Pro vobis et pro multis» (por vosotros y por muchos) fue el lema elegido por Ángel Rubio Castro para su ordenación como obispo, de la que este año se cumple el décimo aniversario y que se ha desarrollado prácticamente en su totalidad en la diócesis de Segovia. El empeño por llevar adelante el compromiso de servicio marcado por este lema ha caracterizado la acción pastoral de monseñor Rubio desde que el 9 de diciembre de 2007 fuera investido oficialmente como responsable de la Iglesia en Segovia.
Rubio Castro consiguió granjearse rápidamente el afecto de los cristianos de la diócesis con su carácter abierto y afable, así como por algunos gestos como el de la entrega de su báculo de obispo a la Virgen de la Fuencisla al finalizar el novenario de la patrona de Segovia, depositándolo a los pies de la imagen de la patrona situada en el Azoguejo en medio de la calurosa ovación del público.
El ahora administrador apostólico de la diócesis ha recorrido la práctica totalidad de los pueblos de la provincia en visita pastoral, siempre atento a las necesidades de los católicos en el medio rural, y ha tenido palabras de ánimo y afecto para los sacerdotes y laicos que hacen posible la atención espiritual en los rincones más alejados de la provincia. También ha dedicado sus desvelos al fomento de las vocaciones al sacerdocio, poniendo en marcha iniciativas como el «Seminario en Familia», que poco a poco comienza a dar frutos, aunque Segovia sigue a la cola de las vocaciones sacerdotales en España.
El episodio más negro de su mandato como obispo fue el robo sacrílego de las joyas de la Virgen de la Fuencisla, que a finales de enero de 2011 golpeó la conciencia de los devotos de la patrona de Segovia. Una vez felizmente recuperadas, monseñor Rubio propició un emotivo acto de recoronación que llenó la Catedral y que demostró el especial afecto que el hasta ayer obispo de Segovia siempre ha profesado a la Virgen María, en la advocación que veneran los segovianos.
Son algunos de los hitos más destacados de la labor de un hombre que ayer se sentía «cansado pero feliz», a la espera del relevo y en la confianza de seguir sirviendo a la Iglesia «donde el Señor me llame».