El titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Palma, José Castro, quien durante más de cinco años instruyó el caso Nóos, presentó ayer un escrito suscrito ante notario al juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz en el que relata que uno de los abogados de la Infanta Cristina, Miquel Roca, le propuso una reunión “clandestina” en los días previos a que el juez decidiera si por segunda vez acordaba la citación como imputada de la hermana del Rey Felipe VI. En su escrito Castro señala que fue otro de los letrados de la exduquesa, Jaime Riutord, quien acudió a su despacho durante los primeros días de diciembre de 2013 para trasladarle las pretensiones de Roca.
Según informaron fuentes jurídicas, la misiva del juez Castro fue incorporada a la causa en la que el juez Santiago Pedraz investiga delitos de extorsión, amenazas, estafa y pertenencia a organización criminal, entre otros, cometidos desde Manos Limpias y la Asociación de Usuarios de la Banca (Ausbanc).
Las mismas fuentes añadieron que el magistrado instructor no descartaría citar a declarar al abogado Riutord para que aclare esta propuesta de encuentro y detalle que pretendía su bufete trasladar a Castro. En su escrito, Castro subrayó que “lo que me llamó la atención no fue la pretensión en sí puesto que la puerta de mi despacho siempre ha estado abierta para cuantos letrados han querido acceder a él sin necesidad de pedir cita previa, sino el hecho de que mi interlocutor enfatizara las condiciones en que esa reunión debía celebrarse”, aclaró.
Efectivamente, señaló, el lugar que le fue propuesto para el encuentro “sería una finca, que mi interlocutor no sabía en ese momento si estaría ubicada en Barcelona o en Mallorca y que por lo que sigue, deduje, o quizá se me dijo, que se trataría de rústica, garantizándome insistentemente que estaría al abrigo de periodistas y fotógrafos, asegurándome en definitiva la más completa intimidad”, apostilló.
Según relata Castro en su escrito, de seis páginas, no preguntó a Riutord “cuál sería el orden del día de tal reunión porque era obvio que el señor Roca y yo no teníamos más tema en común que el de Doña Cristina de Borbón”.
La respuesta del instructor del caso Nóos, recordó, fue que “sería la primera vez que yo me negara a recibir a un letrado que interviene en una causa, pero que la reunión debería tener lugar necesariamente en mi despacho”, bien el de su propio Juzgado y, en horas de audiencia o a cualquier hora del día si así coincidía, en el Juzgado de guardia. Riutord le dijo que se lo comunicaría a Roca, pero “pasaron los días” y acerca de la respuesta de éste “nunca más se supo ni yo me interesé por ella”.
El juez Castro prosiguió en su escrito que, “de cara al exterior, yo no puedo ni debo adivinar qué proposiciones se me hubieran podido ofrecer de haber concurrido a esa pretendida reunión altamente secreta. Es más, dudoso pudiera ser incluso que se me cursara alguna y no, en cambio, el pretender situarme en un escenario en el que mi papel sería de muy difícil, por no decir imposible, justificación”, relató en el documento.
