persona viva que conoció a la azafata— o a la hija del comandante José Calvo Nogales, piloto del aparato siniestrado.
Además, se da la circunstancia que entre la tripulación figuraba el segoviano Pedro Sacristán Vaquerizo, natural de Fuenterrebollo, que era el radiotelegrafista del avión, cuyos restos mortales fueron enterrados en Cantalejo.
Winkels confía en que el libro pueda ser presentado en breve en Segovia, donde ha viajado en repetidas ocasiones para hablar con algunos de las personas que intervinieron en el rescate de las víctimas como Luciano Otero; un vecino de Ortigosa del Monte que fue el que encontró el aparato siniestrado en el puerto de Pasapán, tras varias horas de búsqueda.
