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El relieve en la escultura

por Redacción
3 de abril de 2016
Gregorio Herrero. Caminando

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A pesar de su proximidad profesional y de la cercanía de muchas de sus obras, hacía 15 años que Gregorio Herrero no exponía individualmente en Segovia. Y para esta nueva exposición ha elegido el zaguán y el patio castellano de la Casa de los Picos, Escuela de Arte y Superior de Diseño de Segovia, de la que es profesor desde 1984. Es la motivación que ha dado sentido a esta exposición, exponer delante del alumnado su obra extensa y variada que para muchos es curiosamente desconocida. Sin jactancia ni burocracias la exposición resulta ser un diálogo personalizado y generoso con la obra del profesor y escultor Gregorio Herrero que representa y encierra tantos años y esfuerzos de ensayos, investigaciones y experimentos en torno a la escultura. Tal vez ahora, delante sus obras, se escuche con mayor atención y aprovechamiento, si cabe, la sutil, profunda y rica lección magistral en que ha transformado la exposición. Una muestra casi antológica de su obra escultórica, pasión que desde el primer encuentro con Juan Luís Vasallo, catedrático y maestro en Madrid, orientó con claridad y determinación toda su creatividad. Gregorio Herrero, delante de sus obras, nos confiesa que toda su vida artística y profesional ha devenido un empeño exigente y riguroso por alcanzar su sueño de ser escultor. Y esta voluntad creativa es la que precisamente quiere mostrar en la Casa de los Picos, porque sin duda esta lección es la primera que toda alumna y todo alumno debiera asumir como compromiso vital. Creación y enseñanza van de la mano en la exposición de Gregorio Herrero.

La exposición es un verdadero muestrario de técnicas y procedimientos, de métodos y procesos, de aciertos felices y errores igualmente valiosos para aprender. “El relieve en la escultura” es el mayor conjunto de obras de la exposición, de ahí el título de la misma. 50 relieves en madera, en resina de poliéster, en bronce, en loza, incluso en gofrados, en los que podemos ver todas las técnicas y trucos imaginables, las texturas más sensuales y carnosas o más pastosas y matéricas. Relieves planos, casi dibujados, hay que mirar las obras de perfil para darnos cuenta de la sutiliza técnica de algunos relieves, o relieves profundos, terrosos y vegetales. Relieves apenas realzados sobre fondos de colores densos y compactos o grafismos cincelados o volúmenes que provocan profundidades lejanas. Todas las obras son bajorrelieves o mediorrelieves, un bello y complicado ejercicio de dominio técnico en el que las luces y las sombras alcanzan un protagonismo muy significativo, a pesar de los graves problemas de iluminación en las salas de exposiciones. Cabe destacar los bajorrelieves, algunos de ellos prácticamente planos, que recuerdan la técnica del “relieve schiacciato” (relieve aplanado) del Renacimiento italiano, que Herrero pudo observar y aprender durante su estancia en Roma en la prestigiosa Academia Española de Bellas Artes, donde estuvo pensionado en los años 1982 y 1983.

Aunque la mayoría son obras pequeñas o medianas de tamaño no dejamos de mirar con detenimiento la perfección técnica y compositiva de todas ellas logrando una combinación muy acertada de fondos y formas, de dibujos y volúmenes, de texturas y sombras, que realzan las figuras casi como un engaño visual mayor del que físicamente tienen de relieve. En una superficie casi plana no dejamos de admirar la redondez de los cuerpos, el sobredibujo de músculos y masas corporales, la riqueza de tonos y matices de las pátinas, la profundidad y complejidad de planos en algunos paisajes.

50 relieves y 10 esculturas exentas. Y un amplio repertorio de materiales con los que plasmar formas y crear proyectos. Tres tallas directas en maderas acabados a punta de gubia con todos los recursos imaginados para tallar la veta de la madera de abedul a contrahílo, perfectos ejemplos de talla escultórica. La mayoría de las obras están fundidas en nuevos materiales, como la resina de poliéster, de gran resistencia, efectos visuales sólidos, tonalidades y pátinas muy sutiles con óxidos y otros materiales, como el polvo de mármol, amplia experimentación con los materiales sintéticos. Algunos bronces, aunque se han reservado para otras exposiciones, así como un ambicioso proyecto sobre las medallas y medallones, una de sus especialidades más queridas y exitosas de Gregorio Herrero.

En los bajorrelieves encontramos una amplia diversidad temática: paisajes panorámicos de Segovia desde Zamarramala (2014), con estudios acortados para ensayar los contrastes entre el dibujos elegantes de los monumentos con sus perfiles precisos y los volúmenes de texturas agradecidos en primer plano de masas vegetales o de tierras; edificios emblemáticos segovianos como la Casa de los Picos, el Palacio de Quintanar, Casa del Sello, que todas han servicio de referencia para medallones y medallas posteriores, o monumentos de geografía asturiana, como el puente romano de Cangas de Narcea o Santa María del Naranco, o la profunda vista de Roma (2012) desde la Academia española con una elaboración primorosa de planos y volúmenes, de dibujos y sombras, de escalas y texturas; figuras humanas en muy distintas composiciones, como una amplia serie de retratos de personajes históricos, como Rafael, Bramante, Antonio Machado, Gómez de la Serna, Menéndez Pelayo, Carmelo Bernaola, Leo Ferré o John Lennon, cada uno con sus guiños, poses y retoques, luces y sombras, imágenes en positivo o negativo; personajes femeninos en relieves de madera (Maternidad (1981), Gimnasia rítmica (1977) o Camerinos (1981)), serie bellísima de desnudos con volumen mínimo y expresividad máxima, la contundente Segadora (1977), que nos recuerda la escultura de la Escuela de Paris, y la serie de Niñas con trenzas (2015), verdadero ejercicio de sutilezas compositivas en negativo y positivo…

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