Tras arrasar en las elecciones a la Presidencia del club blaugrana, el nuevo presidente del FC Barcelona a partir del 1 de julio, Sandro Rosell, aseguró que tenía «buenas sensaciones», pero que no se esperaba una victoria «tan grande», y es que se hizo con el 61,34 por ciento de los votos.
El empresario intuyó que los días que coincidirá con Joan Laporta hasta el 30 de junio serán de «una transición pacífica», presidida por el «sentido común» por el bien del barcelonismo. En una multitudinaria rueda de prensa, Rosell confirmó que lo primero que hizo ayer fue llamar a Laporta y después mantuvo un intercambio telefónico de impresiones con el entrenador, Pep Guardiola.
«Laporta se ha puesto a nuestra disposición. Estoy convencido de que esta etapa intermedia pasará con más sentido común de lo que imaginaba», comentó.
El presidente electo del Barça tiene esta percepción porque el domingo por la noche, tras confirmarse su abrumador triunfo, Laporta le felicitó públicamente y por un momento dejaron atrás las diferencias personales, que les llevarán a ambos a los tribunales después de la demanda que Rosell presentó por calumnias a su antecesor. «No me lo esperaba, me abrazó, pero ahora lo importante no es lo que ocurrió ni lo que sentí, sino hacer las cosas bien», señaló.
Rosell afirmó que continuará con su intención de demandar a Laporta por un comentario de éste sobre unas supuestas comisiones en el caso de una hipotética venta de Ronaldinho al Chelsea.
La segunda llamada telefónica de Rosell fue a Guardiola. «Hemos hablado y quedaremos en los próximos días, antes de que él se vaya de vacaciones. Dialogaremos sobre el punto de vista técnico, a ver qué necesita», informó. Rosell no soltó prenda sobre futuros fichajes. Explicó que conoce «a mucha gente en el mundo del deporte» y se puso a disposición del entrenador: «Si considera que le podemos ayudar, lo haremos».
Esa actuación la extrapoló, por ejemplo, al caso de Cesc Fábregas. Rosell dejó claro que no puede actuar hasta el próximo mes, y hasta entonces no se producirá ningún anuncio. «Si Pep considera que lo necesita y el club lo ha empezado a negociar, entonces nosotros seguiremos», insistió.
Una de sus ideas para Guardiola es poderle convencer para que continúe, al menos durante los seis años de su mandato. «Pondremos el máximo esfuerzo. Más que el Ferguson, quiero que Pep sea el Beckenbauer del Barça», anunció.
Tampoco quiso extenderse sobre la continuidad de Txiki Begiristain, el secretario técnico que finaliza su contrato en junio, y con quien mantuvo diferencias como vicepresidente.
El mandatario del club azulgrana se plantea tres objetivos a corto plazo: «Mantener el nivel deportivo, unir el barcelonismo y, de aquí a seis años, que los socios que nos vean por la calle sigan diciendo que somos gente normal».
