El presidente ruso, Vladimir Putin, firmó ayer el documento que acredita que Crimea y Sebastopol son ya, formalmente, parte de la Federación, después de que el Senado ratificase el tratado de adhesión.
Ajeno a las críticas internacionales y a la escalada de la tensión diplomática con EEUU y la UE, que han incrementado sus sanciones contra el Kremlin en los últimos días al considerar ilegal el referéndum celebrado hace una semana y en el que se decidió la integración de la península ucraniana, Putin señaló que «tenemos mucho trabajo por delante para la adecuación de Crimea y homologar el sistema judicial, la economía y el sistema social».
El mandatario subrayó que con esta «reunificación», la Federación deberá aprobar un nuevo mapa del país, al ganar un nuevo distrito.
Esta adhesión ha originado nuevas sanciones contra Moscú y contra varios dirigentes. De hecho, la Unión Europea aprobó ayer una nueva lista negra en la que incluyó multas a otros 12 individuos, entre ellos el viceprimer ministro ruso.
Ante esta situación, el presidente anunció que no impondrá más castigos a EEUU ni emprenderá acciones contra la UE -aunque sí remarcó que no dejará de responder a cualquier a cualquier provocación- y, lejos de preocuparse, ordenó que su sueldo sea transferido al banco Rossija, uno de los objetivos de las medidas punitivas de Occidente. La Casa Blanca considera esta entidad, que supuestamente pertenece a estrechos amigos del dirigente, como la institución financiera de los altos funcionarios del Kremlin.
En este sentido, el jefe parlamentario Sergei Narishkin, que figura en la lista negra de Bruselas y Washington, aseguró que Occidente, con sus sanciones, solo busca desviar la atención de que su intervención en Ucrania generó el «caos, una profunda crisis política» y dejó decenas de «víctimas».
Mientras tanto, la Unión Europea, además de ampliar sus castigos a individuos rusos, aprovechó la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno para rubricar un acuerdo de gran simbolismo para aumentar los lazos con el Gobierno de Kiev.
Se trata de la parte política del pacto de asociación cuya firma detuvo el pasado noviembre el entonces presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, desatando una oleada de oposición y protestas que desembocó en su caída y, posteriormente, en la celebración del referéndum en Crimea y su adhesión a Rusia. El ámbito comercial se rubricará más tarde, según informaron los Veintiocho y el primer ministro interino ucraniano, Arseni Yatseniuk, quien exigió que la UE suministre energía a su país debido al conflicto con la potencia exsoviética.
De hecho, en la cumbre, los líderes comunitarios abordaron la necesidad de reducir la dependencia energética del bloque respecto a Moscú, tal y como explicó el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy. «Si no actuamos ahora, en 2035 dependeremos en un 80 por ciento de las exportaciones extranjeras de petróleo y gas», advirtió.
Por su lado, el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, acusó a la Unión Europea y a Kiev de no respetar la voluntad del pueblo al firmar ese acuerdo de asociación política. «Es un intento por sacar ventaja en el juego geopolítico», señaló.
Entre tanto, el presidente interino de Ucrania, Alexander Turchinov, volvió a pedir a Putin que retire sus tropas de la península. «El país nunca se conformará con la ocupación de su territorio y hará todo para su liberación», aseguró tras reunirse con el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, quien instó a ambas partes a resolver la crisis a través del «diálogo directo».
Por su lado, el líder de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, destacó, en el marco de la anexión de Crimea, que la Alianza está preparada para defenderse.
«Nadie debería poner en duda la firmeza de la OTAN si uno de sus miembros se ve amenazado», aseveró en Bruselas. «Nuestra intervención en pos de la seguridad de todos los aliados es inquebrantable. Ahora y en el futuro», agregó.
Así, mencionó que ante la acción militar rusa, el organismo que dirige fortaleció la presencia militar en Estados bálticos como Polonia y Rumanía: «Y permanecemos atentos y dispuestos a tomar todas las medidas necesarias».
Mientras, la cúpula prorrusa de Crimea solo quiere dejar marchar a los militares ucranianos estacionados en la región a cambio de que el Gobierno de Kiev envíe de vuelta a los reclutas de dicho territorio, según informó un asesor del Ejecutivo regional. En este sentido, denunció que, en medio de la crisis, Ucrania haya prolongado en medio año el servicio militar.
«Frenamos la devolución de soldados ucranianos hasta que se adopte una decisión política», afirmó Vladimir Merzalov. En un primer momento, el controvertido territorio había prometido un salvoconducto a los uniformados nacionales cuyas bases habían sido tomadas por fuerzas leales a Moscú.
Asimismo, destacó que las fuerzas de autodefensa regionales serán regularizadas y entrarán en las filas del Ejército ruso tras la adhesión.
