Se cumplían las diez de la mañana de ayer, y el primer grupo de un total de cerca de 250 niños que pasaron por el Barranco del Lobo, llegaba con la intención de plantar un árbol… O todos los que hiciesen falta. Muchos de ellos aún no lo sabrán, pero a lo largo de su vida habrá alguien que, además de cantarles la canción del Dúo Dinámico a los quince años, les recuerde, fuera de versiones extraoficiales, que no serán nadie hasta que no hayan escrito un libro, tenido un hijo y plantado un árbol. De manera que ayer, en cierto modo, estos estudiantes del CEIP Nueva Segovia, Elena Fortún, Eresma, San José, Villalpando y Cooperativa Alcázar, además de los grupos pertenecientes a Amanecer y Cruz Blanca, tuvieron la oportunidad de echar sus primeras raíces vitales.
En el lugar de plantación elegido, entre montones de tierra y agujeros cavados, les esperaba Paloma Maroto, concejala de Obras y Medio Ambiente del Ayuntamiento y madrina de ceremonias dispuesta a explicar desde el primer instante los porqués naturales de un día tan natural. A su lado, Vicente Esteban, técnico municipal encargado de Parques y Jardines, clavaba la pala en el suelo y presentaba a su equipo de trabajo compuesto por doce jardineros que aguardaban el momento de ejercer de educadores y encantadores de plantas y plantadores.
Tras las pertinentes indicaciones básicas, llegaba el momento que todos los chicos esperaban, incluso sin conocer el famoso proverbio de la vida y sus deberes. Tocaba plantar el árbol; encinas, almendros y pinos piñoneros. Las razones de la elección del lugar y las especies se las iba explicando Vicente Esteban mientras sus compañeros ayudaban a los chicos a cavar y armar los alcorques; palabra nueva para el vocabulario.
“Son especies que se pueden encontrar de manera silvestre; nosotros lo que hacemos es copiar a la naturaleza y plantarlas aquí, porque al ser autóctonos van a necesitar menos cuidados y van a tener más garantías de prosperar”, explicaba Esteban, mientras alguno recibía con cierta decepción la respuesta de que los cerca de 140 ejemplares plantados ayer a lo largo de 5.000 metros cuadrados tardarían entre tres y cuatro años en tener aspecto adolescente.
Después tocaba rellenar huecos, regar y pasar el examen de Paloma Maroto sobre el color de la flor del almendro o el fruto de la encina. Antes, la concejala advertía y hacía prometer a cada uno de los alumnos participantes, como si se tratase de un rito, que a partir de ese momento ayudarían “a controlar la zona y ser los ojos del Ayuntamiento en este lugar, porque al fin y al cabo son vuestros árboles”.
Comenzaba así una época en la que los estudiantes verán la urbanización expandirse y el barrio de la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia crecer. Pasarán y pasearán junto al Barranco del Lobo muchas tardes y podrán decir, al ver su árbol crecer, que allí, una mañana de marzo, cumplieron con alguna orden de la vida. Y de la naturaleza.
El Día del Árbol vistió de tejidos el jardín del María Moliner
Son demasiados años ya con el Día del Árbol marcado en el calendario, y ser original cada vez cuesta más… O no; porque en el Instituto María Moliner esta jornada se vivió de manera especial en este 2014.
Con la primavera llamando a las puertas de abril y la larga temporada de lluvias, otoño e invierno que hemos pasado, los árboles de la ciudad aún están algo desnudos y por ello, incluso los de hoja perenne, necesitan de vez en cuando que un tejido les abrigue y proteja del frío. Eso debieron pensar los alumnos del instituto hace meses y por ello a lo largo de este tiempo han llevado a cabo una de las iniciativas más curiosas de este Día del Árbol.
Después de semanas y semanas aprendiendo a tejer a punto y ganchillo, estudiantes, padres, profesores, miembros de la comunidad educativa y algún que otro voluntario, consiguieron poner guapos y elegantes a los árboles del jardín del centro, que lucieron orgullosos durante toda la jornada sus trajes.
La creatividad de esta actividad no pasó por alto a los vecinos del barrio, que desde fuera podían observar el esfuerzo realizado por los alumnos y sus familiares, y aplaudían una propuesta que consiguió, al menos, uno de los objetivos que se había planteado; el de obligar a propios y ajenos a darse cuenta de la presencia y la importancia de la naturaleza y los espacios verdes.
Y es que los árboles no fueron los únicos destinatarios de estas ‘ropas’; las vallas de separación de las canchas deportivas y los arbustos también se llenaron de flores y otros adornos hechos a punto y ganchillo, contribuyendo así a crear ambientes y sensaciones nuevas, además de un entorno educativo limpio, bonito y agradable.
Preocupación por el alto grado de vandalismo
Tanto la concejala de Obras y Medio Ambiente, Paloma Maroto, como el Técnico Municipal encargado de Parques y Jardines, Vicente Esteban, se mostraron preocupados por el nivel de actos vandálicos que tienen a menudo en los recintos verdes de la ciudad. “Hace poco arrancaron veintidós aspersores del Parque de la Dehesa” comentaba Esteban, y añadía que “las plantas de temporada como los rosales también suelen estar entre los más perjudicados”.
Durante jornadas como las de ayer, a los chavales se les insiste en el cuidado de las plantas y en la necesidad de proteger a las especies y espacios naturales de la ciudad ante actos de vandalismo, pero alguno de los jardineros confesaba que “no sé si somos capaces de concienciarlos bien”. Desde el Ayuntamiento y las empresas dedicadas al cuidado de los jardines se está estudiando la instalación de sistemas antivandálicos, pero muchas veces estos operativos tampoco funcionan, ya que “hay gente capaz de arrancar y robar aspersores que se activan mediante un procedimiento concreto”.