E l proceso de transporte, recepción y almacenamiento de las vacunas está sometido a un control de seguridad, establecido por la Consejería de Sanidad, que procura mantener en todo momento las ampollas inyectables a una temperatura de entre 2º y 8º.
Los centros de salud disponen de un frigorífico con sistema de alarma para avisar cuando la temperatura de almacenamiento baja de los 2º o supera los 8ºC y un termómetro que registra máximos y mínimos. En el Servicio Territorial de Sanidad, donde se hace el mayor acopio de vacunas para ir repartiendo a demanda, hay dos cámaras frigoríficas y un frigorífico.
“Nuestras cámaras tiene conectada una alarma que nos avisa a través de mensaje al móvil o mediante una llamada telefónica desde la central de alarmas, cuando la temperatura se desvía del rango establecido”, señala el jefe del Servicio de Sanidad, César Montarelo. Además, se registran gráficamente las temperaturas en los termógrafos para poder saber en todo momento a qué temperaturas se han conservado.
El proceso de transporte y recepción de las vacunas es controlado por un profesional en cada centro de salud. Durante el traslado se utilizan dos indicadores, “uno para asegurarnos de que la vacuna no se ha congelado, es bastante sensible a la congelación, y otro mecanismo para comprobar que la temperatura de transporte del producto siempre ha estado entre los 2º y los 8ºC”, indica Montarelo. Algunas veces se emplea otro sistema que consiste en una especie de termómetro con un líquido negro que se rompe en caso de que se baje de 0ºC.
