Presente y futuro se dieron la mano en la Carrera Fin de Año 2015, en la que de nuevo miles de personas salieron a las calles segovianas para finalizar el 31 de diciembre haciendo deporte. Desde primera hora de la tarde la actividad fue frenética, primero en el Azoguejo y la avenida Fernández Ladreda, y posteriormente en la zona de Vía Roma y la plaza Mayor, donde Javi Guerra e Idaira Prieto se coronaron como los mejores de la prueba popular.
La organización, con el IMD a la cabeza, presentó una lista de más de un centenar de voluntarios, inconfundibles con sus chubasqueros ‘fosforitos’, que hicieron posible que las carreras se desarrollaran sin más incidentes que los normales que se producen cuando las ansias por competir aprietan en los corredores. Si bien es cierto que en la prueba de mayores hubo algunos detalles a mejorar, como la cuenta de diez a cero en la salida, que puso de los nervios a los atletas, no lo es menos que en las de menores el equipo organizativo rayó a una altura impecable, muy bien estructuradas las cámaras de llamadas y de salida de los jóvenes corredores, así como la zona de espera del podio, y la salida de los deportistas donde les esperaban sus familiares.
De esta manera se consiguió cumplir el horario de competiciones, de diez en diez minutos, en un espectáculo continuado que fue muy del agrado de los espectadores, y también de los participantes, que en su mayoría acabaron satisfechos. Cierto es que hubo caídas en la salida, sobre todo una muy aparatosa en la prueba alevín masculina, pero afortunadamente sin consecuencias demasiado graves, y las camisetas rosas que en esta ocasión fueron regaladas a los corredores convirtieron la avenida Fernández Ladreda en una incesante marea que iba y venía entre aplausos.
Con la subida de la antorcha en la marcha solidaria se dio paso a la prueba de mayores, en la que estuvo muy cerca de producirse un buen disgusto, ya que una caída provocada por los nervios en la salida de los atletas que iban a competir llevó al suelo a Javi Guerra, que fue arrollado por el resto de corredores. Afortunadamente, el segoviano consiguió ponerse en pie, sin más heridas de ‘guerra’ que las propias de una caída sobre el asfalto (que ya es bastante para un atleta), pero cuando quiso echar a correr ya tenía por delante a más de una veintena de corredores.
El campeón de España de maratón, que volvía a correr en Segovia tras un par de años haciéndolo en la San Silvestre Vallecana, apretó los dientes, puso ritmo de competición, y a la altura de la plaza Mayor ya comandaba la carrera, con Eduardo González, ganador de las dos últimas ediciones, y Javi García Velasco tratando de igualar su ritmo. Pero Guerra estaba desatado, y su zancada terminó por dejar sin aliento a Javi García, que no pudo acabar ni siquiera en el podio.
Eduardo González también apretó, pero se dio cuenta de que no iba a poder con el maratoniano, y optó por regular lo que pudo, no sin antes ser sobrepasado por Mario Alonso Calvo, que acabó en la segunda plaza, detrás de un Javi Guerra que más que posiblemente terminó más enfadado (y preocupado) que nunca la Carrera Fin de Año. El segoviano se juega mucho en una temporada con Juegos Olímpicos de por medio.
En la prueba femenina, el futuro del atletismo segoviano se dio cita por las calles de la ciudad, con Idaira Prieto y Águeda Muñoz demostrando por qué los aficionados al atletismo segoviano esbozan una sonrisa cada vez que alguien les habla de la categoría femenina. Idaira, hija del mítico Antonio Prieto, tiene una clase excepcional y demostró por qué es una de las mejores atletas españolas de su categoría, liderando la carrera de principio a fin. Águeda, que aguantó todo lo que pudo la zancada de la ganadora, tiene a sus 16 años un margen de mejora que impresiona teniendo en cuenta la calidad que ya posee y terminó segunda, por delante de Sara Regidor, que es la solvencia hecha deportista.
Ahora bien, si por delante hubo espectáculo deportivo, por detrás la fiesta popular fue extraordinaria, con cientos de deportistas corriendo y disfrutando de la prueba de todas las formas posibles, pero en todo momento haciendo gala de buen humor. Hubo una gran variedad de disfraces, incluso no faltaron quienes apostaron por hacer la carrera sin más ropa que la interior (cosas de la juventud), pero lo cierto fue que la Carrera Fin de Año volvió a convertirse en la carrera de todos. O de casi todos, porque todavía queda una herida abierta con el Blume, que ojalá pueda cerrarse a lo largo del año que comenzó ayer.
