En apenas diez días, en todos los hogares segovianos se celebrará la Navidad, y en la mayor parte de ellos lucirán en lugar bien visible los belenes y nacimientos que evocan el misterio de la llegada al mundo del Hijo de Dios. En estas fechas, las visitas a los belenes que muestran las instituciones es ya una tradición en el tiempo navideño, a la que desde hace pocos años se ha sumado el Palacio Episcopal, que ofrece un espectacular nacimiento elaborado con centenares de luces multicolores ubicado en el centro del patio renacentista del señero edificio. El belén del Palacio Episcopal fue abierto ayer oficialmente al público en una sencilla ceremonia presidida por el administrador apostólico de la diócesis, monseñor Ángel Rubio Castro, que bendijo la espectacular instalación ante las decenas de personas que se congregaron para participar en este acto.
En una de sus últimas comparecencias públicas antes de abandonar la diócesis, Rubio Castro -al que acompañaban el canciller de la diócesis Alfonso María Frechel y el delegado diocesano de Patrimonio, Miguel Angel Barbado- se dirigió a los presentes para transmitirles sus sentimientos en los últimos días de su episcopado. Así, señaló que en la tarde de ayer visitó el santuario de la Virgen de la Fuencisla y en su camarín depositó el báculo que recibió hace diez años en su ordenación como obispo que entregó a la patrona de Segovia como recuerdo de su paso por la diócesis. Tras la bendición del belén luminoso, el público tuvo la oportunidad de visitar el nacimiento instalado en la antigua capilla del Palacio Episcopal, que en este caso recrea de forma figurativa las imágenes del Niño Dios, la Virgen y San José en unas hermosas imágenes.
El acto estuvo amenizado por la banda de la Unión Musical Segoviana, que interpretó villancicos tradicionales que fueron entonados por los presentes durante todo el acto.
