“La capacidad de escándalo de la sociedad ha demostrado ser alta”, manifestó el filósofo Javier Gomá, actual director de la Fundación Juan March, que ahora publica ‘Tetralogía de la ejemplaridad’ (Taurus), con la que reúne las cuatro obras que ha realizado durante tres décadas.
Según explicó durante una entrevista, este proyecto, que reúne las obras ‘Imitación y experiencia’, ‘Aquiles en el gineceo’, ‘Ejemplaridad pública’ y ‘Necesario pero imposible’, es “más importante que una mera reedición”, porque “hace visible la unidad de un proyecto”.
Gomá señaló que con esta publicación termina una etapa y, aunque continúa ofreciendo conferencias, en sus “aguas subterráneas” se está preparando algo distinto, una voluntad por indagar cuyo motor se encuentra en la “vocación”.
Precisamente, el filósofo, que se define como una persona de “vocación muy temprana y muy violenta, aunque de maduración muy tardía”, dedica a este asunto la última parte de este volumen, un capítulo titulado ‘Raptado por las musas. Ensayo de una vocación literaria’.
“Después de haber escrito cuatro libros quería explicar al lector cuál era esa sensación de experiencia vital, ese fenómeno extraño que te moviliza por dentro y que te lleva a dedicar los mejores años de tu vida a algo que nadie te pide, ese es el fenómeno de la vocación”, indicó.
Preguntado por su grado de satisfacción al cerrar esta reflexión sobre la ejemplaridad, Gomá indicó que aunque sabe que domina “una visión romántica y torturada de la relación del escritor con su escritura”, ese no es su caso. “Oigo todo el rato a escritores que tienen un concepto tan subidísimo de la literatura, casi místico, dicen que ellos no terminan los libros sino que los abandonan”, destacó el filósofo, quien añade: “No digo que sea perfecto, en absoluto, digo que expresa perfectamente lo que quería decir”.
A su juicio, la filosofía es un “género literario” y el “consenso” es el laboratorio de la literatura. Según indicó, le gustaría crear una obra que tuviera esa “verdad poética”, que realmente fuera “luminosa”.
Corazón educado
Tal y como expresó, la ciudadanía en general ha tenido un “corazón educado” y, sin embargo, una “visión tendencialmente inculta”, algo que reprocha al “estamento intelectual, que en épocas de prosperidad se ha movido por alegría acrítica y en épocas de crisis ha acentuado la angustia y la desesperación de la gente”, cuando, en su opinión, “la misión es justo la contraria: en épocas de prosperidad llamar a la prudencia, a la crítica y a la moderación, y en épocas de crisis ofrecer una razonada esperanza, no voluntarista”.
Lecciones
Una de las lecciones que aprendió tras la crisis es que “aunque el estamento intelectual llamaba a la angustia, al final el corazón de la gente, de su comportamiento práctico, ha sido muy civilizado”. “La ciudadanía intuye, aunque no lo diga, que es verdad que hemos almacenado muchos bienes”, subrayó.