El exprimer ministro israelí Ariel Sharon, fallecido el pasado sábado a los 85 años, fue enterrado ayer en su rancho del sur del país, después de que la élite política judía y representantes de una veintena de Estados le homenajeasen en un acto celebrado en Jerusalén.
Sharon, que murió tras haber pasado ocho años en coma como consecuencia de un derrame cerebral, recibió sepultura con honores militares en la granja Shikmim, próxima a la Franja de Gaza, en presencia de políticos de todo el mundo y la ausencia de cualquier representante árabe. El féretro, que reposa ahora junto al de su segunda esposa, Lily, fue llevado a hombros por ocho generales, cubierto por la bandera hebrea.
Los hijos de Sharon recordaron a su padre durante el sepelio. «Siempre hiciste realidad lo imposible», indicó Gilad, de 49 años, que recordó la muerte de uno de sus hermanos cuando tenía 10 años en un accidente con un arma. «Este suceso influyó a nuestra familia más que cualquier cosa», explicó, para recordar que su padre sufrió toda la vida por lo ocurrido.
Muchos de los presentes en el entierro depositaron coronas de flores sobre la tumba, entre ellos el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, que por la mañana asistió junto a los líderes israelíes y representantes de otros países a un acto en homenaje a Sharon ante la Knessett, el Parlamento judío.
«Arik, amigo, líder, comandante militar, hoy nos despedimos de ti», expresó el presidente hebreo, Simon Peres, sobre el hombre que dirigió el Gobierno del país entre 2001 y 2006.
Las huellas del fallecido «están en cada hito político y militar» de la historia israelí, agregó el mandatario, que conoció a Sharon cuando éste era un joven estudiante. «Fuiste el hombro en el que descansaba la seguridad de nuestro país», agregó.
«No siempre estuve de acuerdo con él y él no siempre estuvo de acuerdo conmigo, pero sirvió en mi Gobierno y yo serví en el suyo, cooperamos en nombre de la seguridad y la economía de Israel», afirmó, por su parte, el primer ministro, Benjamin Netanyahu.
Para Biden, Sharon fue un «hombre fuerte», cuya «guía» fue la seguridad y la supervivencia del Estado de Israel. Con «increíble y visible coraje», «nunca, nunca, nunca se desvió» de esa tarea, agregó. Por eso está claro «por qué recibió el nombre de bulldozer».
«No aspiró a la paz como un soñador, pero soñó con la paz», afirmó, por su lado, el exprimer ministro británico Tony Blair. «Dio pasos con los que nadie había contado», agregó el conservador, que se refirió al fallecido como un «gigante de su país».
Los israelíes se despidieron el pasado domingo del expremier durante la capilla ardiente que estuvo instalada ante el Parlamento, con el ataúd cubierto por la bandera de la nación.
También durante el acto de ayer ante la Knesset el féretro apareció cubierto por la enseña hebrea. Un cantante israelí entonó una de las canciones favoritas del exmandatario, en la que un soldado llora a un compañero caído, momento que arrancó las lágrimas de los hijos de Sharon.
Tras el acto ante el Parlamento, la comitiva partió hacia el lugar donde se celebró el entierro, pero antes de llegar allí, hizo una parada en Latrun, al oeste de Jerusalén, donde Sharon resultó gravemente herido en la guerra de 1948.
El entierro, en una finca privada conocida como colina de las anémonas, estuvo rodeado de fuertes medidas de seguridad.
La granja se encuentra en el sur de Israel, cerca de Gaza, donde los árabes celebraron el fallecimiento del hombre al que llamaban carnicero de Beirut, por permitir la matanza de cientos de palestinos en los campamentos de refugiados de Sabra y Shatila a manos de una milicia libanesa.
