Más de dos millares de edificios de la capital segoviana están datados antes del año 1950, según los datos catastrales, lo que en una ciudad histórica y con un casco antiguo que valío la declaración por parte de la UNESCO de Patrimonio de la Humanidad no resulta sorprendente. La posterior evolución urbanística de la ciudad habla de un crecimiento constante aunque ralentizado desde la década de los años ochenta del siglo pasado.
En este sentido, un total de 2.256 edificios de Segovia proceden de la década de los cincuenta, cifra que casi se duplicó en la de los sesenta, la del desarrollo que, sin embargo, en Segovia fue solo “desarrollito”. Fue precisamente la década de los setenta la de mayor impulso en la construcción de viviendas en la capital, con más de 9.500 construcciones, según los datos que maneja la Dirección General del Catastro. A partir de ahí, y posiblemente gracias al freno que supuso el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1984, recientemente modificado, la edificación sufrió cierta ralentización, con 8.207 construcciones en esa década de los ochenta; 7.688 en la de los noventa y 7.496 en la primera del siglo XXI, con datos actualizados hasta el pasado mes de noviembre.
El auténtico boom en la edificación de viviendas lo han vivido en la última década municipios como Bernuy de Porreros (670 construcciones desde 2000), Cuéllar (2.012), El Espinar 3.846 cuando en 1950 apenas había 485), Espirdo (1.275), Fresno de Castespino (274), Grajera (228), Hontanares de Eresma (604), Ituero y Lama (546), La Lastrilla (1.476 cuando en 1950 había menos de un centenar), Palazuelos de Eresma (1.827), Riaza (1.727) , San Ildefonso (1.079), Torrecaballeros (933), Trescasas (259), Valverde del Majano (669) y Zarzuela del Monte (191).
Por otro lado, municipios como Sepúlveda, Coca, Aguilafuente, Boceguillas o Hontalbilla, que vivieron un destacado crecimiento en los años ochenta del siglo XX, desde entonces han vivido un parón o ralentización, al menos en lo que se refiere a la construcción de edificios. Otros, como Carbonero el Mayor o Nava de la Asunción, han experimentado un crecimiento moderado pero constante durante las últimas décadas, mientras Santa María la Real se estancó ya en los años cincuenta.
