Con superlativa atención, el delegado de la Junta, Javier López-Escobar, no perdía detalle, ayer, de las explicaciones de la directora del Archivo Histórico Provincial, María Pía Senent Díez. La exposición que ayer inauguró, en razón de su cargo, le era permeable por su historia familiar. López-Escobar recordaba ayer cómo una tía suya ‘rescató’ a dos hermanas, gemelas, del barco que, con otros centenares de emigrantes, partía para Rusia del Puerto de San Esteban, del concejo asturiano de Muros de Nalón. “Se las pudo llevar para casa, de lo contrario, quizá hoy estarían perdidas por el mundo”, comentaba ayer el delegado, que añade como otros familiares asturianos también partieron para Cuba “y volvieron”, aunque otros todavía residen en el país caribeño.
Como los familiares de López-Escobar, fueron centenares de miles los españoles que, desde todas las regiones de España, se vieron forzados a emigrar, desde mediados del siglo XIX hasta casi nuestros días, por motivos similares a los que hoy también provocan migraciones masivas: huir de las guerras o, directamente, de la crisis y la pobreza, en busca de nuevas oportunidades. Solo desde Castilla y León, en los años ‘más duros’, entre 1850 a 1940, emigraron hasta 500.000 personas, de una población que alcanzaba, en origen, los 5 millones. Hoy, la Comunidad cuenta con casi 2,5 millones de habitantes, por lo que aquellos procesos migratorios suponen el arranque y causa de la dramática despoblación que padece Castilla y León.
En este sentido, la exposición itinerante “Memorias de un sueño”, sobre la emigración castellana y leonesa en América —que llega a Segovia en un recorrido por los archivos de las nueve provincias de la Comunidad—, supone una valiosa aportación para conocer la historia y realidad actual de Castilla y León.
Asimismo, la muestra cobra especial actualidad al comprobar los ‘paralelismos’ entre aquellos movimientos migratorios masivos y los que hoy se reproducen en Europa, en este caso como lugar de acogida, de personas que huyen de la guerra y buscan refugio en el viejo continente, caso de los sirios, afganos o iraquíes; o de quienes huyen de condiciones insoportable de hambre y pobreza, caso, por ejemplo, de los subsaharianos.
“En cierto modo, la historia se repite, lo que hoy vive un sirio es algo parecido a lo que pudo vivir la generación de nuestros padres o abuelos hace 80 años, de salir de España por motivos bélicos”, apunta Senent. “Si no miramos de donde venimos podemos correr el riesgo de reiventar la rueda y estrellarnos”, comenta, por su parte, López-Escobar, para quien este tipo de exposiciones “ponen en contexto lo que de verdad es una crisis, lo que es sufrir y ganarse la vida y lo que de verdad son problemas (…) conviene refrescar la memoria para ver los problemas de verdad”.
La exposición, compuesta por 60 paneles con fotografías y textos explicativos, presta especial atención a la ‘huida’ a América que se produjo entre la mitad del siglo XIX y la década de los años veinte del siglo XX. No obstante, la muestra también se detiene en la que se produjo a consecuencia de la Guerra Civil y la que tuvo lugar, décadas después y hasta mediada la década de los setenta a países como Alemania o Suiza.
en el siglo XIX La exposición analiza las causas de la marcha, que tuvo un especial repunte a partir de la década de los 50 del siglo XIX. Entre las causas de la emigración en esa etapa, explica Senent, están los procesos de desamortización. Aquellas recuperaciones por parte del Estado de tierras en manos de instituciones eclesiásticas fueron motivo de expulsión de miles de jornaleros. Cuando las tierras pasaron a terratenientes con ‘conceptos empresariales’, aquellos labriegos que simplemente ocupaban esos terrenos, de los que vivían, fueron expulsados. Los flujos, especialmente a toda Latinoamérica, arrancaron a raíz de la gran desamortización de Madoz, en 1854, menos conocida que la de Mendizabal, fechada en 1836.
Pero la emigración, razona la experta, también está ligada a periodos bélicos. España está en guerra permanente, prácticamente desde la Guerra de la Independencia, a la que suman, en décadas posteriores, las dos guerras carlistas y las dos guerras coloniales; momento en el que se establece el sistema de “quintas” —iba al ejército uno de cada cinco—. “Había muchas maneras de no ir y una de ellas era comprar la redención de quintas, algo que no estaba al alcance de las clases populares (..) muchos desertaban del Ejército y huían fuera de España”, explica la directa del Archivo Histórico.
En ese tipo de emigración se producen dos ‘picos’ muy acentuados, que corresponden a la Guerra de Cuba, entre 1890 y 1898 y a la Guerra de Marruecos, prácticamente desde la Semana Trágica (1909) hasta el desembarco de Alhucemas, en 1926. Después se produciría la emigración ‘ideológica’ a consecuencia de la Guerra Civil, y son los republicanos quienes huyen de España, especialmente a México.
