Hubo enorme expectación en torno a la corrida de toros, segundo festejo de la feria taurina de San Blas de Valdemorillo, en la cual se conjuntaron el magnífico encierro enviado por la gandería de Monte la Ermita y la terna actuante, que depararon momentos cumbres de toreo de alto nivel y consideración.
La plaza cubierta acogió tres cuartos de su aforo con aficionados ávidos de presenciar un buen espectáculo, cuestión que se produjo merced al extraordinario juego de los astados y al entendimiento de sus pastueñas embestidas por parte de los diestros.
Se lidiaron seis bien presentados ejemplares de Monte la Ermita, honores para los corridos en tercero y quinto lugar, aplaudidos ambos en el arrastre.La variada procedencia de esta ganadería demostró el acierto de los ganaderos titulares de la misma. Sepúlveda, Atanasio, El Torreón y Jandilla.
Antonio Gaspar «Paulita» mostró sus reconocidas hechuras de torero de clase, tanto con el capote como con la muleta, aunque la faena con la flámula al que abría plaza fue tan sólo de discreta ejecución. Ovación con saludos.
Con su segundo toro, hubo momentos de enorme emoción al transmitir un toreo fluído, lleno de luces y de muletazos templados, ligando las series entre olés y clamores entusiastas. Fueron a más toro y torero. La cúspide de su labor alcanzó cotas de verdadero apoteosis.Temple, quietud, ritmo y mucha cadencia para ligar unas tandas de muletazos en redondo, esencia pura del toreo. Mató de estocada siéndole concedidas las dos orejas con salida en hombros.
Martín Escudero, alternativado el pasado año, mostró su calidad torera con unos estatuarios inciales de gran quietud y sin enmienda alguna. Arrancó los primeros olés de su cuajada faena donde predominó el gusto y el tono artístico que imprimió a su toreo. Series abrochadas por el pectoral correspondiente pusieron sello de calidad a su labor que cerró con pinchazo y estocada cortando una oreja.
Con el que cerraba plaza, un toro aplaudido al irrumpir en el ruedo en base a su armadura, espectacular y astifina, Martín Escudero no pasó a mayores, cumpliendo el requisito de forma discreta con momentos buenos al torear por el pitón derecho con medición y gusto. Pinchó dos veces antes de agarrar una estocada, siendo ovacionado.
Victor Barrio, en una de sus plazas talismán, recordemos el triunfo grande en 2011 siendo novillero en tarde en que cortó cinco orejas en un mano a mano con Juan del Álamo y el pasado año en la corrida de toros, en la cual obtuvo el premio de tres orejas con salida en hombros y dejando una profunda impresión de torero grande entre los aficionados, no consiguió repetir ese éxito precedente, aunque en todo momento estuvo presto al lucimiento y mostrando esa personalidad torera con apuntes de toreo grande que influye poderosamente en la sensibilidad del buen aficionado.
Lanceó con apreturas a su primer antagonista al que toreó de muleta con dos series consecutivas en redondo y un pectoral sublime de pitón a penca. Al natural dos tandas ejecutadas con premiosidad y fundamento. El toro fue a menos y encima, Victor, alargó la faena para terminar dándose un arrimón. Media estocada y dos descabellos para saludos desde el tercio.
Con el quinto toro de la tarde, un gran toro que colaboró con el torero segoviano de manera notable, estuvo a veces hasta genial el de Grajera. Preciosos lances a pies juntos de dentro a fuera. Quite por tafalleras y gaoneras. Desde el centro del ruedo cite y pase cambiado secundado por dos muletazos por alto. Magnífica carta de presentación con el inicio de muletazos llenos de sentimiento y templanza. Ovaciones, música y talento torero. Siempre son esa disciplencia de que hace gala Victor, plantado y bien plantado, dando la cara y corriendo la mano para ejecutar el toreo de ortodoxa ejecución y emotiva transmisión a los tendidos.
Hacia el final una serie tuvo tratamiento de usía y terminó con unas «serninas», haciendo honor al paisanaje. Mató de pinchazo y estocada, ganando a ley una más que merecida oreja.