«Estoy como Dante: descendiendo a los infiernos», confesó una vez Yago Lamela. Corría 2004 y el asturiano, ya por entonces plusmarquista español de salto de longitud, luchaba por repetir en los Juegos Olímpicos de Atenas los 8,56 metros que, cinco años antes, los habían convertido en la gran esperanza blanca entre los saltadores.
El exsaltador fue hallado ayer muerto en su domicilio a los 36 años. Tenía en sus piernas un tesoro, pero las lesiones se empeñaron en robarle centímetros. Y a su cabeza siempre le costó convivir con ese quiero y no puedo. Junto a su maltrecho talón de Aquiles izquierdo, ésa fue su gran debilidad.
«Ha sido el palo más duro de mi vida», confesó tras conquistar el bronce en los Mundiales de París de 2003. Aspiraba a repetir o mejorar la plata mundial que se colgó en Sevilla en 1999 con un salto de 8,56 metros que obligó al mítico Iván Pedroso a volar hasta los 8,62 para alcanzar el oro.
Aquella fue la gran temporada del avilesino. En los Mundiales de pista cubierta de Maebashi (Japón) de ese mismo año, Lamela se proclamó subcampeón mundial con un salto de 8,40 metros, que fue récord continental durante toda una década.
Pero a Lamela, un saltador más bien bajo y compacto, con una fuerza descomunal en las piernas, el gran despegue, lejos de elevarlo, le condujo inexorablemente hacia la estrepitosa caída. En los Juegos de Sidney 2000, el entonces fenómeno del atletismo europeo ni siquiera se clasificó para la final. Y lo mismo le sucedió cuatro años más tarde, en Atenas, adonde, una vez más, llegó con problemas en su pie de batida.
Lamela siempre fue un atleta peculiar. Un tipo reservado, poco dado a explayarse, huidizo. Las depresiones que siguieron a sus éxitos y a sus fracasos preocuparon siempre en el mundillo del atletismo, que intentó, infructuosamente, recuperarlo para el deporte. Desde que en 2005 rompió con su entrenador Rafa Blanquer, la mayoría de sus compañeros solo tuvieron noticias de él por la prensa.
Y la mayoría fueron malas: ingresos en el hospital por depresión, un accidente de coche que le provocó una contusión pulmonar, problemas psiquiátricos…
Aunque intentó engancharse de nuevo a la competición, nunca lo consiguió. Ni las lesiones ni la cabeza le acompañaron y en 2009 se retiró definitivamente.
Nada más conocerse la noticia de su muerte, el mundo del atletismo español mostró su dolor y tristeza, y envió mensajes de condolencia a su familia y amigos.
«Es un día triste para el atletismo mundial… Los que pasamos momentos contigo te echaremos de menos», dijo Ruth Beitia en Twitter, donde también se pronunció Fermín Cacho. «De nuevo, una terrible noticia en el mundo del deporte», escribió el campeón olímpico en Barcelona.
